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Iruñea

Monumentos al despilfarro

La megalomanía de UPN y el gusto de sus dirigentes por las obras faraónicas a cargo del presupuesto foral ha supuesto un importante agujero en las arcas navarras. Si en Castellón tienen un aeropuerto sin aviones en Nafarroa existe un pabellón mastodóntico sin equipo, 70 kilómetros de TAV a ningún sitio o un circuito que se pretende malvender sin haberle sacado ningún tipo de partido. Pese a que estas inversiones solo sirvieron para beneficiar a las empresas constructoras el candidato Javier Esparza basa parte de su campaña en el «sostenella y no enmendalla» con los macroproyectos.

La línea más corta y cara del TAV

Los 70 kilómetros de Tren de Alta Velocidad (ahora rebautizado como Tren de Altas Prestaciones) salen a pagar 1.200 millones de euros. Un transporte a ninguna parte, sin conexiones con el Estado francés ni con Zaragoza, que cada navarro ya está pagando con sus impuestos. ¿Por qué? Por el empeño y cabezonería de Miguel Sanz y Yolanda Barcina, que cuando todo el entorno comenzaba a cuestionar una obra que causa graves perjuicios al entorno y no garantiza beneficios sociales, insistieron en que el TAV era una obra clave. Fue tanta su insistencia que terminaron hipotecando las cuentas del Ejecutivo foral, a quien le cuesta 40 millones al año pagar los intereses de una obra que, según los acuerdos, debería financiar el Estado. 


El pabellón Arena no tiene quien juegue en él

Otra obra faraónica ideada cuando la burbuja del ladrillo estaba a punto de reventar y que ahora nadie sabe qué hacer con ella. En 2008, cuando el San Antonio, que curiosamente estaba patrocinado por Cementos Portland, estaba en la élite del balonmano, al Gobierno de Nafarroa le pareció una brillante idea construir un inmenso y modernísimo pabellón. Se han gastado casi 60 millones, quedan todavía cerca de 7 por ejecutar y el desembolso no tiene quien lo aproveche. Cierto es que nadie se opuso en aquella legislatura al megaproyecto, que contó con el aval de UPN, CDN y PSN y la abstención de NaBai e IU. Ubicado junto al Sadar, la cancha y el frontón, que carecen de plan de viabilidad, se pudren sin que nadie se haga responsable del dispendio. Además, se use o no se use, el mantenimiento sigue comiéndose recursos públicos.


 


Negocio redondo en el circuito de Los Arcos

Un proyecto de iniciativa privada que terminó pagándose con fondos públicos y que ahora, casi en desuso, se pretende vender por mucho menos dinero de lo que costó a los navarros. Un negocio redondo, como las ruedas de los pocos vehículos que transitan por estas vías que se presentaron como una garantía de empleo en Los Arcos pero que solo ha provocado un agujero negro en las cuentas. El Ejecutivo pagó 61 millones por la construcción del circuito en una operación que hasta la Cámara de Comptos puso en duda. Ahora, con dificultades de mantenimiento que cuestan dinero a la administración, se pretende vender como un saldo. Se piden 15 millones de euros, menos de un tercio de lo que costó. 

 


Peaje en la sombra y mucho más caro

Otro caso en el que se repite el «modus operandi»: un proyecto diseñado por UPN y PSN (aunque estos últimos recularían posteriormente), que cuenta con la oposición del resto de formaciones, las dudas de la Cámara de Comptos y que termina costando a las arcas públicas más dinero del que debería, beneficiando a las constructoras. Hablamos del «peaje en la sombra» que se ha impuesto en la Autovía del Camino, la del Pirineo y una parte del canal. El Gobierno foral pagará  a las UTEs un coste fijo de 75 millones de euros anuales por un período de 30 años. Un desembolso que podría haber sido menor, tal y como indicaba el ente fiscalizador navarro. Un ejemplo: de los 1.200 millones de euros que costará la Autovía del Camino se podrían haber ahorrado 500 si se hubiese solicitado un crédito por el procedimiento habitual. Nuevamente, gana el cemento.

 


Ciudad Agroalimentaria de Tutera: a medio gas

El objetivo de la infraestructura era atraer a empresas del sector agroalimentario en una zona como la Ribera, con un importante peso del sector. Sin embargo, lo que en el papel parecía una buena idea a terminado como un gran erial de 1,2 millones de metros cuadrados que no despega.  Por el momento solo funciona al 43% de su capacidad, pese a los 98 millones de euros que costó ponerlo en marcha. El Gobierno foral podría argumentar que todavía tiene que coger velocidad y atractivo, un argumento que se sostiene con dificultad si se toma en cuenta que la Ciudad Agroalimentaria lleva en pie desde 2008. 

 

 

El fallido museo de los Sanfermines es ahora un erial

Un proyecto que ha costado dinero sin que se colocase una sola piedra. En principio estaba destinado a ubicarse en el parque de la Runa, posteriormente junto al antiguo parque de bomberos y al final se ha quedado en el papel. Se gastaron 6,37 millones en diseño y demás trabajos previos y se tenía previsto abonar 24. Al final, el erial ha terminado con otro uso: lugar de paseo para animales de compañía de los vecinos de Alde Zaharra o el Ensanche.

 

 

El recrecimiento de Esa

Las obras de recrecimiento del pantano de Esa, entre Nafarroa y Aragón, no cumplen con los requistos de seguridad, según geólogos y organizaciones ecologistas. Los continuos corrimientos de tierra han obligado a parar las obras en varias ocasiones y a afianzar las laderas con más hormigón. Pero los corrimientos no cesan y una urbanización de 135 casas ha tenido que ser desalojada para siempre. Esto ha motivado incrementos en el presupuesto de unos 200 millones de euros. Según las organizaciones Yesa+No y Salvemos el Río Aragón sostienen que el recrecimiento es innecesario y que bastaría con la modernización de los sistemas de regadío en Bardenas. 

 


Canal de Navarra

Tras levantar el polémico pantano de Itoitz, las obras continúan con las diferentes ampliaciones de Canal de Navarra, la construcción más megalomana de la era UPN (por encima incluso del TAV). Lo más llamativo es que se está llevando agua a pueblos que ya tienen su propio regadío tradicional. El ejemplo más claro de lo absurdo de la inversión es Lerín, donde los regantes en rederéndum han decidido que no necesitan el agua, decisión que amenaza con generar una reacción en cadena en localidades limítrofes. El principal embajador del Canal ha sido Javier Esparza en esta legislatura. Curiosamente, el navarro que más se está beneficiando de esta construcción es el «padre político» de Esparza, Franscisco Iribarren Fentanes, que impulsó como consejero de Economía el arranque de las obras utilizando por vez primera la fórmula del «peaje en la sombra». 

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