Infiltrado en la oscuridad de la supremacía blanca

C on movimientos y grupos como el Ku Klux Klan o la derecha alternativa tan descaradamente alineados al lado del nuevo «líder del mundo libre» (Donald Trump, sí), nunca está de más dedicar una mirada a las cloacas de nuestra sociedad. Territorio que no por pequeño y/o minoritario, deja de suponer una amenaza a la libertad y seguridad de la comunidad. No se trata de disparidad en los puntos de vista, sino de darse cuenta de que «lo único que necesita el mal para triunfar, es la indiferencia de una buena persona».

Declaración a lo mejor algo maniquea, pero igualmente ilustradora de la determinación con la que Michael German se enfrentó a varias organizaciones neonazis estadounidenses. El nuevo film protagonizado por Daniel Radcliffe (en el que sin duda es uno de los papeles más exigentes de su carrera), es una reconstrucción en clave thriller de la labor del antes mencionado agente del FBI, quien a lo largo de más de veinte meses logró infiltrarse en el seno de algunos de los colectivos más violentos del mundo. El suspense y la tensión van a cargo del habitual juego de identidades que requieren estas misiones, además de la siempre efectiva cuenta atrás de una bomba a punto de estallar en nombre de otra –aberrante– causa del fanatismo terrorista.