La soberanía sobre Taiwán aviva las tensiones entre China y Japón

La movilización de misiles balísticos hacia la remota isla japonesa de Yonaguni constituye la última manifestación del aumento de la tensión entre China y Japón desde que, el pasado 7 de noviembre, la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, afirmara que una invasión china de Taiwán supondría «una situación que pone en peligro la supervivencia» del país. Desde entonces, los intercambios retóricos entre altos cargos de ambos Gobiernos se han intensificado y, lejos de atenuarse, el plantón del primer ministro chino, Li Qiang, a Takaichi durante la cumbre del G20 en Johannesburgo ha evidenciado aún más el distanciamiento entre los dos países.

Amparadas en la política de “una sola China” -principio según el cual Taiwán es un territorio inalienable de la República Popular-, las autoridades chinas han reiterado que cualquier interferencia externa será interpretada como una agresión a su soberanía. La larga sombra de los enfrentamientos del siglo XIX y la brutal represión ejercida por el Imperio nipón sobre la población china durante la II Guerra Mundial tampoco contribuyen a mejorar la relación bilateral. Aun así, el tránsito de ciudadanos, las relaciones comerciales y la posición geográfica hacen que sea fundamental una relación mutua estable.

Alineada claramente con EEUU, y firme defensora de la independencia y soberanía de la isla de Taiwán, la recién investida líder japonesa se ha reafirmado en las declaraciones que originaron la disputa. No obstante, consciente de la profunda interdependencia entre ambos países, busca ahora reequilibrar una balanza diplomática que ella misma desequilibró hace apenas unas semanas.