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MEMORIA HISTÓRICA DE LA CAZA DE BRUJAS

Procesión infamante, regreso triunfante

Un centenar de personas siguieron ayer en Iruñea el paseo infame que, hace 500 años, la Inquisición obligaba a hacer a las mujeres condenadas por brujería antes de quemarlas en la Taconera. Con ayuda de Rosalía y Mikel laboa, los alumnos de la Escuela Navarra de Artes Escénicas ayudaron a recuperar la historia de las víctimas de la caza de brujas.

La «procesión infamante» arrancó ayer en la plaza San Francisco de Iruñea. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

A las condenadas por brujería, en su último terrible día, les esperaba ser conducidas entre el gentío por las calles de Iruñea hasta la hoguera: eran quemadas donde hoy se encuentran los jardines de la Taconera. Aquel paseo del escarnio público se llamaba nada menos que Procesión Infamante, y ahora sabemos cómo las vestían, el itinerario que recorrían, que eran acompañadas por un coro infantil, y hemos recuperado algunos de sus nombres gracias al apasionado trabajo de investigación de la historiadora Leire San Martín Marcos.

«Navarra había sido conquistada en 1512 y se encontraba en un periodo de posguerra, donde además se estaba desarrollando un nuevo tipo de sociedad moderna, en que el patriarcado y el capitalismo comenzaron a formar un gran equipo. En este contexto, las mujeres fueron duramente adoctrinadas y reprimidas», contextualiza.

Leire está además involucrada en Sutara, el colectivo de Iruñea dentro de la Campaña Internacional por la Memoria Histórica de la Caza de Brujas. Todo ese trabajo las trajo ayer de vuelta a las mismas calles de Iruñea, con la magia teatral de NAEE (Nafarroako Arte Eszenikoen Eskola). La condenada cantó por Rosalía en la plaza del Ayuntamiento, pero ya no estaba sola frente al patriarcado. En un final apoteósico elevado con Bohemian Rhapsody se desplegó la pancarta “Procesión infamante, regreso triunfante… más allá de la infamia”.

Leire acabó emocionada: «El sistema las quería eliminar de la comunidad por representar oposición, llegando a arrebatarles incluso lo último que les quedaba, que era la identidad, quemándolas en vivas llamas hasta reducirlas a cenizas que se las iría llevando el viento... Muchas de sus historias me han llegado a lo más hondo y siento que de alguna manera me acompañan, pasando a formar parte de mí y del proceso de sanación de mi propia sombra. Me emociona mucho que, gracias al trabajo de las compañeras de Teatrolari, podamos devolverles de alguna manera lo que les quisieron quitar y podamos contribuir a la sanación de sus historias. Hoy nombraremos y recordaremos a muchas, también en contraposición de otras tantas de las que no nos han llegado ni sus nombres, volviendo a ocupar esas calles que transitaron hace 500 años después de días de vejaciones y torturas, bajo el griterío y la atenta mirada de la población con la finalidad de hacerlas regresar por encima de toda infamia».