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Hacienda, sede de la soberanía navarra


Desde que Idoia Nieves, la gerente de Hacienda, tomó las de Villadiego, me tiemblan las piernas. De verdad que no me explico por qué no ha acudido una turba de ciudadanos a aporrear las puertas de la sede de Hacienda preguntando a ver qué demonios pasa. Merecería que esas puertas las echaran abajo. La mandamás de Hacienda, en cualquier país, es quien verdaderamente corta el bacalao. Si no le salen las cuentas, adiós muy buenas. El capitalismo es así. Sin dinero, no hay derechos. Si no hay dinero para pagar médicos, no hay derecho a la sanidad. Si no hay dinero para pagar una casa, a la calle. Si no hay dinero para pagar profesores, no hay derecho a la educación. Si no hay dinero para comer, pasas hambre. Y claro, cuando uno se entera de que el gestor de los fondos públicos prefiere poner tierra de por medio, pues se teme lo peor: que no haya dinero. Y, por lo visto, no lo hay.

La cosa anda jodida. Y no es crisis económica mundial, sino ineptitud. Ineptitud y corrupción. UPN ha hecho de Nafarroa un erial y la pérdida de Caja Navarra es síntoma de una enfermedad mayor, un tumor que se extiende y que ahora atenaza el corazón de la soberanía navarra. Porque se nos llena mucho la boca asegurando que el Parlamento es la sede de la soberanía navarra, pero es falso. Mero romanticismo. En una sociedad capitalista todo es dinero. Y, según la doctrina marxista, también (infraestructura y superestructura). La sede de la soberanía navarra es la Hacienda y, como las cuentas no cuadren, nos la van a quitar. Porque les apetece. Así de sencillo. Y sin la Hacienda Foral, el Fuero es scottex.

Más allá de los motivos que aduce Nieves para su marcha, está el hecho de que es ahora cuando se han de cerrar las cuentas del ejercicio de 2013. Su dimisión es sumamente oportuna, porque no las tendrá que firmar. Pero su sustituto -retratado por sus compañeros como un inútil y un jeta- tendrá que tener mucho ojito con lo que rubrique. Porque si no hay, no habrá que inventar. No va a colar. Ya va siendo hora de asumir que su modelo fracasó. Si no, lo perderemos todo.