GARA Euskal Herriko egunkaria
FUTURO POLÍTICO

Preparándose para confirmar en las urnas la anomalía vasca

En el calendario está fijado que el 23 de mayo de 2027 habrá elecciones forales y municipales, pero los partidos se preparan para la posibilidad de que antes Pedro Sánchez pulse el botón rojo. Hay síntomas de nerviosismo, pero nada hacer ver que el terremoto llegue a Euskal Herria.

(Iñigo URIZ | FOKU)

Este 2026 va a ser preelectoral o quizá electoral para las fuerzas políticas de Hego Euskal Herria. En el horizonte programado están las elecciones forales y municipales del 23 de mayo de 2027. Pero en el futuro previsible se apuntan las de Cortes cuando Pedro Sánchez considere que le puede venir mejor. El presidente español insiste públicamente en que aguantará año y medio más y agotará la legislatura, pero pocos le creen. A fin de cuentas, nadie enseñaría sus cartas.

De momento, lo que se sabe es que el PP dispone de una batería de elecciones autonómicas con las que ir bombardeando a un PSOE minado por escándalos. La primera andanada fue la de Extremadura, que si bien no sirvió a los de Núñez Feijóo para su objetivo de poder gobernar sin Vox, sí que provocó un hundimiento de los de Sánchez. Hay que recordar que el PSOE había ganado todas las autonómicas extremeñas hasta el 21 de diciembre de este año, cuando se dio un batacazo histórico. Para el 8 de febrero está convocada la ciudadanía de Aragón y para el 15 de marzo la de Castilla y León. Y en junio se cumple la legislatura en Andalucía.

Si se repiten o se acercan a los resultados de Extremadura, lo único «bueno» (y con muchas comillas) es que el crecimiento de Vox iría en detrimento del PP y podría servir para movilizar a la izquierda. Y es posible que en la Moncloa estén, a su vez, esperando a que en primavera del 2026 comience el juicio de la trama Kitchen que involucra directamente al exministro de Interior Jorge Fernández Díaz y que ello tenga alguna influencia en el debate público y en el electorado.

EN ESTE CONTEXTO, DE MOMENTO, LAS ENCUESTAS QUE SE VAN CONOCIENDO HACEN PENSAR QUE ARABA, BIZKAIA, GIPUZKOA Y NAFARROA PUEDEN CONSTITUIR UNA ESPECIE DE ANOMALÍA VASCA.

No se observa, al menos por el momento, que el PP pueda crecer mucho en estas tierras; puede que Vox despunte, pero dentro de su nimiedad; y las federaciones vascas del PSOE tampoco se prevé que reciban el duro castigo sufrido en otros lares.

De hecho, según el sondeo de Aztiker recientemente publicado por GARA, ni siquiera en el caso del PSN, que por cercanía y relación directa podría ser el más afectado por las andanzas de Koldo García o Santos Cerdán, se observan, por ahora, graves repercusiones. De hecho, se prevé que repetiría los 11 escaños logrados en las elecciones de 2023.

Y no será porque UPN no esté poniendo toda la carne en el asador, desde las acusaciones de todo tipo de corrupciones al uso continuado del comodín de ETA. De hecho, la presidencia de Cristina Ibarrola, a la que tan mal le sentó la moción de censura, no está dando réditos a UPN.

En general, en Nafarroa, parece mantenerse el equilibrio entre bloques, aunque la oposición derechista en toda su gama de extremos podría tener un mínimo crecimiento, menor en todo caso de lo que podría suponerse en la coyuntura actual.

María Chivite muestra voluntad y determinación para seguir gobernando, y las formaciones que están coaligadas con el PSN en el Ejecutivo -Geroa Bai y Contigo-Elkarrekin- y con quien alcanzan acuerdos, EH Bildu, no parecen querer dar a la derecha la satisfacción de dejar caer a la presidenta, a menos que aparezca algún socavón en la limpieza de su Gabinete.

Y si eso pasa en Nafarroa, que es el territorio vasco que más puede sentir réplicas de los indicios de corrupción entre altos cargos del PSOE, en la CAV todo parece llegar todavía con más sordina. Ni el PP se beneficia ni el PSE lo padece especialmente.

Da la impresión de que en Hego Euskal Herria son los factores internos los que más pueden mover a un electorado que en líneas generales se muestra bastante estable.

