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DONOSTIA KLASIKOA

Remco Evenepoel confirma que el futuro ya está aquí

Con solo 19 años, el flamenco del Deceuninck se convirtió en el ciclista más joven en obtener un triunfo en una prueba World Tour.


Apenas una semana después de que Egan Bernal abriera una nueva era en el ciclismo mundial con su triunfo en el Tour, con otra primorosa exhibición de fuerza y precocidad al convertirse, con apenas 19 años, en el ciclista más joven en obtener un triunfo World Tour, Remco Evenepoel corroboró en la Clásica de Donostia que el futuro ya está aquí. Más allá de un verdor alucinante, la forma en la que obtuvo el triunfo, burlando, en el llano tras haberse quedado rezagado en la primera ascensión a Murgil, el control de un Movistar que trabajaba para eternizar a Valverde, llenó de epítetos una exhibición que queda para los anales.

Con tiempo para saborear en la última recta del Boulevard la epopeya que estaba a punto de culminar, el propio Remco Evenepoel era el primer sorprendido con su hazaña y sus gestos mimetizaban con las caras de incredulidad de esa marea de aficionados que volvieron a ocupar las cunetas del recorrido en una jornada memorable de ciclismo, que comenzó pronto con la prueba femenina.

En esas horas de espera, seguro que alguno de esos aficionados más eruditos recordaría a los más neófitos la exhibición del «Minicaníbal» en el Mundial junior del año pasado en Innsbruck, donde una caída a unos 70 kilómetros de meta le hizo perder dos minutos y terminó colgándose el oro tras remontar a todo el pelotón y vencer con 1.25 sobre el segundo.

Sin percances, su victoria de ayer va mucho más allá por la entidad de sus rivales, pero tuvo también connotaciones heroicas también en las formas. Al contrario de la prueba femenina, en la que las dos ascensiones a Murgil confirmaron a Lucy Kennedy como la más fuerte, Evenepoel vivió las dos caras del ciclismo en ese muro.

Sufrió en el tren de Movistar

Neutralizada la escapada del día y tras la confirmación de que el Tour pasaba factura, con Alaphilippe echando pie a tierra en Alkiza, Bernal sufriendo en las primeras ascensiones y Mikel Landa trabajando para el Valverde, en la primera Movistar había asumido el control de la prueba con Pedrero y Amador poniendo un ritmo que descolgó al flamenco de Deceuninck.

Lejos de venirse abajo, en lo que al principio pareció un pecado de juventud, el ex futbolista de Anderlecht y PSV, que llegó a ser internacional sub 16, aprovechó un terreno más favorable para recuperar el medio minuto largo que se había dejado en la ascensión. Sin perder tiempo ni energías tras 200 kilómetros, se puso a trabajar como «aguador» de Enric Mas, que pasaba a ser la primera baza del equipo, y pasó poco después a realizar lo que parecía labor de control cuando, a la altura de Errenteria, Tom Skujins lanzó un ataque que no hubiera ido más allá si no llega a picar a la locomotora flamenca, cuyos magníficos relevos fueron elevando la renta hasta los 45 segundos con los que comenzaron la ascensión definitiva al muro de Murgil.

Sin ataques entre los grandes favoritos, el trabajo de Movistar y Astana había resultado inútil y ya no hubo quien parara a Evenepoel. Si se le atragantó la primera ascensión al punto caliente de todas las Clásicas del perfil actual, la segunda le sirvió para dejar plantado a su compañero de escapada y poner la base suficiente para disfrutar en el descenso de su, hasta ahora, más importante corta trayectoria.

Con medio minuto de ventaja sobre un grupo de favoritos en los que tampoco hubo batalla y no quedaban fuerzas para la persecución, los aspirantes se conformaron con preparar el sprint por el segundo puesto, en el que el más rápido fue Greg van Avermaet, por delante de otra perla del futuro, el talentoso Marc Hirschi, en la prueba definitiva de que el ciclismo ha entrado en una nueva era.

Un ciclo que seguirá ya desde fuera un Markel Irizar que luchó lo indecible por entrar en la escapada y disfrutar del cariño de todos los aficionados que han sabido apreciar en el oñatiarra mucho más que un ciclista. Murias también obtuvo presencia en cabeza de carrera y el podio con Fernando Barceló.

«Ganar esta carrera alguna vez era un sueño y lo hice a la primera»

Todavía sin asimilar lo conseguido, Remco Evenepoel explicó que precisaría de algunas imágenes en la tele para darse cuenta de que su victoria no había sido un sueño. «Ganar esta carrera algún día era mi sueño y hacerlo en mi primera participación es increíble», apuntó.

El flamenco explicó que para él ganar en Donostia es más importante que el Mundial junior del año pasado y reconoció que la primera baza del equipo era la de Alaphilippe, pero que su abandono en Alkiza les cambió los planes, abriendo una ventana que no desaprovechó. No quiso ponerse ningún limite en su prometedora carrera y espera seguir soñando.

J.O.