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CICLISMO - GIRO 2018

Sam Bennet le muestra a Viviani que es batible en el sprint

Markel Irizar estuvo en la fuga que tuvo al pelotónen jaque hasta los 16 últimos kilómetros. Tras lallegada masiva de ayer, la ronda italiana afrontados llegadas en alto: Montevergine y Gran Sasso.


Si los sprinters le tomaron ayer el relevo a los escaladores y líderes en el protagonismo de la séptima etapa del Giro 2018, Sam Bennet se lo tomó a Elia Viviani en la meta de Praia a Mare. El irlandés de Bora supo hacer valer la estrategia de pegarse a la rueda de Viviani, vencedor de las dos llegadas masivas disputadas en la Corsa Rosa, para salir de su estela en los últimos metros y superarlo, demostrándole que no es imbatible.

El sprint fue una especie de fatalidad prefijada en el pelotón, aunque un trío compuesto por Markel Irizar (Trek), Maxim Belkov (Katusha) y Davide Ballerini (Androni), que cabalgaron juntos por Reggio Calabria desde el kilómetro 7 hasta que restaban 16 para completar los 159 entre Pizzo y Praia a Mare, puso en jaque al pelotón durante un rato más largo de lo esperado.

Durante esta fuga de 136 kilómetros la renta de los aventureros nunca fue excesiva, con el grupo del líder Simon Yates dando y quitando su permiso, ya que antes del salto hacia delante que instigó Markel Irizar, el gran grupo cercenó de raíz otra intentona en la que se involucró el oñatiarra, con la compañía de, entre otros, un rodador peligroso como Tony Martin. Neutralizado Martin, Irizar volvió a la carga arrastrando a sus dos compañeros de fatigas y, esta vez sí, hizo camino con la bendición del resto de los pesos pesados del pelotón.

Los equipos de los velocistas tuvieron un dolor de cabeza casi continuo porque los tres fugados, aunque siempre estuvieron bajo control, administraron bien sus fuerzas, a tal punto de entrar en los 20 kilómetros finales con cerca de dos minutos de renta. Una vez capturados, con el epílogo de Ballerini, que aguantó un kilómetro más en cabeza, los Katusha buscaron reventar el inminente sprint, pero los Lotto Jumbo negaron la mayor, encaminando al pelotón a una recta final de casi dos kilómetros. Sacha Modolo fue el primero en lanzarse, con Viviani a rueda. Pero cuando parecía que el italiano de Quick Step iba a sumar su tercera victoria, Sam Bennet se la birló sobre la línea con fuerza y elegancia.

La advertencia de Yates

El Giro se tomó la jornada de ayer como una mera transición, a la espera de que lleguen otras dos llegadas en alto este fin de semana. Montevergine será el aperitivo para hoy, una etapa que destacará más por su longitud –ya que supera los 200 kilómetros– que por la dureza del puerto, que además es el único que va encontrarse en pelotón.

La etapa de mañana de Gran Sasso –Campo Imperatore–, amén de por la acumulación de esfuerzos, es bastante más dura. Llega hasta los 225 kilómetros, la meta está sita por encima de los 2.000 metros y además, la subida final llega encadenada a la ascensión al puerto de Calascio, un alto de primera categoría que, por si fuera poco, apenas tiene descenso, puesto que se encadena casi acto seguido con la ascensión final.

Así las cosas, los escaladores vuelven a tener sus opciones para sentar sus reales, sobre todo un Simon Yates que, después de la etapa de ayer, advertía que buscará «sacar tiempo» a los especialistas contra el crono, subrayando ante todo la figura de Tom Dumoulin. Después de su exhibición en el Etna, las palabras del británico del Mitchelton-Scott son como para tenerlas en cuenta.

«Si tengo piernas podría intentar algo. Todavía necesito sacar algo de tiempo con Tom Dumoulin y otros rivales que son mejores que yo contrarreloj», declaró el líder del Giro, que llega a este fin de semana montañoso relajado y con un buen estreno vestido de rosa.

«Fue un buen primer día de rosa, bastante relajado al principio. Se formó una buena escapada muy rápido y para nosotros como equipo eso fue perfecto. Un poco estresante en el final como siempre, pero un buen día», resumió Yates.