Oihane LARRETXEA

FAMILIARES ENFERMOS, ¿QUIÉN VELA POR SUS DERECHOS?

La madre del preso Iñaki Alonso padece demencia y una enfermedad degenerativa que le impide moverse. A sus 73 años y tras veinte de dispersión, las posibilidades para seguir viajando a la cárcel de Córdoba son escasas. El pasado día 26, madre e hijo se despidieron.

El pasado 26 de diciembre los padres del preso de Portugalete Iñaki Alonso, José Alonso y Mari Rubio, viajaron acompañados por amigos íntimos de la familia hasta la prisión de Córdoba donde está encarcelado su hijo para hacer el vis familiar del mes. Lo hicieron en coche, parando todas las veces que hiciera falta y haciendo dos noches en destino. La precaria salud de la madre obliga a ello, y pese a que el viaje fue bien, resultó muy duro. Ella padece parkinson, se lo diagnosticaron hace diez años, cuando tenía 63. Desde entonces, y como enfermedad degenerativa que es, la dolencia ha ido avanzando hasta la situación actual: una rigidez casi total del cuerpo que le impide moverse y que la hace una persona dependiente. Como consecuencia de esta enfermedad, además, ha desarrollado una demencia que llegó de un día para otro, de una forma muy repentina. Ocurre en el 60% de los casos, y el de Rubio es uno de ellos.

Este matrimonio lleva veinte años viajando a distintas cárceles para visitar a su hijo: Valdemoro, Herrera, Córdoba… lo han hecho en tren, en coche, en Mirentxin… las visitas se cuentan por centenares, al igual que los obstáculos y los sustos que han tenido que pasar. Sin embargo, la del pasado 26 de diciembre fue una visita especialmente dura: la familia es consciente de que la delicadísima salud de la ama impide que vuelva a viajar hasta Córdoba.

En el salón de su casa, la hermana de Iñaki Alonso, Gemma, cuenta con dolor cómo se encuentra su madre y cómo viven estos duros momentos. «Es muy difícil explicar cómo se encuentra porque hay momentos en los que no es consciente de lo que está pasando, y tiene problemas para ubicarse en el tiempo y en el espacio, aunque a nosotros no ha dejado de reconocernos. El fin de semana ha estado muy alterada. La enfermedad está en una fase muy muy avanzada y al margen de la rigidez total, le ha afectado a otros niveles que no son físicos».

Su situación le impide ir hasta Córdoba, donde Iñaki Alonso lleva casi seis años. Los catorce anteriores ha estado en Herrera. «Cuando los vises familiares en Herrera los hacíamos en Mirentxin a ella le costaba, pero dentro de lo que cabe los hacía bien. Previniendo lo que venía, mi aita y mi ama pasaron a hacer el vis familiar del mes. De eso hace ya años. Sin embargo, el traslado a Córdoba… suponía muchos más kilómetros de distancia, más cansancio, más desgaste. La primera visita la hicieron en Mirentxin pero a la vuelta unos familiares, en confianza, me alertaron de que mi madre no podía soportar ese trasiego. Así, en lugar de bajar cada mes, decidimos que lo hicieran dos o tres veces al año en tren hasta Madrid o en bus hasta Zaragoza y luego en un AVE y en un taxi. Pasaban fuera de casa dos noches para que fuera de la forma más relajada posible», cuenta.

Fue en junio del pasado año cuando Gemma vio que la situación era insostenible. «La movilidad era muy reducida, la rigidez total, por eso cada vez que tenía que bajar y subir del coche… fue muy duro. Pensé que aquella era la última visita de mi ama, pero mi aita insistía en que en navidades teníamos que intentarlo». Para ello han contado con la ayuda y el apoyo de Bea y Gabi, dos buenos amigos de la familia que se prestaron a llevarlos en coche, desde casa hasta la cárcel. «Nos los han ofrecido muchas veces, pero aquella vez la meditamos y aceptamos», recuerda. El viaje lo soportó gracias, en parte, a la fuerte medicación, pero subraya que el mayor problema es la falta de movilidad: hay que llevarla al baño, hay que cambiarla y sacarla y meterla en el coche. «Necesita dos o tres personas. No es nada fácil. Mi aita está bien de salud, también tiene 73 años, pero es el principal cuidador y esta situación lo está minando mucho».

Plantear una visita como la última admite que es «durísimo». Esta palabra suena escasa, pero la verdad es que ninguna puede recoger la magnitud del momento. Su relato se entrecorta. «Cuando planteamos esta visita yo también iba a ir, pero al final no he sido capaz, me he quedado aquí, en casa, y no he ido porque si ya es dura la situación de por si, aquello… Creo que soy una persona supervaliente que afronta las situaciones como vienen, pero esta vez no he podido hacerlo, no he sido capaz de ir a ese vis y ver cómo mi hermano se despedía de mi madre. No sabemos cuando va a salir, no tiene fecha, tampoco sabemos lo que va a pasar, pero viendo la situación veo posible que, para cuando salga mi hermano Iñaki, mi madre ya no este». Explica que su ama no era consciente del momento. «Ella sabe que no va ir ni dentro de dos meses ni de tres, pero mi hermano sí era consciente de que se tenía que despedir de ella».

