16 OCT. 2025 KOLABORAZIOA Balendiñe y otros personajes José Félix AZURMENDI Periodista {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} De la poetisa Balendiñe Albizu recuerdo que era una mujer hermosa y que tenía un busto de Julio Beobide en la entrada de su casa de la Campiña caraqueña. Recuerdo también las reuniones en su comedor junto a Sabin Irizar, cuando me tocó sustituir a Kirru, Jon Urresti, en la presidencia de ELE, Euskara Lagunen Elkartea, patrocinador del premio Andima Ibinagabeitia. Pero sobre todo recuerdo una cena en ella con el hijo del líder independentista de Puerto Rico López Albizu. Venía de Cuba, donde había sido acogido, donde se había formado, donde había desempeñado la dirección de los hoteles confiscados a las empresas norteamericanas. Estaba en Caracas por razones político-profesionales y había contactado, no sé cómo, con su «prima» Balendiñe Albizu. Era lo suficientemente joven entonces como para que casi nada me sorprendiera. Tampoco me sorprendió que Balendiñe me pidiera asistir a aquella cena con un pariente de inquietante biografía. Pensó seguramente que yo era lo suficientemente zurdo como para que supiera lidiar en una cena que a ella le sobrepasaba y le preocupaba. Porque Balendiñe, como casi todos los abertzales de su generación, era muy anticomunista. La cena, contra todo pronóstico, fue amable, familiar, convencional, nada politizada, como correspondía a gentes inteligentes capaces de interpretar y adaptarse a la ocasión. La casa de Balendiñe, Goiz-Argi, era la vivienda de una familia de clase media, acogedora y llena de recuerdos. La anfitriona era entonces ya una señora de cierta edad, muy vivida y muy vívida. Su pariente puertorriqueño-cubano era un señor de finos modales entrado en los cuarenta, tal vez los cincuenta. En la cena no se descubrió, al menos yo no lo descubrí, cómo se habían encontrado y qué parentesco les unía. Tal vez se obviaron algunas cuestiones por razones de prudencia, en un tiempo, arrancando los setenta, en el que el Gobierno venezolano, sin enfrentamiento directo ya, seguía desconfiando del régimen cubano. Una biografía reducida de Pedro Albizu Campos dice que nació el 12 de septiembre de 1891 en el barrio Tenerías de Ponce, Puerto Rico, que estudió derecho en Harvard, que en el año 1924 se unió al Partido Nacionalista de Puerto Rico, con la pretensión de alcanzar la plena independencia respecto de la tutela estadounidense; que en 1932 concurrió a elecciones legislativas y obtuvo apenas 5.257 sufragios; que en 1936 fue condenado por conspirar contra el Gobierno de los Estados Unidos, estuvo en prisión entre 1936 y 1943, y regresó a Puerto Rico en 1948. Dice la biografía que en 1950 promovió una insurrección armada contra el gobernador electo de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, el candidato preferido por Manuel Irujo a instancias del cualificado informador Jesús Galíndez, que decía del partido de Muñoz Marín que se parecía al PNV. A Albizu se le consideró responsable del atentado contra el presidente Truman, consumado por un comando puertorriqueño. Nuevamente fue condenado a prisión por la justicia estadounidense, enfermó en enero de 1965 y fue puesto en libertad antes de su muerte, el 21 de abril de 1965 en San Juan. Su entierro fue uno de los más concurridos en Puerto Rico, reconocen las crónicas. Seguramente, el Albizu con el que cenamos era el psicólogo Pedro Albizu Meneses, de quien las recesiones periodísticas dicen que falleció a los 87 años de edad en San Juan, había nacido en Ponce, vivido en Cuba desde la década de los cuarenta, y, establecido en Puerto Rico en 1979, tras ganar una batalla al Gobierno de los Estados Unidos, que le prohibía la entrada a su país y le había impedido asistir al funeral de su progenitor, en abril de 1965. Encuentro en la red que en Cuba fue director nacional de Inversiones y director nacional del Plan Perspectivo del Sector Hotelero Gastronómico y Turístico entre 1960 y 1972, lo que encaja bien con mi recuerdo y con que estuviera entonces pensando tal vez en regresar a su país. Sigo sin encontrar respuesta a la pregunta de cómo pudo Balendiñe contactar con él -tal vez fue contactada− y qué parentesco podía unirle realmente al líder independentista. En aquella cena estuvo también Sabin Irizar, militante del euskara como todos los de ELE, y protagonista de una vida en la selva amazónica que daría para unos cuantos capítulos de una serie de aventuras. Dudo mucho antes de enviar para su publicación este tipo de colaboraciones porque soy consciente de que los lectores no tienen por qué saber quién fue Balendiñe, quién Sabin, quién Kirru, quién Beobide, quién Andima, quién Albizu Campos, Jesús Galíndez, Manuel Irujo..., lo que puede producirles hasta incomodidad o, lo que es peor, animarles a saltarse su lectura. Pero no faltarán, espero, quienes se sientan tentados a saber más de personas y personajes que bien merecen la pena y que algo han tenido que ver en la vida e historia de este pequeño pero movido pueblo nuestro. Sigo sin encontrar respuesta a la pregunta de cómo pudo Balendiñe contactar con él -tal vez fue contactada− y qué parentesco podía unirle realmente al líder independentista