Ramon SOLA

Jóvenes y política, ¿el reencuentro?

Es toda una anomalía histórica en Euskal Herria, donde la juventud siempre fue hiperactiva en política: hoy solo el 24% ha llevado una pegatina política y no pasan del 35% los que han hecho una huelga. Si la tendencia cambia, será una gran noticia sobre todo para la izquierda y el independentismo.

El llenazo ayer en el campus de Leioa para escuchar y conversar con Arnaldo Otegi y Laura Mintegi es más que una anécdota en esta campaña. Hay más ejemplos que apuntan a eso que hace un par de años, en el marco español y de la mano de Podemos, se denominó «repolitización». Pero, ¿están volviendo los jóvenes a la política o es justo al revés?

Empecemos por constatar que el desapego de los jóvenes vascos respecto a la política no es una mera sensación, son números. A riesgo de que alguien de las generaciones anteriores tan concienciadas e hiperactivas políticamente le dé un síncope, aquí van algunos resultados de ‘‘Retratos de Juventud’’, informe elaborado por el Gabinete de Prospección Sociológica de Lakua en 2015 y basado en entrevistas directas. Entre quienes tienen 18 años (derecho de voto) y 29, en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa apenas un 5% ha colaborado alguna vez con un partido político, solo el 24% ha usado una imagen (por ejemplo una pegatina) que exprese su opción política, nada más que el 35% ha caminado en alguna manifestación legal y no pasan del 38% los que han tomado parte en una huelga.

Se puede añadir otro dato, esta vez cronológico. La militancia política juvenil en Euskal Herria en las últimas décadas ha estado totalmente ligada al conflicto armado, por uno y otro bando. Un chico o chica que ahora vaya a votar por primera vez con 18 años solamente tenía 11 cuando se produjo el último atentado mortal de ETA, 7 cuando Ibarretxe llevó su plan a Madrid, 4 cuando ilegalizaron a la izquierda abertzale, acababa de nacer cuando se firmó Lizarra-Garazi y no llegaba a embrión cuando mataron a Miguel Ángel Blanco. Al propio Otegi probablemente no lo habrán conocido, y seguro no escuchado, hasta el pasado 1 de marzo; lo encarcelaron cuando el nuevo votante de hoy era un niño o niña de 11 años. Queda claro que su vivencia, y por tanto su posible implicación política, tiene otra intensidad y otras coordenadas.

Pero volvamos al principio y a la encuesta, ¿les interesa la política? Se diría que no, porque el 37% se declara «nada interesado» y el 34% «poco interesado» frente a solo un 28% que sí dice preocuparse por ella. Sin embargo, otra pregunta posterior da la clave; lo que no les interesa es «esta» política. El «entusiasmo» por ella queda para una elite del 5%, minoría absoluta ante el 27% que la vive con «indiferencia», el 28% con «aburrimiento», un 30% con «irritación» y un 58% con «desconfianza» [el total supera el 100% dado que podía escogerse más de una opción].

Avancemos un poco más. ¿Por qué tanta desafección (palabra viejuna donde las haya)? Las respuestas empiezan a ser ya bastante previsibles. A los jóvenes les repelen los partidismos y las corruptelas: el 72% secunda la opinión de que «esté quien esté en el poder, siempre busca sus intereses personales». No obstante, saben que no todos son iguales: el 72% comparte que «hay políticos que sí se preocupan por los intereses generales de la ciudadanía». Y el 71% entiende que «la política tiene una gran influencia en la vida» de cualquier persona.

La conclusión de todo ello bien puede ser que los jóvenes no han dejado la política; es la política, o más bien su deformación en politiquería, la que ha dejado a los jóvenes.

Aunque los índices de natalidad en Euskal Herria no son para echar cohetes, este domingo podrán votar por primera vez en las autonómicas 64.000 jóvenes. Es una cifra golosa para los partidos, tanto que algunos no han dudado en hacer el ridículo, como el PP preparando artificialmente cuadrillas de chicos y chicas que abordan a los candidatos para hacerse selfies justo cuando llega la prensa, o el PSE convocando una «pokequedada» bastante sonrojante. PNV y EH Bildu han preparado encuentros específicos con jóvenes y estudiantes, con gran eco en el caso de Otegi el sábado 10 en Usurbil y ayer en Leioa, mientras que en Elkarrekin Podemos se ha diluido claramente la efervescencia juvenil de hace un par de años.

¿A quién beneficia, por último, esta «repolitización»? Si en algún punto resulta rotundo ese Retratos de Juventud, es en este. La juventud vasca es de izquierdas: en una escala de 0 a 10 en que 0 es extrema izquierda y 10 extrema derecha, se da a sí misma un 3,9. Pero es más todavía independentista. Cuando se pregunta directamente a estos jóvenes de 18 a 29 años qué votarían en un hipotético referéndum de independencia, no hay color: 41% a favor y 22% en contra, con 13% de abstención y 22% de «no sabe, no contesta».