En cascada voraz

Difícil sustraerse a la tormenta imperfecta pero insistente. Por un lado, Israel bombardea objetivos militares en Irán y todo son comunicados versallescos mientras en Gaza sigue el exterminio. Por otro, se reconoce sin ningún tipo de pudor que entres 2.000 y 3.000 soldados coreanos del norte están apostados en los frentes rusos bien entrenados para entrar en combate. La batalla electoral USA no deja de proporcionarnos motivos para vivir con el susto incrustado en el sistema linfático y el caso Errejón está alcanzando cuotas de toxicidad política difícil de asimilar sin prevenciones profilácticas multidisciplinares.

Como suena una tormenta muy exuberante, mis reservas de recursos para aplicar una contemplación estática de la realidad están alteradas y es difícil separar lo personal, lo político, lo estratégico, lo partidista y lo conspiranoico elemental. Cada vez que se señala que era algo sabido en estamentos partidistas, políticos o periodísticos las actitudes de Errejón, entro en barrena en la incredulidad más orgánica. O, al menos, me cuesta comprar el discurso de manera integral. ¿Alguien había dicho alguna vez que el susodicho era un farlopero? Los relatos anónimos que se van filtrando, ¿acabarán sustanciándose en denuncias formales? Ahora mismo Errejón es un dibujo desanimado, un títere, un supuesto.

Las consecuencias de dimisiones y despidos en cascada dentro del ámbito de Sumar y Más Madrid nos llevan a un estado de sospecha más sutil. Parecen pasos de puntillas, en zigzag, con muchas bifurcaciones hacia la restauración del bipartidismo.