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El fascismo y la impasibilidad


Ante el incremento de concentraciones fascistas, hay ciudadanía que corre a pararles los pies, a impedir que circulen por nuestros pueblos como el general Franco por su España.

Es evidente que son provocadores que necesitan publicidad mediática, pero siempre será un objetivo mayor que sientan la presión de la calle, ya que la impunidad solo la perciben por la parte de los cuerpos policiales.

Hacerle frente al fascismo no solo es una obligación ciudadana, sino una alerta histórica que salta como un resorte para los y las que han vivido o conocen bien un régimen dictatorial como el franquista.

Es curioso como de nuevo, como hace años, coinciden los argumentos de responsables políticos, de tertulianos y periodistas vascos y españoles con los de los mercachifles fascistas, denominando como «esa izquierda violenta de siempre, que algunos ya conocemos» a las personas que priorizan plantarse ante los falangistas antes que quedarse en el sillón de casa viendo como unos peligrosos descerebrados jalean a los asesinos, autores del golpe de Estado militar del 36.

También es inquietante recordar cuantas manifestaciones convocadas por la izquierda independentista vasca fueron prohibidas por la denominada justicia española y defendidos estos autos por la policía vasca, de forma preventiva, sin saber lo que se iba a decir o a corear en esas manifestaciones y justificar ahora como un derecho, la concentración de falangistas con banderas preconstitucionales, con consignas contra la democracia y con gritos de odio contra los y las vascas, mientras la Ertzaintza les rodea y protege.

La noticia es que el consejero de Seguridad dice, ahora sí, que hay que respetar la libertad de expresión y llama fascistas a los y las antifascistas; ponderando la misma carga, en esa balanza que representa la justicia, a la defensa de la libertad con la propuesta de conculcación de derechos.

La memoria histórica no solo es una ley, sino eso, memoria histórica, por ello habría que recordar que los únicos muertos y gravemente heridos en las manifestaciones realizadas en Euskal Herria han sido consecuencia de cargas de la Guardia Civil primero y a partir de 1982 de la misma Ertzaintza, nunca por parte de las personas manifestantes.

Sabemos que los cuerpos policiales «son los únicos autorizados a usar la violencia física, bajo un monopolio legal de la fuerza», y bien que lo han demostrado con las muertes de Rosa Zarra e Iñigo Cabacas y las numerosas personas gravemente heridas por cargas policiales desproporcionadas, durante diversas manifestaciones. Entonces, ¿por qué por defecto se define como «los violentos» a los y las antifascistas o independentistas?

El aumento de fascistas, falangistas, franquistas y defensores de regímenes políticos totalitarios a algunas personas nos preocupa, entiendo que a otras no, porque igual, si que les queda un poco de memoria histórica y recuerdan que tal vez siempre les quedará la oportunidad de poder pactar su evasión o retirada, como ya ocurrió con el Pacto de Santoña del 37.

Y ya si eso, luego, otras y otros se enfrentarán a ellos.