Dabid LAZKANOITURBURU

El fantasma de la guerra resurge en los Balcanes, otra vez en Macedonia

El enfrentamiento armado hace días entre el Ejército macedonio y una columna de la guerrilla albanesa de UÇK cerca de la frontera con Kosovo ha despertado viejos fantasmas. Coincide además con una revuelta opositora en la exrepública yugoslava.

Domingo 10 de mayo. El Ejército y la Policía de la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) dan por neutralizado el asalto de una columna armada albanesa a la ciudad de Kumanovo, en la frontera con Kosovo.

Días antes, una treintena de hombres armados habían tomado el puesto de control fronterizo de Gosince. La acción fue reivindicada por UÇK, Ejército de Liberación de Kosovo, oficialmente disuelto en 1999 tras la intervención militar de la OTAN que forzó la separación de Kosovo de Serbia. UÇK se ha convertido desde entonces en una sigla utilizada por grupos armados albaneses de otros territorios, entre ellos Macedonia, movilizados por la defensa de sus minorías pero motivados también en parte por la idea de la construcción de la «Gran Albania».

Los combates se saldaron con 22 muertos (entre ellos 8 policías). Las decenas de casas destruidas y las fachadas calcinadas o acribilladas a balazos testimonian la violencia de los enfrentamientos registrados el pasado fin de semana en el barrio de mayoría albanesa de la tercera ciudad del país, con 100.000 habitantes. La ARYM tiene una población de 2.1 millones de habitantes, la mayoría eslavos. Los albaneses son un 25-30%.

El lunes, la Fiscalía anunció el procesamiento por «terrorismo» de 30 personas, 18 de ellas de nacionalidad kosovar, 11 albaneses de Macedonia y un último de nacionalidad albanesa y residente en Alemania.

Ecos de la crisis armada de 2001

Días antes, un comunicado publicado en la prensa albanesa de Macedonia reivindicaba el asalto guerrillero a Kumanovo en respuesta a «las agresiones policiales contra inocentes». Semanas antes, UÇK de Macedonia, también oficialmente disuelto en 2001, arremetía contra el líder del principal partido de los albaneses de Macedonia (DUI), Ali Ahmeti, antiguo dirigente guerrillero reconvertido a la política y cuya formación está aliada actualmente al gobierno del partido eslavo de derecha VMRO-DPMNE, cuyo objetivo es lograr la unificación de los territorios de la Macedonia histórica.

Ahmeti fue precisamente uno de los líderes de la rebelión albanesa que a comienzos de 2001 convirtió la ciudad fronteriza de Tetovo (90% de albaneses) en un campo de batalla. Los albaneses reclamaban derechos para su minoría en Macedonia. Seis meses después, y tras cerca de 200 muertos y bajo los auspicios de la UE y la OTAN, se firmaron los Acuerdos de Paz de Ohrid.

La guerra civil en Macedonia, anunciada por muchos a lo largo de los noventa –en plena y convulsa desintegración de Yugoslavia– logró ser conjurada con la promesa de una federalización de Macedonia y del reconocimiento de la cooficialidad de la lengua albanesa, además de una reforma policial para permitir el enrolamiento de albaneses.

14 años después, la Macedonia federal digue siendo una quimera –los grupos panmacedonios convocaron en 2004 un referéndum contra la descentralización municipal–. El albanés DUI, entonces insurrecto, ha acabado finalmente emulando al DPA, que antes de la insurrección de 2001 se alió con el VMRO-DPMNE. El sistema es absolutamente clientelar y tiene además efectos perversos. El DUI premia a los suyos, para desesperación de la abandonada población albanesa. Las prebendas que logra para los suyos generan además una sensación de agravio entre la población eslava.

Si a ello unimos la refundación que lidera el VMRO-DPMNE, y cuyo eje es la reivindicación de la Macedonia histórica (decenas de estatuas de Alejandro El Grande jalonan el país, relegando al olvido la herencia musulmana o albanesa de ciudades como la propia capital, Skopje), el malestar está servido.

Crisis política

Por si fuera poco, el asalto de UÇK coincide con una crisis política que incluye manifestaciones casi diarias contra el Gobierno.

La oposición, liderada por los socialdemócratas (SDSM), acusa al Ejecutivo de fraude electoral, corrupcción y de un plan de escuchas telefónicas a 20.000 personas, incluidos políticos y religiosos, para sobornarlos.

La muerte a manos de la Policía del joven Martin Neshkovski. tras las elecciones de 2011 se ha convertido en el eje de las protestas diarias –se espera una nueva el domingo–. El Gobierno y analistas apuntan a que estarían siendo impulsadas por la UE.

La conjunción del estallido de una crisis interétnica irresuelta y una revuelta opositora es terreno abonado para las teorías conspirativas. La analista macedonia Mirka Velinovska ve tras el asalto de UCK a Kumanovo un plan «para desestabilizar a Macedonia e intentar paralizar la construcción del gasoducto ruso-turco Turkish Stream, alternativa al fracasado South Stream».

Por contra, albaneses y macedonios contrarios al Gobierno aseguran que la crisis de Kumanovo habría sido provocada por el propio Gobierno en un intento de desviar la atención. Goran Mitevski, exjefe de inteligencia de la Policía macedonia, abona esta hipótesis y pone el precio, «entre 1.000 y 2.000 euros», que se habría pagado a «cada uno de los albaneses radicales de UÇK para participar en el asalto».

Todo es posible en los Balcanes. Pero sobre todo lo peor.