Síntoma añadido

No puede entenderse sin acudir a sospechas y conspiraciones ni como una expectativa generada espontáneamente el seguimiento que se le está haciendo en todos los medios de comunicación al cónclave actual. Debe formar parte del mismo plan que nos dibuja un mundo donde no existe ninguna resistencia mediática, intelectual, política o social a Donald Trump en los USA o lo que nos transmiten las imágenes de una reunión entre Putin y Xi Jinping como si fuera un encuentro entre rectores de universidades para buscar un acuerdo de colaboración para un máster sobre gastronomía e inteligencia artificial.La desregulación de todo aquello que conforma una idea de la ética profesional convertida en el único modelo de condensar la desinformación en espectáculo más allá de lo que significa. Haya fumata blanca, negra o gris, lo que deciden esos caballeros debería ser una noticia finalista, no un seguimiento desde hace días. Las especulaciones públicas, la cantidad de vaticanistas que han aparecido, esa insistencia en que hay papables continuistas y papables aperturistas, es una falacia mayúscula. Lo que hay es una exposición impúdica de poder terrenal, un acto machista supremo, un mensaje de involución que se coloca en el territorio de la regresión global hacia posturas y actitudes con menos intensidad democrática.Por lo que todo este despliegue, este relleno de las programaciones, este interés excesivo, esta intoxicación es un síntoma añadido de la descomposición de los valores que sustentaban el sistema y nos indican que algo malo nos viene por sotavento.