13 MAY. 2025 UNA QUINTA PORTUGUESA Perderse para volver a encontrarse Gaizka IZAGIRRE HERNANI Resulta paradójico que el protagonista de “Una quinta portuguesa”, Fernando (Manolo Solo), un profesor de Geografía que trabaja todo el día con mapas, decida perderse. Pasa de vivir entre mapas y papeles a ensuciarse las manos con la tierra. De dibujar el mundo, a tocarlo, sentirlo. Como si dejara de observar la vida desde fuera y se metiera de lleno en ella, plantándose en otro lugar, literal y emocionalmente. La razón de dejarlo todo es que su mujer le ha abandonado. Decide cambiar de identidad y trabajar de jardinero en una quinta del norte de Portugal, donde lo acoge una enigmática mujer, Amalia, interpretada por María de Medeiros “Una quinta portuguesa” es una propuesta pausada, para ver sin prisa, para sentarse, dejarse llevar y conectar con lo que propone. Prat dirige con sensibilidad y cuidado. Confía plenamente en el poder de la imagen y en la fuerza de las interpretaciones. No fuerza las emociones, deja que surjan solas. La historia se sostiene en lo que no se dice: en las miradas, en las pausas, en esos pequeños detalles que pasan casi desapercibidos, pero que lo significan todo. Todo lo importante no está dicho por la palabra, sino a través de la imagen. Manolo Solo brilla en un papel contenido y María de Medeiros aporta una serenidad que llena la pantalla. La quinta no es solo un escenario, sino un personaje más que refleja el estado emocional de los protagonistas. La película habla de cómo todos, de alguna manera, estamos siempre cambiando, buscando dónde encajar, conectarnos con otros y encontrar un poco de empatía en un mundo que cada vez es más individualista. Película ideal para quienes disfrutan de historias que se cuecen a fuego lento y que, sin hacer mucho ruido, se quedan dentro.