Ahí lo tienes, báilalo

Aparece por una puerta institucional, camina hacia el atril, lleva un libro en la mano y tiene unos papeles colocados para que no se pierda en su comparecencia. Es un prodigio, se llama Pedro Sánchez y es presidente del Gobierno de España que dice va a hacer balance de los últimos seis meses de su gestión. Tiene labia, tiene presencia, seguridad, transmite optimismo, se acerca a los asuntos que le pueden quemar con escafandra protectora, suelta su versión de la vida, el mundo y la sociedad en la que vive con argumentos consolidados entre la rotundidad del argumento y la fluidez expositiva que supera las dudas o los resquemores. Echa cuentas y no le salen rosarios sino macroeconomía boyante.

Está insultantemente convencido de su misión que resume en un estribillo que nos informa de que su gobierno es rentable para la ciudadanía, para España y para Europa, es decir, un combo total. Da datos, aunque a algunos les suenen a relatos. Rebate todo cuanto la ficción de la extrema derecha política, judicial, mediática y religiosa iba dando por inminente: una crisis de Gobierno, una convocatoria electoral. Nada de nada. Sufrirá lo que tenga que sufrir, aguantará, resistirá, va camino de ser el segundo presidente más longevo en el cargo tras Felipe González, su actual contraluz desmemoriado.

Las reacciones inmediatas estaban escritas desde antes de la comparecencia. Con un abono común de transportes y dos promesas de reforzamiento de las políticas anticorrupción y a favor de las mujeres, con un semblante amable les desea a todos los presentes en la sala felices fiestas. Ahí lo tienes, báilalo.