25 NOV. 2025 Seis muertes y más de 7.000 denuncias por violencia machista En lo que va de año, la violencia machista se ha cobrado en Euskal Herria la vida de cinco mujeres y una niña de 13 años, el doble que en 2024. Es la punta del iceberg de un problema que, entre enero y septiembre, ha superado la barrera de las 7.000 denuncias, 25 diarias. Protesta en las calles de Zarautz contra la muerte de Yolanda A.U, acaecida en este municipio el 17 de octubre. (Gorka RUBIO | FOKU) JOSEBA SALBADOR GOIKOETXEA {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} Un año más, este 25 de noviembre hay que volver a hablar de la violencia contra la mujer, una lacra que se expresa de formas muy diversas, desde las más veladas y sutiles hasta las más explícitas y brutales, como es el caso de las seis personas que han muerto en lo que va de año por el hecho de ser mujeres. Nada más comenzar el año, el día 3 de enero de 2025, perdía la vida Alicia, una mujer de 84 años vecina de Barakaldo, a consecuencia de los golpes asestados por su hijo de 63 años. Se da la circunstancia de que este hombre tenía una orden de alejamiento de su exmujer y vivía en casa de su progenitora, donde los malos tratos eran constantes. Un mes después, el 5 de febrero, otra mujer fallecía también a manos de su hijo. El suceso se produjo en Irun, donde Mirentxu Arregi Blasco fue apuñalada en su domicilio por su hijo de 47 años. Pese a ser trasladada con vida al hospital, falleció horas después. El 25 de abril, una mujer de 35 murió a manos de su pareja en Haro, adonde se había trasladado a vivir diez días antes procedente de Gasteiz. El agresor le asestó una puñalada mortal en el cuello y fue encontrada en el suelo por su hermana, con quien residía junto a dos niños de corta edad. El 30 de mayo, una niña de 13 años, Jasmine Eva G., moría en un piso del barrio Errekalde de Bilbo tras ser degollada por su propio padre, que también hirió a la madre de la víctima antes de quitarse la vida. El 29 de julio, Mercedes Bezunartea Valencia, de 78 años, moría en su domicilio de Zizur a consecuencia de un fuerte golpe en la cabeza propinado por su marido, de 85 años, enfermo de Alzheimer, un caso en el que sus familiares rechazaron que se definiera como violencia machista. El inculpado ha quedado en libertad bajo fianza este mes de noviembre. La última muerte se produjo en Zarautz, el 17 de octubre, cuando Yolanda A.U., de 53 años, murió al ser asfixiada mientras se encontraba en el piso del agresor, un vecino de esta localidad de 47 años con el que, según la Ertzaintza, mantenía «algún tipo de relación afectiva». El agresor tenía antecedentes por violencia de género en relaciones anteriores. A estas seis muertes hay que sumar otra sucedida poco después del 25-N de 2024, por lo que no quedó reflejada en el reportaje del pasado año. Se trata de una agresión producida en Pasaia, donde un hombre de 53 años causó la muerte de Leonor, de 45, tras dispararle varias veces con una pistola. La mujer, que tenía dos hijas, ya lo había denunciado en 2020. Tampoco hay que olvidar que este año sigue sin saberse nada del paradero de Laure Zacchello, una mujer que desapareció en Urruña en junio de 2024. El pasado 8 de enero, la justicia francesa rechazó por segunda vez la petición de libertad de su marido, que sigue siendo el principal sospechoso de su desaparición. AUMENTO DEL 1% Aunque los fallecimientos constituyen la cara más dramática de la violencia machista, no son más que la punta del iceberg de un problema mucho más profundo y que ha provocado ya la interposición de 7.019 denuncias entre enero y septiembre en Hego Euskal Herria, un 1% más que en 2024. Según datos recogidos por Emakunde, entre enero y septiembre se han producido 5.334 denuncias por violencia machista (894 en Araba, 2.724 en Bizkaia y 1.716 en Gipuzkoa), un 1,25% más que en el mismo periodo del año anterior. La mayor parte de estas denuncias tiene su origen en la violencia ejercida por la pareja o expareja (3.848 denuncias, un 72%), frente a 903 casos