01 DIC. 2024 LA CRISIS ENERGÉTICA ALEMANA La sorprendente y enrevesada historia del gas en Alemania La crisis energética en Europa está lejos de estar resuelta. La red eléctrica alemana está en una situación muy delicada. La élite del país vuelve a contemplar el gas ruso como la salvación, pero Washington parece dispuesto a cortocircuitar cualquier acercamiento, ya sea por la vía civil -sanciones a Gazprombank- o militar -escalando en Ucrania-. (Stefan SAUER | EUROPA PRESS) Isidro ESNAOLA El seis de noviembre el Gobierno alemán colapsó. Ese mismo día el sistema eléctrico alemán también estuvo a punto de caer. La demanda de electricidad alcanzó los 66 GW, mientras que la producción se quedó en los 53 GW, con lo que el sistema tuvo que importar 13 GW, fundamentalmente de las nucleares francesas, para cubrir la demanda. La gran diferencia entre oferta y demanda se explica porque ese día, además de frío, los cielos estuvieron nublados y el viento no se movió. Una situación meteorológica que los alemanes denominan «dunkelflaute» y no permite la producción de renovables. Todos esos datos los hizo públicos el CEO de la compañía de electricidad alemana RWE, Markus Krebber, en una entrevista. No explicó si el desfase en el mercado eléctrico tuvo algo que ver con la crisis de gobierno. En cualquier caso, pronosticó que si en enero se mantiene el tiempo nublado y sin viento, el sistema podría colapsar, ya que entonces se prevé que la demanda eléctrica alcance los 75 GW. Tampoco explicó que el seis de noviembre el precio de la electricidad en Alemania superó los 800€ el MWh, unas diez veces su precio habitual. Un registro que seguramente alegró el día a todos los productores de electricidad, especialmente a los galos. UNA CRISIS LATENTE Estos dos últimos años, con inviernos benignos y ventosos y con una baja demanda de gas en Asia, creó la falsa ilusión en Europa que la crisis energética provocada por las sanciones contra Rusia se había superado. Sin embargo, este año el frío ha empezado antes y las reservas de gas se están consumiendo a mayor ritmo. Los depósitos de la UE estaban llenos al 95%, aproximadamente al mismo nivel que en años anteriores, por lo que no se prevé que haya desabastecimiento. Un mayor ritmo significa que habrá que reponer en mayor grado los inventarios para el próximo invierno, justo cuando la demanda asiática se está recuperando. Además, Ucrania cerrará el único gasoducto en servicio el 31 de diciembre, lo que reduce las opciones de obtener gas. Esta crisis latente llevó a Ursula von der Leyen a sugerir a Donald Trump un acuerdo para el abastecimiento de Europa con gas licuado estadounidense. Aunque existiera voluntad por parte de la nueva administración, no resulta tan sencillo. Básicamente, porque la extracción suele estar ya comprometida y desviar fletes que inicialmente iban a otros países suele costar muy caro. EL PRECIO AL ALZA Estas tensiones ya se reflejan en los precios del gas en Europa. En octubre alcanzaron los 45,5 dólares el megavatio hora, el doble que en febrero de este año, y según Bloomberg, un 130% más caro que la media de la década pasada. Y si la escasez en Europa se hace mayor, empujará al alza los precios. Por otra parte, la diferencia con los precios del mercado estadounidense es sustancial. Mientras que en Europa el millón de unidades térmicas británicas (mBtu) cuesta 14 dólares, en EEUU solo cuesta 3. Unos números que en la mesa de cualquier compañía decantarían a favor de EEUU cualquier inversión productiva y que ya está costando un buen número de puestos de trabajo, especialmente en Alemania. En este contexto, se han producido algunas noticias que han tensado todavía más los precios. Hace una semana se difundió que Rusia había cortado el suministro de gas a Austria. En realidad, Gazprom dejó de abastecer a la compañía austriaca ÖMV a causa de un litigio no resuelto, pero no ha reducido la cantidad de gas que bombea a Austria. LA PARÁBOLA DEL GAS A mediados de noviembre, el periódico económico alemán “Handelsblantt” informaba de que el Ministerio de Economía había enviado una carta a las regasificadoras alemanas pidiéndoles que no acepten gas ruso. En la misiva, el Ministerio de Economía hacía mención de un compromiso de las empresas gasísticas alemanas de no aceptar gas ruso que adoptaron en febrero. Sorprendentemente, precisamente en febrero la empresa pública alemana SEFE (Securing Energy for Europe), constituida con los activos que el gobierno incautó a la rusa Gazprom, firmó un contrato con Novatek para la provisión de gas licuado hasta 2040. El contrato lleva la firma del vicecanciller, Robert Habeck, y fue ratificado por las autoridades rusas. El 9 de febrero el Gobierno ruso autorizó la exportación de gas desde la planta de Yamal LNG de Novatek. De este modo resulta que el Gobierno alemán, por medio de