No va a haber tiempo ni para los turrones en Catalunya, donde a las elecciones de anteayer le sigue, el próximo domingo, la decisiva asamblea nacional de la CUP. Pensar que los resultados del 20D, en los que la Esquerra Independentista defendió la abstención, no van a influir, es pecar de ingenuidad. De hecho, la CUP publicó un comunicado la misma noche del domingo para instar, por enésima vez, a Junts pel Sí a presentar un candidato alternativo a Artur Mas para la presidencia.

La CUP trató así de hacer leña del árbol caído de Convergència, cuya marca el 20D, Democràcia i Llibertat (DL), perdió la mitad de los 16 escaños que CiU obtuvo en 2011. La enésima maniobra por intentar apartar a Mas, sin embargo, requería de la colaboración de ERC, en una posición de fuerza después de conseguir nueve parlamentarios y confirmar el sorpasso a Convergència. Pero el presidente del partido, Oriol Junqueras, no está por la labor y ayer reiteró que siguen dando apoyo «al candidato que hay». De hecho, Esquerra y DL se mostraron ayer favorables a explorar la posibilidad de formar un único grupo parlamentario de 17 diputados en el Congreso como señal inequívoca de que el proceso continúa.

Confirmado, por lo tanto, que Mas sigue siendo el candidato de JxSí, queda conocer la letra pequeña de la propuesta de acuerdo que la CUP tendrá que validar o rechazar en la crucial asamblea nacional que celebrará el próximo domingo en Girona. Las negociaciones entre ambas partes concluyen hoy, por lo que se espera que a lo largo del día trascienda por fin el borrador. Los ánimos vienen revueltos y la militancia llega prácticamente dividida en dos, por lo que lo que ocurra (con la investidura de Mas y con la propia CUP) es impredecible.