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Banco Vaticano: la lavadora más visible del dinero más opaco

El Consejo Europeo, antiguos responsables del propio estamento financiero vaticano y periodistas que han investigado su actividad han señalado las corruptelas relacionadas con el Instituto de Obras Religiosas, más conocido como Banco Vaticano. Algunos han quedado a medio camino en el intento de depurarlas y otros han caído directamente en desgracia. La pugna por el control de la oscura actividad financiera estaría también en el origen de la renuncia papal.

La sede del IOR, una ciudadela inexpugnable. (Gabriel BOUYS / AFP)
La sede del IOR, una ciudadela inexpugnable. (Gabriel BOUYS / AFP)

Más allá del cansancio y el escándalo de la pederastia, la lucha de poder y la corrupción económica asoman como las principales razones de la renuncia de Bedendito XVI, y en ese ámbito todas las miradas se centran en el Instituto de Obras Religiosas (IOR) y el secretario de Estado de Vaticano, Tarcisio Bertone, que ha pasado de ser la mano derecha de Ratzinger a ser apuntado, por muchos, como principal responsable de la renuncia del Papa. Se le atribuye obstaculizar la depuración de los estamentos financieros de la Iglesia y ocultar las corruptelas internas de la Santa Sede.

En junio del año pasado, el director general del IOR, Paolo Cipriani, abría las puertas de la entidad financiera en respuesta a multitud de denuncias de blanqueo de dinero vertidas sobre ella.Tras negar todas las acusaciones, se mostraba ante los periodistas con una camiseta que rezaba ‘anti-money laundering expert’ (experto contra el lavado de dinero).

Según publicaba el rotativo ‘La Repubblica’ reciéntemente, Cipriani, además de Bertone, es el único que puede acceder a los datos de los titulares de las cuentas, llamados fondos, del IOR. Estos fondos solo pueden ser abiertos por religiosos, instituciones religiosas o ciudadanos del Vaticano. Pero a diferencia de los bancos ‘terrenales’, en el IOR cada titular de una cuenta puede designar un número ilimitado de apoderados para gestionar esas cuentas y no existe un registro oficial visible de esos delegados. El diario italiano recogía declaraciones de un trabajador del Instituto en las que afirmaba que «incluso podría haber dinero de Bin Laden».

En setiembre de 2010, la Fiscalía de Roma abrió una investigación y confiscó, de manera preventiva, 23 millones de euros del IOR. La razón, sendos ingresos no justificados de 20 y 3 millones de euros, respectivamente, en dos bancos a nombre de la institución financiera. Trascurrido un año las autoridades italianas descongelaron ese dinero y el Vaticano afirmó que se trató de «un malentendido».

Dos años antes, Ettore Gotti, había tomado el cargo de presidente del IOR, habría recibido el mandato directo de Benedicto XVI de depurar las cuentas financieras del Instituto. Ratzinger pretendía que el Vaticano contara con el aval de Europa como Estado transparente en el ámbito financiero, algo que no se ha cumplido, ya que en julio del año pasado la Comisión Europea pedía al Vaticano «reforzar su régimen de supervisión».

La larga mano de Bertone y las corruptelas financieras del Vaticano llegaban a medios de medio mundo a raíz de la publicación del libro ‘Sua Santità’, de Gianluigi Nuzzi (‘Las cartas secretas de Benedicto XVI’ en castellano). En el libro Nuzzi, da cuenta de varios correos privados en el que, entre otros datos, se cita una carta fechada en julio de 2011 y firmada por Carlo Mariga Viganò, por entonces secretario general del Governatorato del Vaticano, y que vio la luz a finales de enero de 2012. En la misiva, Viganò alertaba al Papa de varios casos de corrupción y pedía no ser trasladado de su puesto para poder investigarlos. Solo bastaron tres meses para que Bertone lo enviara como nuncio a EEUU (en octubre de 2011).

A los pocos días de publicarse el libro de Nuzzi fue detenido el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, acusado de ser el ‘topo’ que habría filtrado la correspondencia secreta de Benedicto XVI. Lo condenaron a 18 meses de prisión y el propio Papa lo indultó en diciembre del año pasado.

A raíz de las irregularidades detectadas en el IOR, Bertone se ocupó de destituir al encomendado para depurar las finanzas por el Sumo Pontífice, Ettore Gotti. En su lugar, el secretario de Estado situó a un hombre de su confianza, el alemán Ernst Von Freyberg, jefe de una fábrica naval en Hamburgo que construye, entre otros, buques de guerra. Varios medios de comunicación han visto como  un acto de venganza de Ratzinger el hecho de que este haya enviado recientemente a Ettore Balestrero a Colombia como nuncio. Perteneciente al cuerpo diplomático del Vaticano, era la mano derecha de Bertone y tenía acceso directo a las finanzas del Vaticano. Anteriormente Bertone se había ocupado, también, de destituir al hombre de confianza de Ratzinger Attilio Nicora de la presidencia de la Autoridad de Información Financiera de la Santa Sede, estamento creado por el Papa para «luchar contra el fenómeno del blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo».

Banco Ambrosio, Roberto Calvi y Renato Dardozzi

Los acontecimientos del último año que han sacudido las sotanas purpuradas del Vaticano cuentan con más antecedentes. El más sonado fue, quizás, la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982, que también fue motivo de controversia porque su presidente, Roberto Calvi, fue asesinado en Londres.

Pero fue el periodista Gianluigi Nuzzi quien hace casi tres años logró superar la inexpugnable fortaleza del IOR y sacar a la luz las corruptelas generalizadas en la principal institución financiera de la Iglesia. ‘Vaticano S.A.’ se basa en 4.000 documentos secretos que entregó el alto funcionario financiero y sacerdote Renato Dardozzi.

La aparición de aquellos miles de documentos fue la primera ocasión en la que información financiera del Instituto de Obras Religiosas salía a la luz. Ahora, la atención se centra en otros dos documentos que podrían arrojar más luz sobre este paraíso fiscal a la vista de todos: el informe sobre el ‘Vatileaks’ confeccionado por los cardenales Tomko, De Giorgi y Herranz, que finalmente solo llegará a manos del nuevo papa; y el documento que dijo haber completado Ettore Gotti, en el que habría compilado varios documentos comprometedores sobre los conflictos internos del Vaticano y a los que accedió la policía cuando registró su domicilio. Gotti aludió a esos documentos cuando fue víctima de una campaña de desprestigio dirigida por el omnipresente Tarsicio Bertone.