«Toca desmontar la batalla del sentido común que ganó la derecha»
Nacida en Coimbra en 1979, Marisa Matías es eurodiputada del Bloco de Esquerda desde 2009. Ahora dará el salto desde Bruselas para competir por la Presidencia portuguesa en las elecciones del 24 de enero de 2016. Recibe a GARA en su sede de Lisboa, donde la formación prepara tanto la campaña como la gestión del acuerdo que da el Gobierno al Partido Socialista.

Los portugueses llevan a sus espaldas meses vertiginosos. Se ha pasado del Gobierno más efímero (11 días con Pedro Passos Coelho como primer ministro) a una inédita entente entre Partido Socialista, Bloco de Esquerda y Partido Comunista Portugués que ha entregado el poder a Antonio Costa. Casi sin digerir el vuelco político llegan las elecciones presidenciales, que tendrán lugar el próximo 24 de enero. Marisa Matías es la candidata del Bloco, una formación que ha logrado los mejores resultados en su historia (19 escaños de 230) y ha sido determinante para promover un acuerdo que pretende poner fin al ciclo de austeridad de los últimos años.
Aunque sea desde el exterior, tanto su formación como el PCP apoyarán el Gobierno de Antonio Costa (PSP). ¿Qué se puede esperar del acuerdo?
Tenemos que hacer un esfuerzo para destruir las políticas de austeridad y empobrecimiento que han tenido una incidencia especialmente fuerte en los últimos cuatro años. No va a ser una situación sin dificultades. Al contrario, especialmente en lo relacionado con las presiones externas. Sin embargo, el de Portugal es un cambio muy interesante. En los últimos 41 años (desde la revolución de los claveles que puso fin a la dictadura salazarista) no hemos tenido una experiencia como esta. Se ha roto de una vez una concepción de democracia cerrada, basada en la división entre los partidos «de la gobernación» y los otros. Qué vaya a aportar dependerá de la capacidad para mantener los acuerdos. Sobre todo es un cambio de registro profundo, que afecta al propio sistema político. Estamos devolviendo la ilusión a la gente, que estaba encerrada en el miedo y el chantaje. Este acuerdo permite abrir ventanas de esperanza.
El ciclo de austeridad en Portugal se inició con un primer ministro del Partido Socialista, José Sócrates. ¿No es paradójico que sea esa misma formación la que promete revertir la situación de recortes?
Sí, pero tiene que ver con la reconfiguración de los equilibrios dentro del Parlamento. El millón de votos del Bloco y el PCP marcaron la diferencia. Solo permitían dos tipos de mayorías: una, apoyada en los partidos convencionales que son los responsables de las políticas de austeridad. Otra, dependiendo de las aportaciones del Bloco y el PCP. No creo que haya cambiado la naturaleza de los partidos, sino la forma de estar en la política. Es verdad que hay un riesgo significativo y asumido por partidos como el Bloco, pero también para el Partido Socialista, que tiene que salir de su zona de confort para poder tener un acuerdo de mayoría. Todos están comprometidos y todos tienen mucha responsabilidad.
Se lo pregunto de otra manera, ¿el Partido Socialista es de fiar?
Hay tantos riesgos para el Bloco como para el Partido Socialista. Tienes que confiar. Hay que hacer un camino hacia el futuro, no quedarnos estancados en las diferencias del pasado cuando la gente quiere un cambio. El PSP tuvo una derrota muy fuerte y se convirtió en ganador gracias a la influencia de los partidos a su izquierda. Esto implica un compromiso.
Las tradiciones marxista y socialdemócrata se han mantenido enfrentadas al menos desde la revolución de los claveles. ¿Ha sido difícil superar las desconfianzas históricas?
Es complicado. Quienes tenemos tradición marxista tuvimos que entender que solo los valores en política no sirven. Que manteniendo los valores hay que tener un poder para cambiar las cosas. Los socialdemócratas tuvieron que entender que el poder sin valores tampoco es nada, y adecuar su voluntad de poder para estar más cerca de posiciones progresistas. Es difícil, pero no imposible.
Muchos analistas han ubicado a su portavoz, Caterina Martins, como la persona fundamental para alcanzar el pacto.
Lanzó el desafío en campaña y lo mantuvo en la noche electoral. El mensaje de los ciudadanos era muy claro: cambio. Esa noche remarcamos que si había propuestas que planteasen frenar los recortes a los salarios, a las pensiones, los ataques al Estado social y el sistema de seguridad social público teníamos disponibilidad para hablar y contestar a las demandas expresadas por la gente.
