Bípedos y cuadrúpedos

Una carrera entre bípedos y cuadrúpedos se convierte en una simbología de la transformación de una tradición rural en un negocio multinacional televisado. Ya no existe literatura que se sobreponga a la masificación turística de los sanfermines. Basta con recorrer las calles de Iruñea para entender cómo en cada escaparate de lo que no hace tanto eran bares reconocibles, ahora se rotula con nombres híbridos y con cartas homogéneas que suenan a precocinado, muy tuneado, para parecer ser de toda la vida, aunque nunca existiera hasta hace poco.

Quería señalar la reunión que se ha celebrado en Sevilla de la ONU para hablar de la situación de las ayudas al desarrollo para las economías lastradas. Ni propios ni ajenos le han dado bola al asunto. Los informativos televisivos han estado ocupados en asuntos tangenciales al devenir de la vida de los paisanos y de los otros, esos que necesitan ayuda o que vienen a buscarla en nuestros campos o industrias donde son tratados con displicencia. Es una actitud globalizada por seguimiento al cafre de Trump, un peligro real para la democracia, un desfasado e inculto cultural y políticamente que responde únicamente a impulsos autoritarios particulares de economía rudimentaria que destruye bienes, y haciendas.

La lucha entre bípedos y cuadrúpedos es un magnífica metáfora de lo imposible, del nuevo orden mundial. Los dos partidos predominantes en USA tienen como logo un burro y un elefante, cuadrúpedos. Por eso es importante recuperar con urgencia la literalidad de la Internacional que reclamaba ser la patria de los humanos, los bípedos.