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HEMEROTEKA

Rentabilizar el terror y la sangre


(...) Rajoy necesitaba una coartada para justificar esa vuelta de tuerca a la judicialización de la vida privada y pública. Ese proyecto en el que el PP ha invertido tanto tiempo y energías. Y esa coartada ha sido puesta en bandeja por el yihadismo terrorista, el mismo que en 2004 quiso utilizar a su favor para rentabilizar sus políticas y sus estrategias de poder. Por eso, a falta de un terrorismo activo de corte yihadista en el reino de España, Rajoy ha desempolvado el misterio de ETA para volver a escenificar el acoso virtual de un terror también virtual, el de una banda desaparecida, ETA. El pasado día 12 de enero se detuvieron a 16 ciudadanos, doce de ellos abogados, en varias ciudades del País Vasco acusados de colaborar con banda armada y delitos contra la Hacienda Publica. Y esto ocurría después de la manifestación a favor del «acercamiento de los presos vascos» en Bilbao el pasado 10 de enero. Ocurría también unas horas antes del «macrojuicio de 35 personas acusadas de formar parte de la izquierda abertzale en los años 2005-2007». Esta operación, posiblemente en un claro arranque de imitación al estilo francés, ocurría en un escenario político en el que se están abordando estrategias proactivas para posibilitar a la ciudadanía del País Vasco un camino de convivencia en el que la esperanza sea algo más que un deseo virtual. «Si no fuera porque estamos ya en campaña, pues no recelaríamos, no nos olería a chamusquina», subraya el veterano periodista Iñaki Gabilondo.

Quizá esto explica que Rajoy no quiera irse sin hacer una muesca en el universo. Su práctica política recuerda mucho a una frase del moralista francés Rochefoucauld: «Para llegar lejos en este mundo, hay que hacer como si ya se hubiera llegado lejos». No obstante también hay quien dice que la ambición es el estiércol de la gloria.