
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, sugirió ayer que la Unión Europea «expulse» a todos los solicitantes de asilo y los encierre en campos de refugiados fuera de las fronteras comunitarias, donde puedan demandar la acogida, en lugar de intentar repartirlos entre los estados miembros. «Aquellos que han venido de forma ilegal deben ser acorralados y expulsados», dijo Orban en una entrevista en el portal Origo.hu.
«Debemos crear grandes campos de refugiados fuera de la UE, con fuertes medidas de seguridad y apoyo financiero de la UE. Todos los que han venido de forma ilegal deben volver allí, donde estarán obligados a permanecer mientras se tramitan sus solicitudes de asilo», señaló el primer ministro húngaro. «Podría ser en una isla, o en la costa del norte de África, pero la seguridad y los suministros de estos campos deberían ser garantizados por la UE por su propio bien», añadió.
Orban explicó que expulsar a los refugiados es «un deber moral muy importante» y que su propuesta es la única alternativa a que miles de refugiados se queden en Europa y sean reasentados por todo el continente, algo que «solo creará más problemas». «Cualquier persona que entró ilegalmente en la UE debería ser arrestado y deportado», recalcó. «Esto puede resolver todos los problemas en esta etapa», añadió Orban.
«Solo hay una solución y es buena para todo el mundo. Para nosotros que no tenemos problemas porque nos defendimos y para los que como Alemania están preocupados: Se trata de expulsarlos del territorio de la UE», aseguró.
Las cuotas de reasentamiento, insistió Orban, no suponen una solución a la crisis migratoria, ya que los miles de refugiados que quieren vivir en Alemania ignorarían las directrices europeas y volverían allí en cuanto tuvieran oportunidad.
Durante la entrevista reiteró en numerosas ocasiones que las fronteras externas de la UE deben ser fortificadas para evitar que se produzca la misma ola migratoria que tuvo lugar en 2015 y de la que más de una vez ha responsabilizado a la canciller alemana, Angela Merkel, y a la política de puertas abiertas que estableció sin consultar a sus socios europeos.
«Las fronteras deben ser utilizadas, porque nos protegen», declaró Orban. «Algunos se imaginan un mundo sin fronteras, pero yo soy de esas personas que no quiere que la civilización cambie», concluyó.
En los últimos meses, Orban ha protagonizado varias polémicas por su retórica y sus propuestas, siempre muy duras con la inmigración. El primer ministro húngaro ordenó la construcción de una valla a lo largo de la frontera meridional de Hungría para evitar el paso de solicitantes de asilo.
Budapest no acogió a ningún refugiado en el marco del primer programa de reubicación que concluyó en verano de 2015 y que quedó en papel mojado.
Una consulta «inhumana»
El próximo 2 de octubre, miles de húngaros votarán en un referéndum si están a favor o no de las cuotas de reasentamiento de refugiados que ha propuesto la Comisión Europea. Una consulta que un grupo de 22 organizaciones ha llamado a los electores húngaros a «boicotear» por considerarla «inhumana».
El Gobierno húngaro podría tratar de presionar para que se introduzcan cambios en el Tratado de Lisboa de la UE con el fin de reforzar los poderes soberanos de los estados miembros si se produce una victoria clara en el referéndum, informó el diario "Nepszabadsag".
A menos de dos semanas para la consulta, Orban ha conseguido en buena medida sellar sus fronteras, lo que ha aumentado el apoyo a su partido, el Fidesz, de cara a las elecciones de 2018, pero le ha granjeado las críticas de organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Según “Nepszabadsag”, si más de la mitad de los 8 millones de húngaros vota en el referéndum, probablemente para mostrar su apoyo al Gobierno, Orban podría usar el respaldo para insistir en sus esfuerzos de controlar a Bruselas, y Hungría podría proponer separar las normas migratorias estatales de las políticas comunes de la UE, aplastando cualquier plan para compartir la responsabilidad de los refugiados entre los estados miembro de la UE. El periódico no dio más detalles.
Preguntado por esta información, el portavoz del Gobierno, Zoltan Kovacs, respondió que «no hay ningún cambio en la postura del primer ministro (....) en que hay varias circunstancias fundamentales que han cambiado desde el Tratado de Lisboa, para las que Europa no estaba preparada», como la salida de Reino Unido o la crisis migratoria. «Esto justificaría hablar sobre el Tratado también», añadió Kovacs. «Sin embargo, (el primer ministro) también ha dicho que Hungría sola es demasiado pequeña y no lo suficientemente poderosa para iniciar algo como esto», sostuvo.
&discReturn;A mediados de setiembre, el jefe de la diplomacia de Luxemburgo, Jean Asselborn, propuso excluir, al menos temporalmente, a Hungría de la UE por violar sus valores fundamentales.
