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COPA DE ÁFRICA 2025, CUANDO EL FÚTBOL NO LO TAPA TODO

Marruecos acoge desde este domingo hasta el próximo 18 de enero una nueva edición de la Copa de África. Un total de 24 selecciones lucharán por hacerse con el título de campeón de un continente que vive el fútbol intensamente, pero cuyos problemas sociales se reflejan edición tras edición. No será una excepción.

Cartel anunciador de la Copa de África en el paseo marítimo de Agadir. (Franck FIFE | AFP)

África se enamoró del fútbol antes de que en muchos otros lugares del mundo ni siquiera supieran lo que era un balón. Porque, para principios del siglo XX, muchos países africanos ya jugaban a este juego que había llegado de manos extranjeras. En Sudáfrica, Egipto o Senegal no tardaron en adoptarlo, para convertirlo en parte de su cultura.

Mientras las ideas panafricanistas se expandían por el continente y la FIFA dificultaba la participación de sus selecciones en el Mundial, las federaciones de fútbol se unieron para organizar la primera Copa de África, tres años antes del estreno de la Eurocopa. Desde entonces, esta competición ha ido creciendo a la par que el propio fútbol africano y se ha convertido en una china en el zapato para las ligas europeas. Sus clubes no quieren prescindir del talento africano, pero, cada vez que se acerca una Copa de África, surgen protestas por la pérdida de sus futbolistas.

También es cierto que las mismas federaciones africanas aportan su dosis de caos en cada edición de este torneo, porque, el conflicto alrededor de las dos listas de jugadores, presentadas por los dos distintos seleccionadores de Camerún, es difícil de entender. Pero, cuando el jefe de Estado, Paul Biya, se mantiene en el cargo desde 1982 y a sus 92 años, acaba de ganar las elecciones bajo denuncias de fraude, se acumula poder y la tentación de intervenir en asuntos futbolísticos es grande.

Biya ya lo hizo en el Mundial del 90, cuando impuso la participación de Roger Milla y terminó convirtiéndose en la gran figura de un equipo histórico. Desde entonces, el presidente no ha dejado de intervenir en la selección. Pero, cuando otro carácter indomable, como Samuel Eto’o, se convierte en presidente de la federación de fútbol y su prestigio como ídolo nacional le da suficiente peso como para enfrentarse al presidente, las probabilidades de conflicto son muy altas.

MARRUECOS DIVIDIDO

Camerún estará presente en la Copa de África, pero no parte como una de las favoritas, porque ese papel le corresponde al equipo anfitrión. Al fin y al cabo, Marruecos vive un momento brillante en lo que a fútbol se refiere. Acaba de proclamarse vencedor de la Copa Árabe por segunda vez en su historia y en el pasado Mundial de Qatar se convirtió en la primera selección africana en alcanzar las semifinales de la competición.

Camerún había estado muy cerca en Italia 90, Senegal también llegó a cuartos de final en 2002 y solo las manos del uruguayo Luis Suárez pudieron apartar a Ghana de las semifinales en 2010. Y cuando los cuartos de final empezaban a convertirse en una barrera psicológica para las selecciones africanas, Marruecos venció a Portugal y se metió en las semifinales del pasado Mundial. Con una selección joven, que incluía a futbolistas como Achraf, Abde o Aguerd, todo hacía indicar que a los marroquíes les esperaban años de alegrías futboleras.

Después de que en 2015 renunciaran a la organización de la Copa de África por temor al virus del ébola, tras el éxito de Qatar, en el Gobierno marroquí debieron pensar que era un buen momento para subirse a la ola y apostar por el fútbol. El país ha organizado las dos últimas Copas de África femeninas y organizará también la del próximo año. En 2023 fue elegido como sede de la Copa de África y un año más tarde, la FIFA confirmaba la organización del Mundial 2030 a Marruecos, España y Portugal.

Para la organización de esta Copa de África, el Gobierno se embarcó en la construcción de dos estadios nuevos, el Moulay Abdellah y el Olímpico, ambos en la ciudad de Rabat, y en la reconstrucción de otros siete estadios. Además, con vistas al Mundial 2030, se está construyendo en Casablanca el estadio Hassan II, que contará con una capacidad de 115.000 espectadores. Se han invertido 4.200 millones de dólares en la ampliación de los aeropuertos y ha comenzado la construcción de la línea de alta velocidad que unirá Tánger, Rabat y Casablanca.

El plan del Gobierno marchaba según lo previsto hasta el pasado 27 de septiembre, cuando la muerte de ocho mujeres, ingresadas en el hospital de Agadir para que se les practicara una cesárea, despertaron las primeras protestas alrededor del movimiento denominado GenZ-212. Las protestas se extendieron a las principales ciudades del país, reclamando mejoras en el sistema sanitario y educativo y denunciando la corrupción existente. El excesivo gasto en la organización de la Copa de África y el Mundial figura también entre las denuncias de los jóvenes marroquíes.

REFORMAS Y REPRESIÓN

No es la primera vez que se producen protestas de este tipo en el país. Ya ocurrieron en 2011, coincidiendo con las primaveras árabes y se repitieron cinco años más tarde. Ahora, la Copa de África expone al país ante el mundo y lo que estaba previsto como una oportunidad de promoción, se convierte también en un altavoz para las protestas. Por el momento, el Gobierno ha prometido reformas en sanidad, educación y una apertura a la participación de los jóvenes en política, al tiempo que responde a las protestas con una fuerte represión policial. Ya son tres las personas fallecidas, mientras que suman más de 200 las condenadas a prisión, según datos ofrecidos por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH).