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PAPEREZKO LUPA

La tolerante Legión


Hay días en los que servidora no sabe si lo que está leyendo es broma, consecuencia de una digestión nocturna pesada o si algunos plumillas se han pasado de rosca tanto que se creen lo que escriben. Sucede con la última ocurrencia de Javier Algarra, columnista de «La Gaceta» y conocido por sus desvaríos en la TDT party. Agárrense porque comienza su columna de esta guisa: «`Cada uno será lo que quiera, nada importa su vida ante- rior, pero juntos formamos bandera, que da a la Legión el más alto honor'. Es una estrofa de la Canción del Legionario, el himno que nuestros más laureados soldados entonan para mostrar su compromiso y su carencia de prejuicios hacia los orígenes de cualquiera que decida abrazar su Credo. Toda una lección de tolerancia de la que deberían aprender algunos que censuran lo que no comprenden, prohíben lo que no comparten y desprecian lo que desconocen». Efectivamente, la Legión española siempre se ha distinguido por su tolerancia y respeto. En serio que una se queda ojoplática al leer estas mamarrachadas.

¿Y quién es, por el contrario, el intolerante en esta historia? Pues se trata del «alcalde de Sitges, Miquel Forns, de CiU, que ha anunciado que no autorizará las procesiones de Semana Santa en las que participen legionarios españoles». Pues parece una decisión acertada por ética, por estética y porque fijo que las vecinas y vecinos de Sitges están de acuerdo. Pero claro, al numantino opinador la decisión le repatea y afirma que «el fanatismo separatista ha llevado a algunos a abominar de cualquier elemento que les recuerde a España, el país en el que nacieron pero del que ahora reniegan, para seguir ciegamente a los que prometen una fantasía independentista con la que enmascarar la realidad de su nefasta gestión». Fantasía es que algunos se llamen a sí mismos demócratas.

Y para concluir, insiste: «La Legión no discrimina a las personas por su procedencia, su religión, sexo, tendencia política o vida anterior. Quienes comparten el espíritu de compañerismo, amistad, bravura, abnegación, disciplina, unión y sacrificio, encuentran su lugar en la Hermandad. No estaría de más que ciertos políticos, que ocupan sus cargos con el compromiso de entregarse al servicio público, demostrasen que son poseedores de alguna de esas virtudes». Pues si tanto le gusta, se podría apuntar él a la Legión y dejar de escribir sandeces. No nos caerá esa breva...