Los europeos acogen mejor al formado y no musulmán
Los europeos acogen mejor al refugiado con formación, que habla la lengua del nuevo país y no es musulmán, según otro estudio publicado ayer por “Science”. El resultado es claro: un médico o profesor, que huye de su país por razones humanitarias y no económicas, que habla la lengua de la nación de acogida y que no es musulmán tiene mayores posibilidades de ser bien recibido. Los solicitantes de asilo altamente cualificados tienen 13 puntos porcentuales más de posibilidades de ser aceptados en la sociedad de acogida que los que estaban desempleados en su país natal. Otro factor clave es la lengua del nuevo país: quienes no manejan el nuevo idioma tienen 12 puntos menos de opciones. El estudio concluye que la evaluación de si un refugiado va a contribuir económicamente a la sociedad o va a ser «una carga» es muy importante para su acogida. Quienes piden asilo por persecución política, étnica o religiosa tienen 15 puntos más para ser bienvenidos que los que emigran por razones económicas.Cristina GARCÍA CASADO
«Solo yo he sobrevivido y hubiera preferido morir con ellos»
«Solo yo sobreviví y hubiera preferido morir con ellos», se lamentó Mohamed Metwali, que vio morir a su mujer y a su hijo en el naufragio de un barco pesquero con cientos de refugiados a bordo frente a las costas egipcias, mientras soñaban con llegar a Europa buscando un futuro mejor.
Al igual que otros cientos de miles de personas que se lanzaron en 2016 al mar Mediterráneo para huir de la guerra o la miseria, Metwali emprendió una peligrosa travesía. Ahora sus familiares han muerto y él está hospitalizado. Este egipcio de 27 años viajaba en la embarcación que naufragó el miércoles a 12 kilómetros de Rosetta, en la costa norte de Egipto, al parecer debido a la sobrecarga.
El barco, que se dirigía a Italia, partió de un punto entre Rashid –de donde proceden decenas de desaparecidos– y Baldim y llevaba a unas 450 personas, según varios supervivientes. Oficialmente se ha recuperado a 169 con vida y 55 cadáveres, tras el hallazgo de doce cuerpos más ayer, y el resto siguen desaparecidos.
«Arriesgué mi vida, la de mi mujer y de mi hijo para ofrecerles una vida mejor», agregó con los ojos llorosos Metwali. Se había comprometido con los traficantes a pagar 5.000 euros, una vez que llegaran a Italia, ahí estaba «dispuesto a trabajar de lo que fuera».
Otro superviviente lloraba en silencio. «Éramos cerca de 400. Yo estaba con mi mujer y mis tres hijos. Ahora todos están muertos», narró Badr Abdel Hafez.
Más de 150 supervivientes, la mayoría hombres jóvenes, fueron detenidos a su llegada a Rosetta, aunque posteriormente se les liberó. La mayoría son egipcios, pero también hay sudaneses, somalíes y sirios.
Los policías les dan agua y ropa.
«Todo se volvió más caro aquí. No podía ahorrar para casarme. Quería ir a Italia para conseguir dinero», contó Mohamed Ahmed, de 17 años, que muestra un rostro cansado. Para hacer el viaje, invirtió 2.000 euros.
Según él, había cientos de personas en la cámara frigorífica del barco. «Solo mi amigo y yo logramos escapar. Fue el Apocalipsis», dijo.
Sumaya contó que pagó 2.000 dólares para reunirse con su marido en Europa. «Había mucha gente en la cámara frigorífica. El barco volcó y se quedaron atrapadas. Al menos unas 100 personas», relató esta mujer de 34 años. «No lo volvería a hacer. Vi la muerte con mis propios ojos», señaló.
Las tareas de búsqueda de desaparecidos y rescate seguían ayer, con la participación de fuerzas navales y aéreas egipcias. Mientras, temprano por la mañana, en una playa de Rosetta y en Rashid, ciudad hundida en la tristeza, decenas de personas se congregaron, algunas de ellas leyendo el Corán, esperando noticias de sus familiares desaparecidos.
Las fuerzas de seguridad egipcias detuvieron y encarcelaron por orden de la Fiscalía a cuatro miembro de la tripulación de la embarcación naufragada por «trata de personas» y «homicidio». Los propietarios del barco y otras personas implicadas continuaban huidas.
El Gobierno de El Cairo declaró estar totalmente comprometido con las tareas de rescate y que los responsables de lo ocurrido serán castigados.
La Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja denunció la inacción que impera frente a las continuas tragedias que ocurren en el Mediterráneo. «Este es un recordatorio de la urgente necesidad de que las promesas que han hecho los países en la ONU se conviertan en acciones concretas para salvar vidas y proteger la dignidad humana», dijo la representante para el norte de África, Amelia Marzal.
«Más de 3.200 mujeres, hombres y niños ya han muerto este año intentando cruzar el Mediterráneo. El mundo debe hacer algo para detener la indiferencia ante estas muertes que ocurren casi cada día», pidió Marzal.
Más de 300.000 personas han cruzado el Mediterráneo para llegar a Europa en 2016. Desde 2014, han muerto en el camino cerca de 10.000, casi 3.200 de ellos solo desde principios de 2016.GARA

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