08 OCT. 2019 FLAMENCO Por la puerta grande Iñaki ZARATIEGI Prescinde Miguel Ángel Poveda León de los apoyos rítmicos y de cuerda de su “Enlorquecido” y viaja ligero en lo que ha redefinido como “Íntimo”. Celebra el de Badalona 30 años de arte y volvió a reventar el teatro mayor donostiarra en otra sesión de entrega y triunfo. «A mi dios, Lorca», explicó, e hilvanó la primera parte con el crudo alegato sobre la homosexualidad “Oda a Walt Whitman”, “Alba”, “El poeta pide a su amor que le escriba”, “El silencio”, “Carta a Regino” y “Canción de la muerte pequeña”. Sentido homenaje al granadino, de la desnudez de la guitarra al trabajo en grupo. Canta el catalán-andaluz con bella voz de pulida técnica, rompiéndose en el esfuerzo; jondo y hasta trágico o embelesado y sonriente. Una absoluta entrega cantora y corporal de medida teatralidad. Con el estrecho apoyo de Guerrero al toque, un guitarrista de embrujo. Precisión de cajón y bongo y dos avezados coristas a las palmas. Pasado el ecuador sonaron bulerías, una guajira, malagueñas, alegrías gaditanas, un mix Lole y Manuel, peteneras y la tanguera juerga final. Con entusiasmo de la asistencia cuando el maestro realizó sus contorneos rumberos, claveles al aire y confraternización con su gente. “El tiempo pasa volando”, clásica de Manuel Alejandro y título del doble disco que Miguel presenta, sirvió de juerga final. Gentes hay que no perdonan heterodoxias, le llaman «cantador» y niegan su pellizco flamenco. Pero este Poveda íntimo es puro rajo y emoción.