Maitane ALDANONDO

De empleados a empresarios, impulsados por la pasión por su oficio

Toldos Irun es una empresa creada por dos jóvenes fabricantes de toldos. Conocedores del mercado y la situación del mismo, decidieron emprender situándose en otro escalón del sector: la venta. El programa Urratsbat les ofreció el asesoramiento y el apoyo inicial.

Toldos Irun es la iniciativa empresarial de dos jóvenes que se conocieron fabricando estos productos y años después decidieron poner en marcha su negocio dedicándose a su venta. Carlos Álvarez y Óscar Pérez cursaron módulos de formación profesional en el Instituto Bidasoa. Estudiaron electrónica y mecánica respectivamente en el centro que en 2012 les ayudó a llevar a cabo su idea dentro del programa Urratsbat. Capitalizaron el paro y con una inversión aproximada de 20.000 euros arrancaron «con lo básico».

Se decidieron a dar el paso porque, gracias a su experiencia laboral previa, conocían el mercado, la necesidad del cliente y a la competencia, y les apetecía ir por su propio camino. «Cuando trabajas para otros e intentas hacer progresos te retienen. Nosotros nos retenemos muchas veces, pero nos sentimos más libres de tomar decisiones que luego dan resultado», explica Pérez. Tenían ya el proyecto en mente cuando Álvarez se encontró con Victor Camarero, docente del Instituto Bidasoa y responsable del programa Urratsbat en el mismo. Le explicaron su proyecto y Camarero les asesoró y apoyó en el proceso de creación. Subrayan que no percibieron ninguna aportación económica, aunque piensan que el apoyo moral es más importante en los inicios. En palabras de Pérez, «al dar el salto lo que se necesita no es tanto apoyo económico, sino un buen asesoramiento. 10.000 euros no valen para nada, se gastan en dos días. Es más importante tener estudiado todo lo que vas a hacer».

Emprendieron en plena crisis con la confianza de que «sabemos de lo que somos capaces y que somos buenos haciendo lo que hacemos». Aun así, admiten que los primeros meses tuvieron miedo por la nueva posición en la que se encontraban, por la necesidad de conseguir dinero y trabajo. «No contábamos con clientes ni nada, partimos de cero. Salimos a buscar trabajo, que no lo teníamos asegurado, cosa que hasta entonces sí», recuerda Álvarez. La situación empezó a mejorar poco a poco y «luego fue todo rodado». Han ido creciendo y aumentando su facturación, gracias a la labor comercial de búsqueda de clientes y al boca a boca.

Sus productos principales son los toldos, las cortinas interiores, japonesas y verticales. Están introduciendo las cortinas de cristal, con las que planean abrir una nueva línea de negocio «distinta, pero ligada al toldo». Las ventas se multiplican a partir de abril-mayo, cuando comienza el buen tiempo. El cristal les va a permitir empezar fuerte desde enero. «Abarca muchas cosas: cerrar una terraza con un techo de cristal que se repliega, cortinas correderas... Es algo muy amplio que hasta ahora no habíamos tocado», explica el responsable. Sus clientes son sobre todo particulares y de la zona de Gipuzkoa, aunque cada vez son más los establecimientos hosteleros que solicitan sus servicios. Actualmente, cuentan con una trabajador en plantilla y a corto plazo barajan contratar a otro más vinculado a los nuevos productos que van a introducir. También quieren pasar a ser una sociedad, si bien no tienen fecha para ese propósito.

Mantienen intacta la ilusión que les llevó a emprender, hasta el punto de que no solo repetirían la experiencia, sino que no descartan en el futuro poner en marcha otro negocio en algo que les fascine. A ambos les apasiona lo que hacen y opinan que esa es la clave del éxito. «Si te gusta, vas a estar constantemente evolucionando, pensado cómo cambiar y mejorar; es más fácil que prospere. No te va a costar trabajar. Para mí es como ir al parque o de cañas, vengo todos los días feliz», remarca Pérez.

 

la importancia de la experiencia laboral en el emprendizaje

Toldos Irun es una de las más de 500 empresas surgidas desde 2005 en el marco del programa Urratsbat, iniciativa que promueve el emprendizaje de los estudiantes de formación profesional. Cuando Carlos Álvarez y Óscar Pérez dieron el paso llevaban años trabajando en el sector, por lo que aconsejan a los estudiantes coger experiencia antes de emprender. Pérez expone que «trabajando para otros te puedes permitir el lujo de cometer errores. Cuando la empresa es tuya tienen que ser mínimos, porque se pagan con dinero. Cuando has cometido errores, has cogido experiencia, has visto cómo está el mercado... puedes dar el paso».