
Benedicto XVI, quien ha celebrado su última audiencia como pontífice, ha dicho que en sus casi ocho años de pontificado ha tenido momentos de «alegría y luces», pero también «momentos difíciles», aunque siempre se ha sentido «guiado y protegido por Dios».
El Papa ha dicho sentirse «como san Pedro con los apóstoles en la barca en el lago Galilea» y ha añadido que siempre ha sabido que en esa barca «está el Señor».
Ha añadido que «amar a la Iglesia significa tener la valentía de tomar decisiones difíciles, teniendo siempre presente el bien de la Iglesia y no el de uno». También ha asegurado que ha renunciado al papado «en plena libertad» al notar que sus fuerzas han disminuido.
Por último, ha asegurado que su renuncia al papado no significa que vuelva a la vida privada, ya que cuando aceptó ser Papa, «esa aceptación significa vivir para siempre para el Señor».

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