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EDITORIALA

Anular la estructura que nutre la violencia machista


Como cada 25 de noviembre, ayer se celebró en todo el mundo el día internacional contra la violencia machista. Instituciones, sindicatos y el movimiento feminista convocaron un buen número de movilizaciones a lo largo y ancho de Euskal Herria. A pesar de que son innegables los importantes avances logrados en el respeto a los derechos de las mujeres, la persistencia de la violencia machista continúa siendo un exponente claro de que todavía queda mucho camino por recorrer.

Desde el 25N del año pasado, la violencia machista se ha llevado la vida de cinco mujeres y una niña de 13 años en Euskal Herria, el doble que el año anterior. Además de las muertes, también han aumentado las denuncias, que de enero a septiembre de este año sumaron 7.019, un 1% más que en el mismo periodo de 2024. El incremento es posible que se deba a una creciente conciencia que hace que ahora se denuncien situaciones que antes se callaban. En cualquier caso, los datos muestran que la intensidad de la violencia contra las mujeres está lejos de disminuir. En este sentido, especialmente relevante resulta la encuesta elaborada por Emakunde que señala que la mitad de las mujeres encuestadas reconocieron haber sufrido algún caso de violencia machista a lo largo de su vida. Una cifra estremecedora que por sí sola da cuenta de una situación de violencia estructural que es necesario combatir con actuaciones que desactiven los fundamentos de la dominación masculina. Para ello son imprescindibles actuaciones que modifiquen las políticas públicas desde una perspectiva feminista, pero también es necesario abordar lo que Bilgune Feminista llama «redes de complicidad» entre hombres, ese silencio fraternal que oculta y ampara incondicionalmente actitudes inapropiadas o incluso ataques machistas.

Neutralizar las estructuras de dominación siempre es una tarea ardua que enfrenta grandes resistencias por parte de aquellos que ven peligrar sus privilegios, como atestigua el auge de la ultraderecha, pero imprescindible llevar a término para construir una sociedad más justa e igualitaria, donde mujeres y hombres puedan vivir en libertad y con dignidad.