
La muestra reúne «desde sus primeros objetos y assemblage de mediados de los años sesenta y setenta, hasta las tierras chamoteadas y bronces más recientes», incluida la última escultura que firma el artista catalán en 2009.
En el primer aniversario del fallecimiento de Tàpies, la exposición descubre, en palabras de su comisario Álvaro Rodríguez, «la constante preocupación por el problema escultórico» del artista a lo largo de toda su trayectoria, «situando por primera vez a su escultura frente a sí misma».
Organizada de manera cronológica y temática, la muestra combina piezas de «rasgos monumentales» con otras de pequeñas dimensiones, alternando el desarrollo temporal con el análisis de temas, materiales y técnicas utilizadas, lo que «permite al espectador una certera aproximación al universo escultórico de Tàpies: desde su idea del muro hasta la representación recurrente de objetos cotidianos como sillas, camas, calaveras o libros».

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