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Entrevista
Honey Thaljieh
Cofundadora de la selección femenina de fútbol de Palestina y embajadora del Athletic

«Queremos un escenario de paz y no un alivio momentáneo»

Honey Thaljieh, cofundadora de la selección femenina de fútbol de Palestina, de la que fue su capitana durante siete años, y embajadora del Athletic Club en su 125 aniversario, amadrina el proyecto de colaboración entre la Fundación Athletic Club y la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, Unrwa, dirigido a niños refugiados en Siria.

(Aritz LOIOLA | FOKU)

 

Honey Thaljieh empezó a jugar al fútbol a los siete años en las calles de Belén entre chekpoints, muros y barreras militares. Pronto se convirtió en su herramienta de lucha contra la ocupación israelí, los prejuicios sociales y religiosos, y las injusticias. Fue cofundadora de la selección femenina de fútbol de Palestina, de la que fue su capitana. En 2012 se convirtió en la primera persona de Oriente Próximo en obtener un máster FIFA del Centro Internacional de Estudios de Deporte. Actualmente trabaja para la organización de fútbol internacional y es embajadora del 125 aniversario del Athletic Club. Como tal amadrina el proyecto de colaboración entre esta entidad deportiva y la Unrwa para «fortalecer el acceso a la educación física» de 8.214 niños refugiados palestinos en Siria.

El 4 de octubre salió al césped de San Mamés junto a refugiados palestinos y representantes de la agencia de la ONU, mientras en los videomarcadores se leía el mensaje «Athletic Palestinaren alde. Stop genozidioa» y la grada gritaba «Palestina askatu».

Thaljieh, quien atendió a GARA tras la presentación de este acuerdo, destaca «la resiliencia y fortaleza de los palestino para levantarnos de debajo de los escombros y contar otra historia al mundo».

¿Cómo vivió el homenaje del pasado 4 de octubre?

Con sentimientos encontrados. Por una parte, sentí una inmensa emoción; no podía contener las lágrimas al ver a más de 50.000 personas en pie en apoyo a Palestina y con un único mensaje, poner fin al genocidio. Es un gran orgullo sentir que los palestinos no estamos solos y que nuestra voz es escuchada. Pero, al mismo tiempo, sentí tristeza por tener que hacer un acto así y tener que exigir el fin del genocidio. El 4 de octubre es una fecha que jamás olvidaremos.

Sin embargo, La Liga censuró las imágenes del homenaje. ¿Qué les diría a quienes tomaron esa decisión?

Lo que se vivió en el césped de San Mamés y en las gradas fue un acto de humanidad, de justicia, de dar voz a los palestinos y de gritar ‘ya basta’. Nada tiene que ver con la política. A quien decidió no mostrar esto, no sé qué decirle porque hablamos de humanidad, de que se deje de masacrar, de torturar y de matar a los palestinos. Son décadas y décadas de sufrimiento, no solo estos últimos dos años que nos han sacudido a todos por su extrema intensidad. El genocidio no será olvidado así como así.

El 15 de noviembre las selecciones de Euskal Herria y Palestina se medirán en el campo. ¿Qué espera?

Espero ver en el estadio a miles de personas con banderas, pancartas y muestras de apoyo a Palestina y que esta vez sí se emita en televisión y en todas partes para que el mundo vea que el fútbol es también solidaridad, justicia y una actitud de humanidad. Deseo que sea un gran partido y que sirva para ayudar a los palestinos en Gaza. Y que cuando se juegue los bombardeos hayan cesado y que los gazatíes tengan la certeza de que no van a morir bajo las bombas o en otras duras circunstancias.

¿Cómo valora las masivas protestas contra la participación en la Vuelta del equipo Israel-Premier Tech? En Bilbo interrumpieron la carrera.

La fuerza de la ciudadanía y su capacidad de movilización nunca deben ser subestimadas. La clase política y la comunidad internacional nos han fallado a los palestinos. Solo la solidaridad y fortaleza de la sociedad civil nos da la esperanza de que el futuro puede ser mejor.

Pese al genocidio, no ha habido sanciones ni medidas contra los equipos israelíes.

