Gotzon ARANBURU
DONOSTIA

Voluntarios de DYA

Al preguntarle cuántas horas dedica a su trabajo como voluntaria de DYA, Aitziber Lizarralde responde con cierta incomodidad «no sé exactamente, unas cien al año…», pero su compañera Arantza Lersundi sonríe al escucharla y aclara al periodista: «Qué va, mete más de doscientas horas, te lo digo yo». La propia Aitziber también entrega gran parte de su tiempo a esta labor social, al «(D)etente (Y) (A)yuda», al igual que hacen los otros cuatrocientos voluntarios de DYA Gipuzkoa, que cumple cuarenta años de existencia.

Voluntarios de DYA ante una ambulancia, en la sede de Donostia. (Gotzon ARANBURU)
Voluntarios de DYA ante una ambulancia, en la sede de Donostia. (Gotzon ARANBURU)

En la delegación donostiarra de DYA la actividad es incesante. Voluntarios con el chaleco reflectante amarillo entran y salen continuamente, a prestar servicio o de vuelta de prestarlo; la encargada de la centralita de avisos atiende las llamadas y distribuye el trabajo según su urgencia; un monitor prepara los muñecos de tamaña real que servirán para impartir un cursillo de primeros auxilios en una ikastola; las administrativas no quitan ojo de las pantallas de sus ordenadores. Y no falta quien se dedica estos días, casi a tiempo completo, a recibir los pedidos telefónicos de lotería de Navidad, una más de las fuentes de financiación de DYA.

DYA es una ONG que trabaja en toda Hego Euskal Herria y el Estado español. En el caso de Gipuzkoa, la organización fue fundada hace cuarenta años con el objetivo fundamental de ayudar a las víctimas de accidentes de tráfico; de ahí su lema, «(D)etente (Y) (A)yuda». Su actual presidente, José Luis Artola, indica que «mirar a aquel lejano 1973 me hacer ver cuánto ha cambiado nuestra sociedad y qué diferentes son las necesidades a las que se enfrenta. Nacimos pensando en las víctimas de la carretera; hoy priman las necesidades de tipo social. Antes ambulancias, ahora nuevos servicios dirigidos a las personas mayores, con discapacidad o con problemas de movilidad».

Lejos han quedado imágenes como las del accidente aéreo del monte Oiz en 1985, en el que miembros de un equipo de DYA fueron los primeros en llegar hasta los restos del aparato. En aquella ocasión no hubo, desgraciadamente, vidas que salvar. Pero sí restos humanos que recoger. Para las siete de la tarde de aquel 19 de febrero los voluntarios de DYA y miembros de Protección Civil habían transportado al cuartel de Garellano 55 cajas numeradas con restos mortales. En las inundaciones que periódicamente han afectado a Euskal Herria, allí ha estado DYA. La última vez por ahora, hace un año, cuando las aguas se desbordaron en Donostia y los hombres y mujeres de DYA rescataron con sus lanchas neumáticas a docenas de damnificados en los barrios de Loiola y Martutene. Unas semanas más tarde, el 15 de enero, también con motivo de la crecida de los ríos, rescataban e instalaban en 60 camastros en el polideportivo de Astigarraga a los inmigrantes del campamento situado a orillas del Urumea. El mismo día, sus compañeros navarros realizaban un trabajo ímprobo en la cuenca de Iruñea, inundada por el Arga.

Como señala Artola y corrobora el personal de DYA sobre el terreno, con el paso de los años ha cambiado sustancialmente el tipo de asistencia que presta la organización. Fuera de la red pública de ambulancias desde hace algunos años, la respuesta a emergencias sanitarias, con ser todavía muy importante, va perdiendo peso frente a la prestación de servicios sociales. El año pasado, fueron 3.304 los auxilios urgentes prestados por DYA Gipuzkoa en accidentes de tráfico, domésticos o deportivos. Los dispositivos de cobertura en conciertos, acontecimientos deportivos o fiestas fueron 1.823, 81 los rastreos o rescates en montaña o incendios, 206 los cursillos impartidos y, nada menos que 15.278 los servicios de atención de emergencias sociales, superación de barreras arquitectónicas y traslados en vehículos adaptados o sillas de ruedas. Como señala el voluntario Imanol Etxegarai, son muchas las personas mayores o impedidas que se quedarían todo el día encerradas en sus casas sin ascensor si no fuera DYA a ayudarles y sacarlas al aire libre.

450 voluntarios y 40.000 socios

Para llevar adelante su labor, DYA Gipuzkoa cuenta en este momento con cerca de 450 voluntarios, con distintos grados de dedicación. Entre ellos hay estudiantes, trabajadores, jóvenes, padres y madres de familia… En el apartado material, disponen de varias ambulancias, vehículos todoterreno, de rescate en mar, o para reparto de raciones de emergencia, así como hospitales de campaña, carpas, y maquinaria diversa.

¿Cómo se financia DYA? Hay que llenar los depósitos de combustible, proveerse de material, comprar uniformes, en definitiva, hacer frente al gasto corriente. Pues bien, aquí entran en juego los «otros» voluntarios, esos casi 40.000 guipuzcoanos socios que aportan una cuota anual y hacen posible que la organización no pase demasiados apuros económicos, a lo que también ayudan campañas puntuales, como la mencionada de venta de lotería, o subvenciones que solicitan para proyectos concretos.

Siempre respetuosa de sus principios fundacionales –una ONG apolítica, aconfesional, altruista y voluntaria– DYA hace guardia todos los días del año, sin excepción, para que quien necesite su ayuda reciba un «bai» inmediato de la telefonista y una asistencia casi igual de rápida por parte de los voluntarios del chaleco amarillo y la cruz verde.