31 ENE. 2018 CRÍTICA «Sin amor (Loveless)» Una implacable radiografía humana y moral Koldo LANDALUZE Coincido con muchos comentarios que afirman que “Loveless” se encuadra en esa tipología de filmes extremos que tanto gusta en el circuito de festivales internacionales. Por otro lado, lo que el cineasta Andrei Zvyagintsev plasma en la pantalla no es más que la confirmación de un nuevo cine ruso que retorna a la senda de los dramas duros y sin concesiones, una filmografía –la rusa– que en los últimos tiempos vagaba errante y excesivamente mediatizada por los cánones de la industria de Hollywood. Lo que nos propone el filme no es más que un auténtico reto al espectador a la hora de colocarle ante una situación muy tensa y difícil, a ratos sumamente desagradable, que requiere de quien se sienta en el patio de butacas un plus extra de calma y reflexión. El detonante de la trama ya es de por sí una declaración de intenciones, ya que asistimos al desamparo de una pareja que deberá dejar a un lado sus desavenencias sentimentales para unir sus esfuerzos y dar con el paradero de su hijo desaparecido, víctima colateral de un infierno doméstico. Colocadas las cartas sobre la mesa, Zvyagintsev adopta la perspectiva sombría del autor que no se anda con rodeos en su afán por adentrarse en la trastienda social y sacar a la luz los demonios de una Rusia que hace tiempo perdió su brújula existencial. De esta forma, la trágica excusa se transforma en un mapa a través del cual recorremos la desgastada estructura moral de un país autodevorado. Desarrollada en dos partes, la película logra su propósito de provocarnos esa desagradable desazón que sentimos cada vez que nos vemos abocados a un callejón sin salida. Todo ello enmarcado en una puesta en escena implacable y poderosa. De esta forma, la ruina humana se asocia a un paisaje de similares características y subrayado por las inclemencias climatológicas que amplifican la sensación de gelidez y ruptura que emana de su conjunto.