12 NOV. 2025 Los tiempos Carlos GIL ZAMORA Analista cultural {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} En los sistemas de producción neoliberales actuales, una obra de teatro mediana, con producción solvente, se ensaya por lo general cuarenta días, con sus horarios establecidos y las fiestas convenidas. En procesos de investigación y experimentación, en tiempos más colectivistas, se podía alargar la producción de un nuevo espectáculo meses, entre otras cosas, porque se partía de cero y la intervención activa de todas las partes implicadas hacía que el tono asambleario ralentizara el proceso a la vez que se ganaba en profundidad y conocimiento de todos los implicados de los porqué y para qué. El tiempo forma parte del proceso actoral de una manera específica y, entendiendo que cada individuo tiene sus recursos mentales, sus entrenamientos y sus capacidades, la barbaridad impuesta en las series televisivas que hace que actores y actrices sean memorialistas, atletas del aprendizaje de textos en tiempo récord, influye de una manera nociva a la calidad de las interpretaciones. Y quienes se ganan la vida en estos productos audiovisuales, cuando llegan a otros procesos creativos más complejos y pausados, sufren de diferentes maneras. Lo peor es que se haya aceptado sin postura crítica artística despreciar en los procesos creativos el tiempo necesario, unificando de manera industrial los planes de ensayos en un Excel productivista, lo que provoca que veamos tantas franquicias y productos similares y tan pocas obras de arte.