ARGENTINA: UNA ELECCIÓN QUE IMPACTARÁ EN TODO EL CONTINENTE
La segunda vuelta que se celebra hoy en Argentina se observa con atención en todo el mundo. Su efecto geopolítico va más allá de los asuntos internos del país sudamericano. La contienda final será entre Scioli y Macri, dos expresiones con muchas similitudes y con diferencias importantes.

Daniel Scioli se presenta como un moderado que promete continuar el rumbo kirchnerista, «con los cambios que haya que hacer». Sustentado en los sectores más conservadores del Partido Justicialista (PJ), su candidatura representa un giro a la derecha respecto a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, provenientes de la misma formación.
Con Scioli en el Gobierno sería posible un enfriamiento en el impulso a las políticas de integración regional. En los últimos años, Argentina se convirtió en un actor de peso. Aunque nunca se sumó a la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), acompañó la construcción de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Este recorrido de unidad se inició tras la derrota del intento de crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), hace diez años, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata. En todos estos procesos también fue clave el papel jugado por Venezuela y Brasil, países que hoy enfrentan un duro embate de los sectores más abiertamente proempresariales.
Mauricio Macri es la expresión de la nueva derecha que recorre América Latina, un fenómeno que cuenta con el apoyo del Departamento de Estado de EEUU y del Gobierno español, a través de ONG, think tanks y medios de comunicación privados.
En términos geopolíticos, un Gobierno de Macri fortalecería la política de EEUU en la región, orientando a Argentina hacia la Alianza del Pacífico y alejándola aún más del bloque del ALBA. Como un signo de los tiempos por venir, Macri anunció que si es elegido pedirá de inmediato la suspensión de Venezuela del Mercosur y abogará en la OEA por la libertad de los políticos opositores detenidos, como Leopoldo López y Antonio Ledezma, involucrados en acciones golpistas de vieja y nueva data. En este marco, podría cumplir un precioso servicio a la estrategia norteamericana, que se propone relegitimar el rol de la OEA como espacio de control del resto de los países.
Las implicaciones de un eventual triunfo de Mauricio Macri, por lo tanto, no pasan desapercibidas para nadie. Las felicitaciones ante los resultados obtenidos en la primera vuelta del 25 de octubre, cuando quedó a escasos dos puntos de Daniel Scioli, máximo favorito hasta ese momento, llegaron desde todos los centros de poder. Hasta Francis Fukuyama felicitó al candidato a través de su cuenta de twitter, destacando su «maravillosa performance», que alteró radicalmente el escenario.
Macri se perfila hoy como el favorito, no solo por haber quedado muy cerca de Scioli cuando nadie lo preveía, sino porque su discurso empalma con la campaña desarrollada por el tercer candidato más votado en la cita de octubre, Sergio Massa, un peronista de derecha que fue jefe de Gabinete de Cristina Fernández hasta hace unos pocos años y que luego se convirtió en uno de sus principales críticos.
Y a la izquierda, ¿qué?
El debate recorre también el campo de la izquierda y los movimientos sociales. La mayoría de este espectro político se ha mostrado crítica con el proyecto kirchnerista y, aún más, con el giro que representa la candidatura de Scioli. Sin embargo, la posibilidad de que Macri se alce con el triunfo ha modificado el panorama.
La principal fuerza electoral de la izquierda es el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT ), un espacio liderado por tres partidos trotskistas que en el último año ha estado apoyado por varios movimientos sociales, entre ellos el Frente Popular Darío Santillán. En su programa, el FIT se propone combatir «el carácter claramente capitalista de todos los gobiernos latinoamericanos, desenmascarando ante los ojos de obreros, campesinos y estudiantes a los gobiernos de Evo Morales y de Hugo Chávez», continuado por Nicolás Maduro. De ahí se desprende también su caracterización de los procesos de integración continental, de modo que no se definiría algo relevante en estas elecciones. Apenas confirmada la celebración de una segunda vuelta, el FIT llamó a votar en blanco, planteando que ambos candidatos llevarán a cabo una política similar. Esta posición coincide con la expresada por algunas fuerzas más pequeñas.
Sin embargo, en Argentina también existe una gran cantidad de movimientos populares que se identifican con el proyecto bolivariano del socialismo del siglo XXI. En este escenario, destaca la formación del Movimiento Popular Patria Grande, surgido en 2014 a partir de la confluencia de una docena de organizaciones que reivindican la construcción de una izquierda popular y la articulación con los movimientos sociales del resto de América Latina y el Caribe. Desde su perspectiva, Patria Grande considera que es mucho lo que se juega en esta segunda vuelta electoral, en particular a nivel continental, por lo que llama a votar a Daniel Scioli bajo la consigna «No da lo mismo». Similar posición tienen otras formaciones más pequeños o de alcance local.
Si bien la discusión se produce en el seno de un campo ideológico hoy minoritario, el tema no es menor. En una elección que se prevé muy cerrada, cada voto cuenta. A su vez, el debate remite también a las posibilidades existentes de construir una izquierda con incidencia real en la agenda política. En una Argentina que gira a la derecha, en un continente donde Estados Unidos pretende recuperar su hegemonía.

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