20 NOV. 2025 EDITORIALA No hay que retroceder 50 años para hallar a Franco {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} Hoy se cumple medio siglo de la muerte del dictador Francisco Franco tras casi cuarenta años de régimen fascista, una fecha de celebración y júbilo en Euskal Herria. Sí, murió en la cama, lo hizo matando apenas unas semanas antes y a su deceso siguieron años de feroz violencia estatal, pero el 20 de noviembre de 1975 fue una jornada feliz. Es importante reivindicar y hacer hueco a la alegría y a la dicha en la memoria colectiva que un país construye día a día. Para entender el regocijo hay que comprender lo que supusieron cuatro décadas de franquismo; hay que situarse en la agonía -a veces lenta, a menudo violenta- a la que condenaba toda disidencia que desbordase la norma de un españolismo cerril y conservador. La transmisión de esta realidad es una clave de bóveda que hay que cuidar a todos los niveles, en casa, en la calle, en las aulas y en el debate público. Euskal Herria ha sabido mantener esa llama mejor que otros lugares que también sufrieron la dictadura, pero esto no garantiza que vaya a ser siempre así. El impulso de reinterpretar los años del franquismo para encajarlos como a uno le conviene en la actualidad no es patrimonio exclusivo de la derecha, pero solo le beneficia a ella. Más en un momento histórico que sonríe a los sucesores materiales e ideológicos de Franco. Más allá del «atado y bien atado», palpable desde la Monarquía a la judicatura, pasando por las fuerzas policiales, la involución actual tiene que ver sobre todo con el auge de actitudes de corte autoritario, machista y supremacista que eran la norma con Franco. Se expanden de forma cada vez más transversal, si bien tienen su base entre los hombres de mediana edad. También entre los hombres más jóvenes. Este fenómeno no se expresa en Euskal Herria de la misma forma que en el Estado español, pero no significa que no exista. La memoria es una herramienta del presente. Rememorar la muerte de Franco, aquí y ahora, tiene sentido si se hace para recordar con ella el ejemplo y los argumentos de todas aquellas personas que, desde el golpe del 36 al último soplo del dictador, decidieron no agachar la cabeza ante el fascismo.