de violencia intrafamiliar (17%) y 583 ataques contra la libertad sexual (11%). Estos últimos son los que más han vuelto a crecer con respecto al mismo periodo del año anterior, con un aumento del 6%, aunque hay diferencias muy significativas entre territorios: mientras en Gipuzkoa han descendido un 13,8% y en Araba han repuntado un leve 1,2%, en Bizkaia se han disparado un 23,6%. En lo que respecta a Nafarroa, y según datos recabados por el Instituto Navarro para la Igualdad, entre enero y septiembre se han registrado un total de 1.685 denuncias por violencia machista, una cifra prácticamente idéntica a la del pasado año. También aquí la mayor parte de las denuncias están motivadas por agresiones de la pareja o expareja (1.248 denuncias, el 74%), frente a 197 (el 11,7%) en las que no constaba ninguna relación con el agresor o 129 denuncias (7,6%) en las que había relación familiar. En cuanto al origen de las víctimas, el 49,45% de las mujeres que han padecido violencia machista en Nafarroa en lo que va de año procede de otros países, un porcentaje que se eleva al 53,3% en el caso de los hombres denunciados. la mitad de las víctimas de violencia sexual, menores Los datos referidos a este 2025 vuelven a dejar en evidencia que pese a que el mayor número de víctimas de violencia machista correponde a la franja de edad entre 30 y 49 años, los casos de violencia sexual se ceban entre la población menor de edad. Así lo reflejan, por ejemplo, los datos recopilados por el Instituto Navarro para la Igualdad (INAI), que indican que de las 222 denuncias por violencia sexual registradas entre enero y septiembre, casi la mitad (el 45,9%) tuvo como víctima a menores de 18 años. Algunos de los casos más mediáticos este año han sido protagonizados por entrenadores deportivos, dos de ellos juzgados en Bizkaia y uno en Gipuzkoa. Es el caso del exentrenador del club de baloncesto Lointek Gernika, condenado a 13 años y medio de prisión por un delito continuado de agresión sexual a una de sus jugadoras menor de edad; el de un profesor de surf de Hondarribia sentenciado a 88 años de prisión por abusar de once menores; y el de un entrenador de fútbol de Barakaldo condenado a tres años por agredir sexualmente a cuatro jugadoras de 14 y 15 años. Al margen de estos casos, en enero una menor sufría una agresión sexual por parte de un joven de 20 años en el albergue de Ulia; en marzo, otra menor de 14 años era víctima de una agresión en un piso de Arrotxapea por parte de dos jóvenes de 22 y 24 años tras haber concertado un encuentro a través de redes sociales; y en abril, un hombre de 33 años era detenido en el Estado francés por haber violado a una joven de 16 años en Txantrea. En mayo, una menor tutelada por la Diputación de Gipuzkoa denunció haber sido violada por cuatro hombres en el monte Ulia, y en junio se conocía la petición fiscal para un educador del centro de menores de Aia acusado de agredir sexualmente a otra menor tutelada cuando tenía entre 13 y 14 años. Ese mismo mes, el juez decretaba prisión para un hombre detenido por agredir sexualmente a una menor de 14 años en una bajera del barrio de Iturrama de Iruñea y en junio, otra menor de una localidad de Arabako Errioxa fue agredida sexualmente por tres jóvenes, dos de ellos también menores. Muchas de estas agresiones, sin embargo, se producen en el ámbito familiar, como las que han dado lugar este año a una condena de 22 años de prisión contra un hombre por haber violado en Gasteiz a sus dos hijas desde que tenían 5 y 6 años; 14 años de prisión para un hombre de 53 por abusar de su hijastra desde los 10 años y violarla desde los 18 en Iruñerria; 5 años y medio para un hombre de 39 por abusos sexuales a una cuñada suya menor de edad en Nafarroa; o la detención de un hombre de 30 años por agresión sexual a una menor de 14 en una vivienda de Sarriguren. J.S. La mayoría de las denuncias tiene su origen en la violencia ejercida por la pareja o expareja, , seguida de la violencia intrafamiliar y contra la libertad sexual.