Agustín GOIKOETXEA
DONOSTIA

Cristianos insisten en que José Ignacio Munilla no es el obispo que necesita Gipuzkoa

En pocos días, cristianos guipuzcoanos agrupados en torno al colectivo Eutsi berrituz han hecho públicos sendos documentos en los que cuestionan los tres años de episcopado del obispo José Ignacio Munilla. Este grupo insiste en que no es el prelado que la diócesis de Gipuzkoa necesita.

Eutsi berrituz, al igual que lo ha hecho el Foro de Curas de Bizkaia, se ha felicitado de que la Congregación para la Doctrina de la Fe haya dado su plácet a ‘Jesús. Aproximación histórica’, obra de José Antonio Pagola. A pesar de ello, han mostrado su dolor por la postura del Obispado donostiarra, que sigue cuestionando la «investigación minuciosa y profunda» del teólogo, postura que achacan al propio obispo José Ignacio Munilla, al que acusan de ser uno de los «inspiradores» de la persecución a esa publicación.

En ese contexto, cobra aún más transcendencia el reciente análisis que este grupo de cristianos efectúa de los tres años de episcopado de Munilla, marcados en su opinión por el «autoritarismo» en el gobierno de la diócesis, relegando a los 200 laicos que tienen encomendadas tareas pastorales y obviando las posiciones mayoritarias en el seno de los consejos diocesanos. Tampoco pasan por alto que se otorgan responsabilidades «a quienes manifiestan una obediencia ciega» a Munilla.

El análisis, muy en sintonía con sucesivas informaciones públicadas por GARA, alerta de que la «desafección» por parte de muchos curas y laicos a las líneas pastorales marcadas por el prelado está repercutiendo en la «ausencia de comunión» y en «una erosión importante» de la vida pastoral. Su receta, y así lo subrayan, es que el obispo y sus colaboradores opten por «un diálogo serio, sereno y auténtico, que tenga en cuenta el pluralismo legítimo de los cristianos que conforman la Iglesia».

Otro aspecto que preocupa es el abandono progresivo del euskara, al nombrarse responsables en distintas facetas que lo desconocen, especialmente en la capital, donde el obispo centra su acción pastoral en sectores neoconservadores y ultras.