una empresa pública, firmaba un acuerdo para el abastecimiento de gas licuado ruso hasta 2040 y, a la vez, las regasificadoras alemanas acordaban que no podían usar gas ruso. Una historia digna de las más enrevesadas parábolas bíblicas. EL ABASTECIMIENTO A pesar de que últimamente se han multiplicado los llamamientos a sancionar el gas licuado ruso, lo cierto es que Rusia ha sido en octubre el segundo proveedor de gas de la UE, con nada menos que una cuarta parte del total. Atendiendo a los datos estadísticos, Bélgica es el tercer proveedor de gas de Alemania (22% en 2023) a pesar de que carece de yacimientos. El Estado francés, por su parte, reexportó en 200 TWh de gas en 2023 a Alemania. Al parecer, el gas entra por el Estado francés o por Bélgica, según convenga. Hacia el Sur de Alemania viaja a través del ducto Megal a partir de la nueva regasificadora flotante que tiene Total en L´Havre; hacia el norte entra por Bélgica y va a través del ducto TENP. Puede que todas estas maniobras tengan como objeto aligerar la presión del eje Washington-Varsovia-Kiev sobre Berlín, porque de momento comprar gas ruso en Europa no es ilegal. Pero EEUU ya se encarga de que sea cada vez más difícil. Acaba de aprobar nuevas sanciones contra Gazprombank, para cerrar el canal de pago del gas ruso. Europa sigue comprando gas ruso, ahora licuado y más caro, mientras crecen las noticias engañosas y las sanciones. La oferta para comprar gas estadounidense y lo que a todas luces son maniobras de camuflaje alemanas completan el cuadro. De lo delicado de la situación da cuenta el hecho de que el 17 de noviembre el Gobierno alemán -prácticamente en funciones- decidiera impulsar una ley para movilizar 17.000 millones de euros para estabilizar la red con electricidad producida a partir de gas. LA GEOPOLÍTICA DEL GAS En este panorama tan movido, la llamada, tras dos años de silencio, de Olaf Scholz a Vladimir Putin adquiere otra dimensión. Es posible que la patronal alemana se haya cansado de despedir trabajadores y cerrar fábricas y hayan presionado al Gobierno para que empiece a tender puentes con el fin de acabar con la guerra de Ucrania. Scholz dijo que fue una iniciativa consensuada con el resto de aliados, es posible que haya sido una iniciativa propia. Porque bien mirado, nada impide a Alemania volver a retomar sus relaciones con Rusia una vez termine la guerra. Una posibilidad que habrá encendido las alarmas en Washington. Torpedear esa relación es estratégico para EEUU. Necesita poder mantener a Europa sojuzgada, más incluso que ganar en Ucrania. De ahí que apostara por la escalada militar, al dar el visto bueno al uso de misiles contra territorio ruso. Seguramente, la principal razón fue apoyar a las fuerzas ucranianas sobre el terreno, pero subir el pulso en Ucrania cortocircuitaba, de paso, cualquier intento de arreglo en Ucrania. Como un aviso se puede interpretar, asimismo, la rotura de dos cables submarinos de telecomunicaciones en el mar Báltico, que coincidió con las maniobras de la OTAN Freezing Winds-24, que comenzaron el 18 de noviembre. Un suceso que recuerda la voladura del Nord Stream que, casualmente, también coincidió con unas maniobras de la OTAN Baltops 2022. Con todo, no parece que la élite alemana se haya dado por vencida, evidentemente, no puede permanecer pasiva mientras se hunde la industria por la carestía de la energía. Poco después sacaban de su retiro a Angela Merkel con la excusa de la publicación de sus memorias para reivindicar el acuerdo energético con Rusia y acusar de cinismo a Polonia y Ucrania, que no dijeron nada mientras se lucraba, y solo protestaron cuando se construyó el Nord Stream. En este contexto, se entiende mejor la estrategia de despiste alemana con el gas licuado ruso. Mención aparte merece la actuación del Estado Francés. Desde el principio, Emmanuel Macron ha estado instigando el envío de ayuda a Ucrania, aunque quien realmente ha estado equipos ha sido Alemania. El Estado francés se ha limitado a ser el primero. Ahora, con la crisis de los misiles ATACMS, Macron aplaudió la decisión estadounidense e incluso ha propuesto, junto con Gran Bretaña, enviar tropas oficialmente a Ucrania. Parece que el cálculo es que el estímulo bélico no decaiga para continuar debilitando a Alemania. Tal vez el pequeño Napoleón sueñe con adueñarse de nuevo de toda Europa. Pero el belicismo está tumbando un gobierno tras otro: el último, el rumano. La gente corriente no quiere guerras. No parece que la élite alemana se haya dado por vencida, evidentemente, no puede permanecer pasiva mientras se hunde la industria por la carestía de la energía El Gobierno alemán, por medio de una empresa pública, firmaba un acuerdo para el abastecimiento de gas licuado ruso hasta 2040 y, a la vez, las regasificadoras alemanas acordaban que no podían usar gas ruso.