01 DIC. 2025 GAURKOA Aumento presupuestario para la aceleración de la hemorragia Jesus OÑATE Responsable de Comunicación en Osakidetza del sindicato LAB {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} El sistema público de salud vasco, Osakidetza, se encuentra en un estado de fragilidad crónica. Los síntomas son evidentes y claramente percibidos por la población: listas de espera, precarización laboral, descapitalización de la Atención Primaria, estrategia de abandono y desmantelamiento de las redes de Salud Mental, etc. Hace unos pocos meses, desde la plataforma Euskal Herriak Kapitalari Planto!, realizamos un diagnóstico preciso: la captura corporativa de nuestro sistema público es una de las razones fundamentales del deterioro percibido por la población de manera tan contundente y general. No podemos entender la salud únicamente como la ausencia de enfermedad, sino como un estado completo de bienestar físico, psíquico, ambiental y social. Si entendemos este concepto integral, debemos aplicarlo también al sistema sanitario que la atiende. La salud del sistema público de salud no reside únicamente en manos del personal puramente sanitario, sino en la sinergia de todo el engranaje, desde la lavandería al personal del quirófano, pasando por mantenimiento e informática, e igualmente decisiva es la actuación de los gestores y su grado de fidelidad con el carácter público de la institución. Sin embargo, históricamente, el PNV ha defendido la externalización de estos servicios, etiquetándolos en sus posicionamientos políticos como «servicios complementarios» o «no nucleares». Esta distinción es una falacia política diseñada para justificar la entrega de grandes contratos a empresas privadas, muchas veces vinculadas a élites del propio partido. Además, debilita el sistema y lo pone en la senda de la dependencia cada vez mayor de intereses ajenos a los comunitarios. La realidad es que, si un servicio es esencial para el funcionamiento ininterrumpido y la calidad del sistema, debe ser de titularidad, control y gestión 100% públicos. Si la asunción de algún servicio supusiese un reto, debe asumirse con planificación y a medio plazo, pero en ningún caso renunciar mediante externalizaciones perpetuas. La magnitud del asalto corporativo al que nos referimos se mide en miles de millones. Osakidetza está comprometiendo, en contratos de servicios con terceros (conciertos asistenciales y externalizaciones no asistenciales), una cifra que supera en mucho los 3.000 millones de euros en un plazo de cuatro años. Esta hemorragia de fondos públicos hacia el capital privado es el núcleo de la crisis y subraya la necesidad urgente de estrategias que sitúen a Osakidetza en la senda de la autosuficiencia. El presupuesto del Departamento de Salud alcanza año tras año cifras históricas. Sin embargo, en manos de gestores con un marcado perfil neoliberal, profundamente permeables a la actividad empresarial y parasitaria del sistema, este aumento se está convirtiendo en la aceleración de la hemorragia, en lugar de una solución para la población, que de manera paralela sitúa a la sanidad pública como uno de los problemas que más preocupa. El modelo actual encaja perfectamente en una lógica que prioriza la mercantilización de los nichos de negocio existentes y claro está, la salud es un nicho muy importante. Por lo tanto, cada euro adicional inyectado al sistema corre el riesgo de traducirse únicamente en beneficios para las empresas privadas. La población, que debería ser la beneficiaria principal, queda relegada a un segundo lugar siendo sustituida por los márgenes de beneficio de las corporaciones. La liberación del sistema es, por tanto, una condición sine qua non para que el aumento presupuestario se convierta en una inversión social y no en una subvención corporativa. Nos repetirán en las próximas semanas de negociación de los presupuestos que el gasto por habitante en sanidad supera récords, lo que no te dirán es que también bate récords la cantidad de ese dinero que va a parar al entramado de corporaciones que parasitan nuestros impuestos. La colaboración de gestores que ven en la externalización una manera de esconder su incapacidad para gestionar recursos públicos también fundamenta una salida profesional cruzando las más que habituales «puertas giratorias» en Osakidetza. La verdad es que alrededor de un 20% de la cantidad destinada a salud por habitante acaba en manos de empresas que prestan servicios a Osakidetza en áreas como mantenimiento, cocinas, limpieza, lavanderías, informática, además de los conciertos y derivaciones... Y otro 22% por habitante acaba en forma de compras. La inmensa mayoría de trabajos que se están externalizando o derivando pueden ser realizados por el propio sistema público porque cuenta con profesionales capacitados para realizar todas esas tareas en las famosas listas de contratación, pero la lógica neoliberal y los gestores que propician la captura corporativa del ente optan por desviar el capital público a empresas externas y renunciar a la autosuficiencia. En el ámbito de las compras, se hace urgente, en primer lugar, dejar de colaborar con el genocidio palestino y romper relaciones comerciales con empresas como TEVA pharmaceutics que financian al Estado israelí y buscar alternativas comerciales. Dentro de la captura corporativa, existe un núcleo duro: el lobby farmacéutico. Es urgente en ese camino a la autosuficiencia del sistema la creación de una farmacéutica publica que fabrique la mayor parte de la lista medicamentos esenciales publicada por la OMS, dando prioridad a los 361 medicamentos pediátricos esenciales. Son cuestiones tan ambiciosas como necesarias tras décadas de descapitalización y estrategias de debilitamiento del sistema sanitario. Son medidas que debieran impulsarse desde el propio Departamento si fuesen fieles al carácter público del sistema sanitario, pero que, a día de hoy, seguirán siendo la piedra angular de la acción de quienes defienden un sistema sanitario público 100%, es decir, autosuficiente.