27 OCT. 2025 AZKEN PUNTUA Colofones Iñaki LEKUONA Periodista {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} En 1789 se llamaba despectivamente sans culottes a los revolucionarios de clase baja que portaban humildes pantalones en lugar de los aristocráticos calzones. Ahora, esta prenda que se lleva por dentro es la alegoría del honor. Así lo entienden los partidarios de Sarkozy, indignados —“nosotros no somos animales” ha exclamado uno— por el hecho de que el expresidente, en el colofón de su carrera, haya tenido que despojarse de ellos a su entrada en prisión, como si fuera uno de esos a los que él mismo trataba de chusma aquel 26 de octubre de 2005 en el que, en un barrio popular del noroeste de París, acuñaba como inflamable colofón de su visita aquel “os vamos a librar de esta escoria”. A la noche siguiente, prendían centenares de disturbios después de que dos adolescentes que volvían de jugar al fútbol murieran electrocutados mientras huían de la policía que les perseguía por una supuesta tentativa de robo en un solar en construcción. Los barrios ardieron entonces sin saber aún que aquel implacable ministro de Interior recibía cheques del régimen libio para financiar una campaña presidencial que a la postre ganaría. Ni estamos en 1789 ni hay sans culottes, pero si antes de Navidad el sistema acaba bajándose los pantalones y Sarkozy sale de la cárcel, como reclaman sus partidarios, Francia entera arderá de colofones.