Vivimos en un mundo racista y discriminatorio. Los derechos humanos son selectivos dependiendo de la nacionalidad, raza, etnia y color. Espero que llegue un día en que seamos congruentes en la defensa de los derechos humanos y no hagamos una defensa selectiva de los mismos.

¿Cómo valora el plan de Donald Trump para Gaza?

Como palestina, doy la bienvenida al alto el fuego porque es un atisbo de esperanza para parar el genocidio. Pero necesitamos que sea de larga duración, que se ponga fin a la ocupación ilegal israelí y se acabe con el apartheid, que entre la ayuda humanitaria a Gaza y se empiece a reconstruir la Franja. Queremos un escenario de paz y no un alivio momentáneo. Y que se haga justicia.

¿Teme que este acuerdo haga decaer el apoyo a Palestina?

Sí, me preocupa porque el problema no se ha resuelto y nos llevará años hacerlo. Que haya un alto el fuego no significa que el conflicto esté resuelto; estamos muy lejos de poner fin a la ocupación, al apartheid, a los checkpoints, al muro de separación. Es tan solo un primer paso para poner fin a 77 años de ocupación ilegal.

Ha sido la movilización popular la que ha presionado a gobiernos y líderes políticos a dar este paso parar el genocidio. Espero que el mundo siga alzando su voz y siendo solidario con Palestina.

¿Cuándo vio en el fútbol una herramienta de denuncia?

Tenía siente años cuando empecé a jugar en la calle con mis amigos. El fútbol era una vía de escape a los traumas de vivir en una zona de guerra. Crecí rodeada de muros, controles... Pronto empecé a ver el fútbol como algo más que un juego o una competición; se convirtió en mi herramienta para luchar contra las injusticias, prejuicios… Creo en el poder de transformación del fútbol. Yo soy un ejemplo de ello.

Usted creció en Belén. Muchos temen que Cisjordania se convierta en una nueva Gaza. ¿Cómo describiría la situación actual?

Es preocupante. Cisjordania está rodeada de colonias consideradas ilegales por las leyes internacionales y organizaciones de derechos humanos. Belén, donde nací, está rodeada por más de 120 checkpoints y barreras que Israel decide cuándo abrir o cerrar. Es como vivir en una prisión al aire libre. La situación económica es horrible; no hay empleo en Cisjordania y en una ciudad como Belén, el turismo es prácticamente inexistente. El contexto en el que han crecido las generaciones posteriores a la mía es aún peor. Mis sobrinos no tienen ni espacio físico para jugar en la calles y menos aún posibilidad de soñar con un futuro distinto. Israel cerró hace poco la frontera con Jordania, así que nadie puede salir. Pero esto no tiene reflejo en los medios. Por eso, cuando se habla de alto el fuego, pedimos que se hable también del fin de la ocupación y se trace un camino hacia un Estado palestino independiente

Afirma que desea difundir una imagen diferente sobre Palestina. ¿Es posible?

Otra narrativa es posible. A los palestinos se nos enseña a amar la vida y a luchar por la equidad y la justicia; no somos como nos presenta la propaganda israelí, seres inferiores sin educación, yihadistas, a quienes se nos adoctrina para odiar al otro. Tenemos resiliencia y fortaleza suficiente para levantarnos de debajo de los escombros y contar otra historia al mundo. Y lo hemos demostrado. Tenemos sueños, ambiciones, talento; nunca nos rendimos. Queremos la paz, vivir independientemente y que nos traten con equidad.

¿Cómo mantiene la esperanza en estas circunstancias?

Es muy difícil cuando no sabes si habrá un mañana, cuando tu hogar ha sido destruido, cuando tus memorias han sido borradas o cuando han muerto tus seres queridos. ¿Qué se le dice a alguien que ha perdido a toda su familia, a un niño que ha visto a sus padres despedazados por las bombas? No me siento capaz de decirle a alguien que no pierda la esperanza, porque resulta algo abstracto. Aún así quiero creer que el mañana será mejor. Por eso sigo hablando e intentando transmitir al mundo otra narrativa.