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UN SILENCO

Predecible y demasiado banal


Narra la historia de una familia que vive con un oscuro secreto del pasado. La estabilidad de la familia de Astrid (Emmanuelle Devos), esposa de un conocido abogado, se resquebraja repentinamente. La película explora cómo este secreto afecta las dinámicas familiares y saca a la luz las tensiones y culpas reprimidas, poniendo en peligro la cohesión y los lazos entre ellos.

Lafosse recurre a la intriga para tocar temas delicados como el abuso, la culpa y el trauma, pero lo hace de manera tan superficial y esquiva que el resultado final es banal y predecible; termina siendo un desfile interminable de clichés mal ejecutados sin ningún tipo de sutileza. Uno se pregunta si Lafosse tenía alguna intención real de explorar estos temas.

Es cierto que está bien filmada y posee una puesta en escena que ayuda mucho a la creación de esa atmósfera claustrofóbica, pero falla estrepitosamente en la escritura. Las implicaciones emocionales y morales de los secretos familiares que intenta explorar no son abordadas o resueltas en ningún momento. Les dejará con una sensación de vacío, como si se hubiera intentado decir algo importante pero sin tener el valor o la claridad para hacerlo de manera efectiva. La película carece de una visión clara o de un propósito definido, dando la impresión de que el director simplemente colocó la cámara y dejó que las cosas sucedieran sin intervenir.

Los personajes están desarrollados a medias y carecen de profundidad. Sus motivaciones y emociones no se exploran de manera efectiva, lo que dificulta que el público conecte emocionalmente con ellos.

Tenía potencial para ser una exploración poderosa y conmovedora de los secretos y la culpa dentro de una familia, pero falla en transmitir ese impacto.