El fin de semana siguiente los dos hermanos debían de hablar en una visita de la situación de la ama, también sobre cómo le vio Iñaki a su madre, pero la furgoneta de Mirentxin en la que viaja Gemma junto a otros familiares se averió en el camino y no llegaron a tiempo. No han hablado demasiado porque quizá ambos son conscientes. «Mi hermano dice que lo que yo decida está bien. Con mi madre lo único que podemos hacer es cuidarla y estar con ella, acompañarla, pero claro, nos preocupa mucho nuestro padre. Tenemos que cuidarle. Físicamente está muy bien pero las consecuencias en él son evidentes. También nos preocupa el tema de las visitas, cómo las afrontará…».

Consecuencias de la dispersión

Veinte años de dispersión dan para mucho, pese a que Gemma no encuentra las palabras exactas que describan lo que ha supuesto en su familia. Cita, en primer lugar, la «verdadera lacra» que económicamente les ha supuesto porque, además, recuerda que «no son viajes baratos porque son muchos kilómetros». A nivel emocional «también ha sido duro», cuenta. «En veinte años pasan muchas cosas. Ahora es el tema de la ama, pero por ejemplo cuando murió la amona… fue muy difícil aquella visita», rememora.

Imposible dejar de contar, en el caso concreto de Gemma, los dos accidentes de coche que ha sufrido. El primero, en 1999; el segundo, en abril de 2012. Desde entonces tiene mucho miedo al coche, al hecho de ponerse en la carretera. Por precaución, nunca ha viajado junto a sus padres para hacer una visita. «Somos mis padres y yo y en caso de que pasara algo siempre he tenido muy presente la importancia de que alguien ‘se librara’». No quiere dejar pasar la oportunidad de denunciar la situación por la que cientos de familiares pasan cada fin de semana. «Hablamos del derecho a la vida que tenemos los familiares. Dieciséis se han quedado en las carreteras, han sido asesinados, al margen de los heridos y las secuelas. Es cuestión de suerte que te pase algo o no», expresa. En este punto, recuerda de forma especial a las personas mayores y a los menores que realizan los viajes, dos colectivos muy vulnerables. Echa de menos la implicación del Defensor del Menor, por ejemplo. «Es un tema sangrante. A nuestros hijos o sobrinos las únicas personas que los protegen son los familiares que los acompañan», se queja.

Por primera vez el sábado no acudirá a la manifestación de Bilbo porque estará en casa cuidando de su madre. Su padre si irá. En su opinión, tras 26 años vigente, ha quedado demostrado que la dispersión «es un gran fracaso. Y eso lo saben», dice, y añade que acabar con ella «sería reconocer públicamente la gran metedura de pata».

Una «metedura de pata» que deja miles de historias humanas. Por eso, cree que «los familiares tenemos la obligación de ofrecer nuestro testimonio como denuncia para que la sociedad sepa que nos son películas ni cuentos inventados, es la vida real». Sinsentidos que los familiares padecen por parte de «gente que ni quiere a nadie, ni que nadie los quiere. Son incapaces de entender que queremos a nuestros familiares y que no les vamos a dejar solos. Da igual que Puerto, que Herrera, que Córdoba… ¡Que la luna! Que da igual, que les queremos».

 

El senador Lasserre ha pedido la liberación de Lorentxa Guimon

El senador y presidente del Consejo Departamental de los Pirineos-Atlánticos, Jean-Jacques Lasserre, ha hecho pública su petición de libertad para la presa politica vasca Lorentxa Guimón. El político centrista también se ha comprometido a interpelar al primer ministro francés, Manuel Valls, sobre la grave situación de Guimon. La angeluarra padece la enfermedad de Crohn y ha sido hospitalizada de urgencia dos veces en este último mes y medio.

Encarcelada desde el 2003, pidió la libertad condicional en marzo de 2015. El 24 de noviembre, el juez del Tribunal de Penas de París le concedió la libertad, pero la Fiscalía inmediatamente presentó un recurso. La audiencia en el Tribunal de Apelación de París tendrá lugar el próximo 14 de enero.

De cara a este nuevo juicio el presidente del Parlamento de Pau ha declarado que «Su no liberación sería, desde mi punto de vista, inaceptable. Es urgente». También ha mostrado todo su apoyo a las personas cercanas de la presa.

El senador de Bidaxune ha recordado su implicación a favor de la paz en Euskal Herria, y reconoce que la situación de los presos es un elemento fundamental. «El acercamiento de los presos es en mi opinión una necesidad, tenemos que pensar en las familias», ha declarado Lasserre.

Guimon fue ingresada en urgencias el 24 de noviembre y otra vez el pasado 17 de diciembre. Bagoaz dio a conocer ayer que tras el segundo ingreso, fue enviada nuevamente a la cárcel el día 29. Desde el 14 de diciembre está encarcelada en la prisión de Rennes

Teniendo en cuenta la gravedad de su situación el colectivo ha pedido la liberación de la angeluarra. Y de cara a este nuevo juicio el colectivo Bagoaz ha llamado una concentración frente al ayuntamiento de Angelu el día de la vista a las 19.00. También ha reiterado su llamamiento para acudir a la marcha del sábado en Bilbo y Baiona.

La enfermedad de Crohn le fue diagnosticada a Guimon en 1991, y su estado de salud ha empeorado notablemente desde 2013. Se trata de una enfermedad crónica del aparato digestivo que puede causar hinchazones en el intestino. Debe ser tratada inmediatamente en los momentos críticos, por lo tanto incompatible con la permanencia en prisión, tal y como lo expresaron los expertos médicos que hicieron el examen para la solicitud de libertad.

Según la legislación puede obtener la libertad provisional desde 2014. Cuando se hizo la petición en marzo se presentó un proyecto de vida y se mencionó su estado de salud, pero estos últimos meses su situación se ha agravado.Idoia ERASO