18 OCT. 2025 EDITORIALA No hay casos aislados en un sistema estructural {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} Siempre hay que ser cautas cuando la información sobre un hecho escasea y la investigación está abierta, como en el caso de la mujer a la que han matado en Zarautz esta semana, por lo cual un hombre está detenido como principal sospechoso. Al mismo tiempo, se sabe demasiado sobre el carácter estructural y transversal del machismo como para caer regularmente en debates y marcos interesados. La muerte de una mujer a manos de un hombre difícilmente será un caso aislado mientras se dé en el marco de un sistema patriarcal que, con sus actualizaciones y puestas a punto, sigue vigente y se está rearmando. ¿Ha sido lo de Zarautz violencia de género? La pregunta se la hicieron ayer al presidente del Tribunal Superior de Justicia de la CAV, Iñaki Subijana, que contestó con la ley en la mano: no. No se trata de una interpretación, sino de la literalidad de la norma que rige en el Estado español, según la cual la violencia de género solo existe si hay o ha habido una relación afectiva. Es una visión tremendamente restrictiva que convendría enmendar de inmediato, porque planteada así, apenas suena a una reformulación de la violencia doméstica. Cuando hablamos de un sistema integral y tremendamente complejo que estructura y legitima -de manera escurridiza, a veces, muy violenta, otras-, las relaciones de poder en el seno de la sociedad, es infantil pensar que sus efectos se circunscriben al ámbito de la convivencia afectiva. De ahí que desde los feminismos se prefiera hablar de violencia machista, en un sentido mucho más amplio. En el sentido en el que, precisamente, lo hace el convenio de Estambul, como recordó ayer el propio Subijana, que señaló la «gran discordancia» entre la norma estatal y la internacional. No en vano, el convenio define como «violencia contra las mujeres» cualquier violación de los derechos humanos o discriminación contra las mujeres. Más allá de la particularidad de cada caso, solo una mirada completa y compleja al sistema patriarcal que, tras muchas capas y muchos escalones, puede acabar desembocando en violencia física contra las mujeres, puede aspirar a destruir los cimientos que la sustentan.