Núria VILÀ

Un museo en Duma para denunciar la cara más cruel de la ocupación

El último biberón de leche, todavía medio lleno, un libro de la escuela y una muda de jersey y pantalones es prácticamente lo único que se puede reconocer en medio de los restos de objetos quemados en el «Duma attack», la agresión de colonos contra los Dawabsha.

Duma attack» es la ofensiva perpetrada por colonos judíos el 31 de julio de 2015 contra la familia Dawabsha en el pueblo palestino de Duma, que acabó con la vida de la madre, el padre y el hijo pequeño Ali, de 18 meses. Sólo se salvó el otro hijo, Ahmad (de 4 años), que todavía ahora, un año y medio después de la muerte de sus padres, se recupera de las profundas quemaduras que sufrió en todo el cuerpo.

La noche del crimen, los atacantes lanzaron un cóctel molotov dentro del dormitorio mientras la familia dormía. El principal asaltante, Amiram Ben-Uliel, israelí de 21 años residente en una colonia cercana, fue señalado a principios de 2016 por la agencia de seguridad israelí Shin Bet como planeador y ejecutor del ataque junto con otro menor de edad de identidad reservada, que le habría ayudado a pleparar el crimen. El motivo, según el Shin Bet, era la venganza por la muerte del joven israelí Malachi Rosenfeld en un tiroteo desde un coche a manos de palestinos un mes antes. La agencia de seguridad acusa a estos israelíes de formar parte de The Revolt, un grupo de extrema derecha fundado en 2013 que aboga por colapsar el Estado de Israel y reemplazarlo por una monarquía judía basada en la Torá.

Actualmente, las paredes calcinadas de la casa recogen mensajes de condena de otros palestinos o de activistas internacionales que han querido conocer la situación de cerca. Aparte de eso, prácticamente todo está como quedó después del ataque, ya que la voluntad desde el inicio ha sido convertir la casa calcinada en un museo para denunciar las consecuencias de la violencia contra los palestinos que ejercen los colonos judíos que viven a pocos kilómetros. Duma, un pueblo de 3.000 habitantes situado en el norte de Cisjordania, cerca de Nablús, ha sido blanco de numerosos ataques intencionados por parte de colonos. A pocos kilómetros de esta localidad se alzan las colonias Ma'ale Efraim y Shilo, consideradas ilegales por la comunidad internacional. Precisamente el pasado 23 de diciembre el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó la «política de asentamientos de Israel» y exigió su cese «inmediato» y «completo».

Finalmente, la construcción del museo-memorial que se levantará junto a la casa donde vivía la familia, está a punto de convertirse en una realidad. De gran extensión y rodeado de cipreses, «la función del museo será mostrar el rostro de la ocupación a los visitantes, para que vean con sus propios ojos las masacres contra los palestinos y el peligro que suponen los asentamientos», explica Nasser Dawabsha, el tío de Ahmad.

Con este fin, la Autoridad Palestina ha depositado 1,2 millones de dólares en la adaptación de la vivienda. La familia espera la confirmación de la oficina del primer ministro para que comiencen los trabajos de construcción del museo, que tendrá la entrada gratuita para reunir el máximo número de visitantes. En cuanto al interior de la casa calcinada, se mantendrá prácticamente todo intacto, «a excepción de algunos pequeños arreglos cosméticos de los objetos con el fin de permitir a los visitantes entrar en las habitaciones», precisa Nasser Dawabsha.

Mensajes humanitarios, jurídicos y políticos llenarán el museo con el objetivo de no olvidar el 31 de julio de 2015, que supuso un punto de inflexión tanto para los palestinos, que lo vieron como la muestra más visible de los ataques que sufren por parte de los colonos, como para los extremistas israelíes, que lo concibieron como un grito que los espoleaba a incrementar las agresiones contra palestinos. Uno de los casos más mediáticos de las secuelas del ataque tuvo lugar en diciembre de 2015, cuando se filtró el vídeo de una boda judía en Jerusalén, donde se ve a invitados celebrando el ataque a Duma: un joven levantando una fotografía de Ali Dawabsheh, el bebé de 18 meses muerto en el ataque, junto con otros asistentes exhibiendo armas de fuego y cuchillos.

Según la organización israelí para los derechos humanos Yesh Din, el 85% de las investigaciones sobre crímenes ideológicamente motivados contra palestinos son cerradas por la Policía «debido a su fracaso para localizar a los sospechosos o encontrar evidencias». Desde el inicio de 2015 hasta el momento del ataque, Naciones Unidas documentó 120 ataques de colonos en toda Cisjordania. Tras otros ataques contra casas palestinas en Duma, el coordinador especial de la ONU para el Proceso de Paz, Nickolay Mladenov, reiteraba en 2016 la urgencia de que «Israel, como poder ocupante, asegure que las comunidades palestinas vulnerables de Cisjordania, incluyendo el Este de Jerusalén, estén protegidas de acuerdo con sus obligaciones en virtud del derecho internacional». La actitud violenta de los colonos ha llevado repetidamente a la ANP a pedir a las Naciones Unidas protección internacional para los palestinos.