Un viaje maravilloso

Una simple viola y la electrónica fueron los artífices de uno de los momentos más especiales de esta Quincena Musical. La "Partita I", de Philippe Manoury, propone un viaje a través de los diferentes modos de interpretación de la viola: sus técnicas de arco, de atacar las cuerdas o pinzarlas con los dedos, así como sus recursos para generar sonidos inusuales fueron objeto de exploración de Manoury en un discurso pausado y contemplativo que tomaba los sonidos del instrumento y los desarrollaba en vivo a través de los altavoces que rodeaban la sala, gracias un complejo programa informático que identificaba el punto de la partitura que estaba tocando el solista en cada momento.

El resultado fue un ensueño de 45 minutos, un viaje al misterioso pero acogedor interior de una viola gigantesca, donde fuimos abrazados por sus vibraciones y resonancias. Una experiencia hipnótica con momentos concretos, como el final con la luz de la sala desapareciendo, de una belleza sobrecogedora. Qué duda cabe que una vivencia así solo puede propiciarla un intérprete de nivel increíble como es Christophe Desjardins, quien logró que desaparecieran las enormes complejidades de la obra de Manoury en favor de la comunicación más directa.

Previamente Desjardins estrenó, con algunas inseguridades esta vez, una obra temprana de Gabriel Erkoreka, "Ilargi", de interesante e introvertido tratamiento del material folclórico, que rememoraba otras creaciones como "Bizitza".