Pacto inédito en Portugal para dejar atrás el ciclo de austeridad
El acuerdo entre Partido Socialista Portugués, Bloco de Esquerda y Partido Comunista ha desalojado al conservador Passos Coelho del poder. Juntos pero no revueltos aspiran a que el nuevo Ejecutivo rompa con el ciclo de austeridad iniciado tras el rescate de 2011.

Este es un Gobierno para dejar atrás la austeridad». Antonio Costa, líder del Partido Socialista Portugués, hacía una declaración de intenciones nada más ser investido como primer ministro hace poco más de una semana. Entre el jueves y el viernes, su Ejecutivo, integrado únicamente por miembros de su formación, pasaba el trámite parlamentario de explicar su programa. El intento de moción de censura planteado por Pedro Passos Coelho, antiguo jefe de Gobierno y vencedor de las elecciones del 4 de octubre, no pasó de la anécdota. Por primera vez desde la «revolución de los claveles», formaciones políticas enfrentadas como el PSP y el Partido Comunista Portugués (PCP) llegaban a un acuerdo programático. Clave en la negociación fue el Bloco de Esquerda, cuya líder, Caterina Martins, lanzó el desafío en campaña: si había un acuerdo de mínimos podrían negociar. Ahí empezó un mes endiablado: Passos Coelho fue investido, su Gobierno duró once días y, tras las dudas de Aníbal Cavaco Silva, presidente y también del Partido Socialdemócrata (que forma parte de la coalición conservadora), el Ejecutivo dio un giro histórico. Ahora se enfrentan a los posibles choques internos, la reacción del «establishment» y las previsibles presiones de Bruselas, donde impera la ortodoxia. «La crisis de la deuda soberana es una crisis del sistema bancario que ha afectado a los sistemas políticos y la democracia en Europa. Debemos pasar la página de la austeridad». Paulo Pisco es miembro del Partido Socialista y se encarga de la comisión de Negocios Europeos. En un primer momento, resulta sorprendente escuchar de su boca un discurso tan contundente contra los recortes y la inflexibilidad fiscal. No se puede olvidar que fue también un socialista, José Sócrates, quien pidió el rescate a la Troika e impuso los primeros hachazos. A partir de ahí, en 2011, la agenda es bien conocida: recortes en derechos sociales, privatizaciones y un empobrecimiento generalizado que ha obligado a medio millón de portugueses (de un total de 11 millones) a marcharse a buscar un futuro. Poco importa que los responsables fuesen los bancos. La factura corrió a cargo de los portugueses.
La disyuntiva del Partido Socialista
¿Cuál es la razón de que el Partido Socialista haya realizado un giro tan inesperado? En opinión de Jorge Costa, diputado del Bloco de Esquerda, la clave está en el millón de votos que se obtuvieron «fuera del arco de la gobernación». Según explica, desde la revolución que puso fin a la dictadura salazarista, los partidos de la derecha (Partido Socialdemócrata y Partido Popular) y el PSP eran los únicos grupos legitimados para gobernar. Es decir, que constituían un «turnismo» que dejaba fuera al histórico Partido Comunista y, posteriormente, al Bloco. El 4 de octubre el panorama cambió. «Los socialistas solo tenían dos opciones: o convertirse en quinta rueda del coche de los conservadores o apoyarse en los partidos a su izquierda», argumenta Costa. Finalmente, pesó el miedo a la «pasokización». También la idea de que, como argumenta Pisco, «los bancos tienen ahora liquidez», por lo que hay margen para revertir la austeridad.
Con todas las contradicciones el cambio es histórico. Pese a ello, las formaciones llegan al acuerdo «juntas pero no revueltas». Por decisión expresa del Partido Comunista, las negociaciones se desarrollaron de forma bilateral, no en una mesa conjunta. Además, los apoyos son externos, así que no se puede hablar de una entente de las formaciones progresistas. Por último, el acuerdo busca recuperar algunos de los derechos eliminados durante los últimos cuatro años. «El PSP dejó clara su condición de que el cuadro macroeconómico obedeciera a las metas presupuestarias previstas desde el inicio en su programa y que son presentadas como compatibles con las imposiciones que llegan desde Europa», afirma Costa.