PERO COMO CUALQUIER PEQUEÑO MOVIMIENTO PUEDE PRODUCIR ALGÚN DESEQUILIBRIO, NO ES DE EXTRAÑAR QUE LOS PARTIDOS POLÍTICOS VASCOS ESTÉN YA PENSANDO EN LAS URNAS, ALGUNOS CON EVIDENTE NERVIOSISMO E, INCLUSO, ARDOR GUERRERO.

Una belicosidad que se observa especialmente en contra de EH Bildu, tanto desde los partidos como desde importantes medios de comunicación. Da igual para ello falsear la realidad o atribuirle cosas que ni ha dicho ni ha hecho o llegar incluso a desdecirse uno mismo.

Al día siguiente de que en el pleno del Parlamento del 18 de diciembre el presidente del PP vasco, Javier de Andrés, recordara que ellos son «el primer partido de España y de Europa» y advirtiera a EH Bildu de que «serán exterminados de Euskadi como fuerza política», el lehendakari, Imanol Pradales, declaró a la prensa su «tristeza» por lo que escuchó, por cómo «se elevó la crispación» y por las palabras «gruesas que dijeron los representantes de PP y de EH Bildu». Y los medios recordaron que Arkaitz Rodríguez habló de que el PP «se comporta como buenos y verdaderos herederos políticos del franquismo» y que «son portadores de tiempos oscuros». Lo que todos callaron es que la primera frase era del presidente del EBB, Aitor Esteban, y la segunda, del propio lehendakari. Casi nadie quiso recordarlo aunque el parlamentario de EH Bildu lo dijo claramente en su intervención. Pero los que crispan son los demás.

En las intervenciones en el Parlamento, tanto desde el Gobierno como desde el PNV, se critica a EH Bildu incluso cuando apoyan propuestas jeltzales, y hay también parlamentarios del PSE propensos al exceso contra la izquierda independentista. Y con ello demasiadas veces da la impresión de que se está alisando el camino para acuerdos con el PP -como el pacto para elegir al Ararteko, la persona encargada de defender los derechos de la ciudadanía, entre ellas lingüísticos y sociales, frente a la Administración- que se extiendan a otras instituciones.

Desde la dirección del independentismo de izquierda se interpreta que, viendo la evolución política vasca y las encuestas internas que manejan los partidos, los actuales socios PNV y PSE temen que tras las próximas elecciones forales y municipales, su suma ante EH Bildu no sea suficiente y tengan que volver a echar mano del PP, como hicieron en Gipuzkoa, Gasteiz y Durango.

En todo caso, cabría entender que a EH Bildu le conviene más actuar como poder fáctico en sintonía con demandas mayoritarias de la sociedad que dejarse arrastrar por el activismo juvenil, legítimo pero en algunos casos contraproducente, y más en este contexto hiperventilado.

Por cierto, hablando de juventud y en los habituales términos de lucha de clases, llama la atención que los medios dominantes de la burguesía ofrezcan a la organización de jóvenes comunistas vascos una atención y exposición pública que el Movimiento Socialista, en el que se encuadran, no encuentra en ningún otro lugar del Estado español.

Recientemente, Ion Ansa escribía que la centralidad en política no es que todos te quieran sino que todos quieran quitarte de en medio. Cabría pensar que en el caso de EH Bildu es lo que está ocurriendo. De su habilidad dependerá utilizarlo como en el judo, algo que Arnaldo Otegi ha solido decir también.

QUIEN MAYOR FUROR ESTÁ MOSTRANDO ES EL PNV, QUE DURANTE 2025 HA VIVIDO UN PROCESO DE RENOVACIÓN INTERNA QUE NO HA SIDO TODO LO PACÍFICO QUE HABRÍA QUERIDO.

Fue una elección en dos tiempos. En la primera cambiaron las direcciones regionales y lo hicieron antes de aprobar las ponencias que esas ejecutivas deberían después aplicar.

Pero hay un hecho en el que conviene fijarse. Esas elecciones provinciales de lista única, así como la sustitución de Iñigo Urkullu por Imanol Pradales y el nombramiento de sus consejeras y consejeros, se hizo cuando al frente del EBB se encontraba Andoni Ortuzar, que también aspiraba todavía a ser reelegido para seguir dominando el PNV.