El año pasado se cumplieron 40 años de la «revolución de los claveles». ¿Hay oportunidad de retomar aquel espíritu?
Son momentos diferentes, porque no hablamos de revolución, pero sí de un momento en la historia de Portugal que tiene el olor más cercano a aquellos años. Hay muchas cuestiones abiertas, la gente vuelve a discutir de política. Era impensable hace poco. En el sentido de que la política vuelve a ser parte de la vida de la gente y de que existe la impresión de que hay algo cambiando sí que volvemos 40 años atrás. No para un proceso revolucionario, sino de cambio.
Ustedes se mantienen fuera del Gobierno. ¿Esto implica un incremento de las movilizaciones para hacer cumplir los pactos al Gobierno de Costa?
La tradición de los últimos años ha sido muy desigual, tuvimos las mayores movilizaciones de la historia de la democracia pero, con varias marchas de más de un millón de personas. Al mismo tiempo, se registraron los mayores ataques a los derechos sociales. Más allá de esta cuestión, lo que espero es que este sea un momento para desinstitucionalizar la política. Está muy cerrada en las instituciones. Hay una clara inversión entre la mayoría social y la mayoría política, unos niveles de abstención enormes. Espero que sea el momento para empezar a hacer una correspondencia mayor entre la mayoría social y la política. La batalla del sentido común fue ganada por la derecha y ahora toca desmontarla y repensar de nuevo. Necesitamos una sociedad viva.
¿Cómo cree que va a reaccionar Europa? ¿Teme que las presiones puedan dar al traste con la agenda social?
No tengo ninguna duda del carácter amenazador de las instituciones europeas. Las conozco muy bien, especialmente los dobles patrones que utilizan con los países y los gobiernos. Todo el mundo tiene en la memoria lo que ocurrió en Grecia y la diferencia que se establece cuando llega David Cameron y pone muchas condiciones para quedarse en la Unión. Es bueno que se respete la voluntad democrática de los pueblos, pero debe aplicarse a todos los países. Y eso no es así en este momento. Hay una cultura europea muy desigual, donde se castiga a los débiles. Esperamos una presión fuerte. Será la primera prueba para el Ejecutivo.
«Aportamos un refuerzo a la alianza antiausteridad»
¿Tiene miedo de que Europa siga con Portugal la misma línea que tuvo con Grecia?
Son casos diferentes. Tuvimos fases muy duras de austeridad, pero todavía hay instrumentos europeos que fueron usados como chantaje con los griegos que no pueden usar contra nosotros. No digo que no vaya a ser difícil, pero tenemos más capacidad de negociar. Es cierto que en Bruselas no va a haber un cambio en profundidad. Los países con deudas insostenibles van a seguir teniéndolas y las políticas de austeridad siguen impidiendo crecer, pero hay fases de la negociación con Grecia que no se van a repetir.
Se ha hablado mucho de un ciclo de cambio en Europa que se inicia con la victoria de Syriza en Grecia. ¿Qué cree que puede aportar Portual a este proceso?
Grecia aportó el fin de las ilusiones hacia las instituciones europeas. Fue muy pedagógico. Creo que nosotros aportamos un refuerzo de la alianza auntiausteridad. Espero que el Estado español también, que Irlanda también. No son modelos perfectos, pero creo que si hay cambios en otros países se facilitan las cosas incluso para Grecia, que nos ayudó a desmontar el proceso de integración europeo. Ahora tenemos que ayudar nosotros para desmontar la imposición y el chantaje.
Usted compite en las presidenciales de finales de enero. ¿Una victoria de la derecha puede ser un paso atrás?
Intentaremos evitarlo. Él (Marcelo Rebelo de Sousa) va como único candidato y la izquierda tiene varios. Hay cosas que nunca cambian. Existe el riesgo de que conviertan las presidenciales en una segunda vuelta y en clave de venganza. Además, su candidato está siendo incapaz de responder si va a intentar convocar nuevas elecciones o si interferirá en la labor del Gobierno. No contesta. Por eso es muy necesario que la derecha no gane estas elecciones. Para ello es imprescindible que haya una segunda vuelta en la que la izquierda pueda unirse para apoyar al candidato o candidata que pueda vencer.A.P.

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