Confianza y movilizaciones
Por el momento, medidas para revertir las facilidades al despido, el descenso de las contribuciones de las empresas y la congelación de las pensiones, así como del salario mínimo, ya están en marcha. Pero esto no implica que el futuro sea sencillo. Aunque Pisco considera que será «más fácil de lo que parece a primera vista». En su opinión, la clave está en el «entendimiento para garantizar la estabilidad». Eso implica, a juicio del socialista, dejar fuera reivindicaciones históricas. «Las diferencias serán marca identitaria pero no perturbarán la progresión de los grandes documentos como el presupuesto. Aunque tengan ideas distintas, no comprometerán los compromisos internacionales a los que está obligado Portugal, como la OTAN y la Unión Europea», afirma.
«Para la izquierda, el reto es actuar con fidelidad a su mandato y la transparencia sobre su actuación», asegura Jorge Costa, que reivindica la responsabilidad para «explotar una oportunidad histórica de interrumpir un ciclo de empobrecimiento y confrontar al Gobierno del PSP con los límites de su actuación». Para eso la movilización será clave.
Se da la paradoja de que en los últimos años, el país luso ha registrado las mayores protestas de su historia reciente. Marchas como las lideradas por la extinta «Que se lixe la Troika (Que se joda la Troika)» sacaron a la calle a cientos de miles de personas. Sin embargo, la ilusión se ve más en la participación en las urnas que tras la pancarta. Ese es un desafío para Bloco y Partido Comunista. Por ejemplo: el miércoles y el jueves, Antonio Costa, ya como primer ministro, presentó su programa económico. Pese a lo histórico del giro, en el exterior de la Asamblea no había nadie. Ni protestas ni celebraciones. En los bares, los lisboetas interesados en el debate lo seguían por televisión.
«Tenemos pendiente cuestiones clave como la reestructuración de la deuda o planes concretos para los parados. No podemos dejarles solos», argumenta Costa. A las discusiones internas también se añadirá la reacción de la derecha. En las últimas dos semanas ya se han producido marchas de retórica «anticomunista». Para confrontar esta presión, Costa confía en los beneficios sociales que los portugueses van a comenzar a notar desde ya mismo. También en que la soga de Bruselas no aprieta tanto como en Grecia y todavía hay margen de maniobra.
dos empresas españolas se quedarán sin transportes QUE EL ESTADO IBA A PRIVATIZAR
La reversión de algunas de las privatizaciones firmadas a última hora por el Gobierno de Passos Coelho están en la agenda inmediata del nuevo Ejecutivo portugués. En concreto se trata de las concesiones de los transportes públicos de Lisboa y Oporto, que iban a pasar a manos de dos empresas españolas: Alsa y Avanza. Antonio Costa ya ha dado orden de iniciar el proceso de suspensión de unas privatizaciones ya aprobadas pero que no habían entrado todavía en vigor. Las fechas, que estuvieron motivadas por las prisas de los conservadores en sacar a subasta los metros y tranvías, pueden jugar a favor de los cientos de trabajadores. Esta misma semana estaba prevista una huelga en los servicios para garantizar que el PSP cumpla con el trato.
En las sesiones parlamentarias del miércoles y el jueves, el primer ministro avanzó trece medidas de choque para poner en marcha en los cien primeros días. Todas ellas habían sido pactadas con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista. Entre ellas se encuentran la subida del salario mínimo, una rebaja del IVA que afectará directamente a productos básicos, la subida de las pensiones, la reposición de beneficios sociales o la universalización del acceso a la tasa social para la energía, que abaratará el acceso al gas y la electricidad a las puertas del invierno. «Se trata de beneficios muy concretos que la gente va a comenzar a percibir desde ahora mismo», afirma Jorge Costa. Antes del cambio de gobierno, la mayoría parlamentaria ya avaló el derecho de las parejas homosexuales a adoptar y eliminó las tasas que obligaban a pagar a las mujeres que decidían abortar.
Una amenaza para los avances está en el calendario, que viene envenenado. El 24 de enero tendrá lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales, donde el conservador Marcelo Rebelo de Sousa parte con ventaja. Los progresistas confían en una segunda vuelta que permita disputar el puesto a un candidato unitario.
En este contexto también tiene influencia Europa. Por el momento, Bruselas no se ha posicionado, aunque no tardará en lanzar advertencias. No se puede olvidar el ejemplo del chantaje sufrido por Grecia hace apenas unos meses. Costa pone en valor el acuerdo en clave de mensaje: «Los pueblos de los países dirigidos por las políticas de austeridad no están disponibles para seguir viviendo bajo el régimen de la austeridad. Grecia lo dijo, Portugal también», afirma. El diputado del Bloco confía en que este discurso también se haga fuerte en el Estado español, Italia o Irlanda. «Esto es abrir un conflicto, no un consenso. La UE se convirtió en una máquina de guerra», subraya.A.P.

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