19 JUL. 2014 UDATE | 38. Gasteizko Jazz jaialdia. Kritika: Jazza Melissa Aldana: una aplastante realidad Yahvé M. de la Cavada La concesión este mismo año del primer premio en la prestigiosa Thelonious Monk Competition de saxofón a la chilena Melissa Aldana, además de más que merecida, supuso mucho más que el premio a la misma. En un mundillo como el de la primera línea del jazz norteamericano, con una enorme ala conservadora tanto en lo patriarcal como en lo territorial, que uno de los premios más importantes que puede obtener un joven solista recaiga sobre una mujer latinoamericana es, sin duda, una buena señal. Aunque Aldana lleva muchos años en esto, el premio puso sobre ella un montón de ojos y focos, como es natural. Su paso por Gasteiz, presentando su nuevo y muy recomendable disco -Melissa Aldana & Crash Trio- (Concord/Distrijazz), no deja ningún lugar a dudas: no hay un ápice de discriminación positiva en su reconocimiento. Aldana es una saxofonista elocuente que domina todos los registros del instrumento y una improvisadora de raza que muestra un asombroso dominio de la armonía tanto en sus composiciones como en sus improvisaciones. Sonny Rollins es una de las primeras influencias de Aldana, y a él estaba dedicado el tema que abrió el concierto en Gasteiz. El estilo de Aldana, sin embargo, debe más a referentes contemporáneos como Mark Turner, de quién la saxofonista muestra ecos en su fraseo, en su forma de construir el solo e incluso en su expresión corporal (esto es de lo más curioso pero así es) y Joe Lovano -hijo de saxofonista y consagrado al instrumento desde el seno familiar, al igual que Aldana- que fue también profesor de Melissa en Berklee. La música de Aldana es tan suya como de su trío, con Pablo Menares y Francisco Mela completando una formación circular que afronta la música de forma muy democrática. Mela, batería un tanto hiperactivo en contextos con más músicos, es el perfecto complemento a las cualidades liquidas del fraseo de Aldana. La interacción entre ellos, con Menares sujetando el conjunto mediante ingeniosas líneas de contrabajo, es lo más fascinante del proyecto. Todo el concierto fue un alarde de improvisación colectiva a la manera del legendario trío de Bill Evans con Scott LaFaro y Paul Motian, no en lo estilístico pero sí en lo ideológico. Es más, escuchando a Aldana es difícil no preguntarse lo que podría haber salido de una colaboración entre ella y Motian. Aunque su música es ya una realidad aplastante, lo mejor es que la joven chilena aún está formándose. Si juega bien sus cartas, estamos ante uno de los grandes nombres del jazz en los próximos años.