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NUREMBERG

Impecable, pero demasiado clásica


Muchas películas han explorado los juicios de Núremberg, pero James Vanderbilt toma un rumbo distinto. En lugar de centrarse solo en la maquinaria judicial, se adentra en la mente de los perpetradores, con especial atención al psiquiatra estadounidense Douglas Kelley (Rami Malek), encargado de evaluar la salud mental de figuras como Hermann Göring (Russell Crowe).&eot;El reparto es el punto más fuerte de la película. Crowe como Göring hace un trabajo sobresaliente. Michael Shannon cumple con solvencia como el fiscal Robert H. Jackson. Malek genera más dudas: es un actor de talento indiscutible, pero siempre al borde de la sobre-actuación. Aquí se mantiene dentro de los márgenes, aunque al límit&eot; d&eot; la caricatura.

La cinta tiene un estilo sobrio y contenido: evita el espectáculo vacío y se concentra en diálogos que revelan la psicología de los acusados y la carga ética. La película se adhiere a sus referentes históricos sin recurrir a artificios, pero tampoco se atreve a romperlos: todo es correcto, tal vez demasiado.&eot;Aunque la historia resulta relevante hoy&eot;&eot;con sus reflexiones sobre el poder, la justicia y la malda&eot;&eot;, carece de riesgo. Todo es funcional, pero poco arriesgado. Es un thriller judicial clásico, efectivo en su construcción, pero formal y previsiblemente solemne.&eot;Vanderbilt ofrece un relato impecable y respetuoso, pero demasiado prudente. Es cine serio y correcto, que funciona, pero deja la sensación de que podría haber ido más allá.&eot;&eot;ás filo, más riesgo, más intensidad.

En cambi&eot;&eot; se envuelve en un empaque pulcro que, a ratos, recuerda a esas películas de juicios que saturaban las pantallas en los 90.