Sin embargo, Ortuzar tentó demasiado a la suerte, quiso hacerse de rogar, y lo que ocurrió fue que el marido de la relevada Itxaso Atutxa emergió hasta por Gipuzkoa provocando un tsunami interno (entiéndase la hipérbole dentro de la escasa participación de militantes que se dio en la elección). El caso es que Andoni Ortuzar tuvo que dar un paso a un lado en favor de Aitor Esteban para que no se comprobara que le iba a ganar en la segunda vuelta. Así que el PNV tiene un Gobierno de Lakua y unas ejecutivas regionales de tiempos de Ortuzar con un EBB de compromiso pero liderado por Aitor Esteban, a quien internamente acusan algunos críticos de no haber logrado ni el 10% del apoyo de la afiliación.

Un equilibrio difícil de mantener hacia dentro y hacia fuera. Cabe recordar que, por su larga trayectoria, el anterior presidente del EBB había estrechado lazos de confianza tanto con dirigentes de EH Bildu como también del PSE que, al menos todavía Aitor Esteban no está logrando replicar con la misma intensidad. Lo han dicho ellos mismos.

Y luego está la relación entre el vencedor y el vencido. Ortuzar hizo ver que se había enterado por la prensa de la decisión de Esteban de optar a la dirección del PNV y da la impresión de que se estuviera vengando. Perdido el cargo al final de marzo, y tras afirmar que volvería a algún puesto relacionado con su carrera de periodismo o trayectoria al frente de ETB, a primeros de septiembre a Andoni Ortuzar lo contrataron primero como «asesor externo» de la consultora PwC, puesto que ha tenido que dejar para elevarse a consejero de Movistar+.

Hay quien recordará que cuando Josu Jon Imaz dejó la presidencia del EBB y fichó por Petronor, Xabier Arzalluz afirmó que era un mal ejemplo para la juventud vasca y para la de su partido. Ahora, sobre el salto de Andoni Ortuzar, el presidente del EBB, Aitor Esteban ha declarado que ha causado «desasosiego» entre la afiliación del PNV y que «ni el partido ni yo hemos tenido nada que ver en ese tema. Me enteré el mismo día que se publicó la noticia». Sabedor de que crece el murmullo contra las puertas giratorias, Esteban añadió que la noticia del nombramiento «no es neutra para nosotros, porque cierta gente va a verlo como si hubiera aquí algo que no hay».

El partido que hizo un proceso de «escucha interna» y dijo tomar nota de que es percibido como partido «conservador» y con «imagen de amiguismo», no da muestras de enmendarse en ninguno de los dos aspectos. Conviene no dejar como anécdota lo que el PNV está diciendo en materia de seguridad ni la decisión de publicar en cada nota la nacionalidad de los detenidos.

ESTO DE LAS DETENCIONES Y LA POSICIÓN SOBRE EL CENTRO DE REFUGIADOS DE GASTEIZ CONFORMAN UNA DERIVA QUE EL SECRETARIO GENERAL DEL PSE, ENEKO ANDUEZA, CALIFICÓ DE «PELIGROSA, MUY CERCANA A LA RANCIA DERECHA Y EXTREMA DERECHA QUE TENEMOS EN ESTE PAÍS».

Lo ha dicho recientemente, pero también con anterioridad a las elecciones autonómicas de abril de 2024, tras las cuales el PSE volvió, sin dudarlo, a reeditar su pacto con el PNV. No hubo oportunidad ni para una ronda de partidos, después de que los jeltzales empataran a escaños con EH Bildu o, precisamente, las prisas fueron por ello.

Hasta que Pedro Sánchez convoque elecciones y se sepa su resultado, PNV y PSE van a seguir juntos. Como curiosidad, el último CIS otorgaba 8 diputados en el Congreso a EH Bildu y 4 al PNV. Sea el que sea el resultado jeltzale, habría que ver cuál es la correlación de fuerzas entre PSOE, PP y Vox, para comprobar si hay algo que en Madrid tiente a los de Aitor Esteban. Ya pactaron con José María Aznar y apoyaron presupuestos y otras políticas de Mariano Rajoy.

Con PP y Vox muy menguados en estas tierras, es lamentable ver el estado del espacio que un día conformaron Podemos, Sumar e IU, que llegó a ganar las elecciones al Congreso en la CAV en 2015 y 2016. En Extremadura, la unión, aunque insuficiente, no les ha venido mal. Pero en Aragón no se va a repetir. En Nafarroa se mantienen en un estadio de no disputa y en la CAV la cosa va por instituciones.

Y todo indica que el 2026 entrante va a exigir a todos los partidos tener las cosas por lo menos algo claras.