Ingo NIEBEL
colonia

Los «días de caos» del Gobierno de Merkel se trasladan ahora al SPD

La canciller alemana, Angela Merkel, y su ministro del Interior, Horst Seehofer, que en las últimas semanas han mantenido un pulso en torno a la política migratoria que ha puesto en peligro al grupo parlamentario común y la continuación de la Gran Coalición, y que el domingo llevó Seehofer a presentar su dimisión, anunciaron anoche haber alcanzado un compromiso para evitar la caída del Gobierno que pasaría por reducir la inmigración irregular.

La bronca política sobre el rechazo a los refugiados registrados en otro país de la UE entre Angela Merkel y Horst Seehofer ha derivado en una pugna personal. El pulso había puesto en peligro la continuación de la Gran Coalición. Anoche llegaron a un acuerdo que mantendrá a Seehofer, que había presentado su dimisión el domingo, en el cargo pero que no gustará al socialdemócrata SPD que al final tendrá que pagar un precio político.

Dice un dicho alemán que es preferible un fin con terror a un terror sin fin. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel y la Unión Social Cristiana (CSU) de su ministro de Interior, Construcción y Patria, Horst Seehofer, guardaron sus hachas tras el compromiso alcanzado anoche. El político bávaro declaró: «Hemos llegado a un acuerdo que permite seguir en el cargo».

Sobre las 21.30 horas saltó la noticia de que el consenso que permitiría a Seehofer mantener sus cargos es que CDU y CSU crearían «zonas de tránsito» con «centros cerrados» en los que los refugiados serán sometidos a un «procedimiento rápido». El diario sensacionalista “Bild” que apoya a Seehofer en su campaña mediática contra Merkel había adelantado el acuerdo.

La canciller, conocida por su habilidad de gestionar los problemas sin solucionarlos, ha evitado otra escalada de la crisis que podría haber roto tanto la histórica unión de los dos partidos, manifestada por su grupo parlamentario común en Berlín como también la Gran Coalición, formada hace un poco más que 100 días.

El precio político por este supuesto consenso lo tendrá que pagar el SPD. El partido de Andrea Nahles tendrá que tragárselo, o no, sin haber sido consultado. En 2015, el SPD rechazó los mismos puntos que sostienen el acuerdo entre Merkel y Seehofer. Así que la crisis sigue, pero con otro protagonista. Esta vez la canciller ha priorizado los intereses de los grupos parlamentarios de CDU y CSU antes de imponer su autoridad de jefa de Gobierno a un ministro rebelde. Si el objetivo de Seehofer era tumbar a Merkel, no lo ha logrado, a pesar del apoyo de “Bild”, pero la ha humillado y le ha marcado los límites de su poder incluso dentro de la CDU. La «canciller del teflón» está tocada y su CDU deberá buscar cuanto antes una sustituta para la Presidencia y para la Cancillería. Merkel ha ganado tiempo, pero la confianza en Seehofer ha sufrido un daño irreparable. Tal vez el desenlace de la actual crisis le dará alas para intentarlo otra vez.

No hay que olvidar que fue Seehofer quien acentuó la crisis el domingo por la noche convirtiéndola en un conflicto meramente personal con Merkel. Primero declaró que «pues ya he dicho que pondré mis dos cargos a disposición y que lo realizaré en los próximos tres días». Ayer por la tarde echó más leña al fuego al afirmar: «No dejaré que me destituya una canciller que es canciller sólo gracias a mí». Desde entonces está claro que sea cual sea el acuerdo entre CDU y CSU, ya no hay confianza entre la canciller y el ministro. Uno de los dos ha de marcharse, la cuestión es cuándo, cómo y a cambio de qué.

Que al final la CDU y CSU hallaran un consenso no sorprende porque el desacuerdo, en teoría, ya estaba solucionado. Seehofer amenazó a Merkel con que este fin de semana daría orden de rechazar en las fronteras alemanas a todos aquellos refugiados que ya habían sido registrados en otro estado de la UE. La canciller no estaba del todo en contra, pero prefería una solución europea antes que dar un paso en solitario. Mientras tanto, Berlín había respondido ya a una pregunta del Partido Liberal Demócrata (FDP) que «no ha cambiado su interpretación legal respecto a la legalidad» de rechazar determinadas personas cuando llegan a la frontera y que «también actuará a base de la ley vigente» cuando se decrete dicha medida.

La CSU podría haber aprovechado esta respuesta y el acuerdo alcanzado por Merkel en Bruselas y concederle unas semanas más para poner prueba lo prometido. Así habría salido menos tocada de la crisis.

Con sus maniobras, Seehofer ha complicado también la situación en su propio partido. Su rival interno, Markus Söder, el actual ministropresidente de Baviera, había moderado su tono y parecía que la reconciliación podía ser posible cuando Seehofer la tensó. Entre ambos políticos se sitúa Alexander Dobrindt, líder de los diputados de la CSU en el Bundestag. Las andanzas de Seehofer han causado que la CSU tenga que buscar un sustituto al frente del partido y para ocupar la cartera en Berlín.

Merkel tampoco lo tiene fácil. Aún le apoya la dirección de la CDU, pero no puede estar segura de que la mayoría del grupo parlamentario esté con ella. Dada la coyuntura y las encuestas desfavorables, más teniendo las vacaciones de verano a la vista, ningún diputado tiene interés en acabar la legislatura recién estrenada. Además, el camino hacía unas elecciones anticipadas es complicado porque el Parlamento alemán no puede disolverse y la oposición es demasiado dispersa como para presentar un candidato consensuado para derrocar a Merkel en una moción de censura.

«Este drama tiene que llegar a su final ya» opina la jefa de los ecologistas Verdes, Annalena Baerbock, sobre los «días de caos» en el Gobierno.

 

El embajador galo en Hungría admiraba a Orban

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha decidido relevar de su cargo al embajador galo en Budapest, Eric Fournier, después de que durante el fin de semana se hiciera público un memorando confidencial en el que el representante diplomático elogiaba la política migratoria del primer ministro húngaro, Viktor Orban.

El relevo del embajador se materializó el sábado, cuando la Gaceta Oficial de Francia publicó el decreto por el que se nombra nuevo embajador ante Hungría a Pascale Andreani, en sustitución de Eric Fournier, que asumirá otras funciones.

En el memorando confidencial con fecha del 18 de junio, que iba dirigido a la oficina de Macron y que fue publicado por el consorcio Mediapart, Fournier asegura que Hungría es «un modelo» por su gestión con los migrantes y añade que las acusaciones de populismo son invenciones de los medios.

El ya exembajador escribió que los medios galos, al acusar a Hungría de antisemitismo, estaban intentando distraer la atención del «antisemitismo real» que procede de «los musulmanes de Francia y de Alemania».

Preguntado por el memorando del embajador el viernes, Macron aseguró que no comparte sus opiniones y que su documento no representa la postura oficial de Francia. «Si este embajador hubiera dicho esto públicamente, habría sido cesado de inmediato», señaló.

En la misma línea de la del exembajador galo, el canciller austriaco, Sebastian Kurz, se mostró en contra de habilitar «plataformas de desembarco» fuera de la UE para distinguir entre refugiados y migrantes porque «eso va a producir un efecto llamada increíble».

Para Kurz, que se ha alineado con el grupo de Visegrado y con gobiernos como el italiano y el danés, «sería mucho más inteligente ir a buscar directamente a la gente en las zonas de guerra antes de crear una incitación a intentar la peligrosa travesía del Mediterráneo». Insistió en que la cuestión estriba en decidir si «los 60 millones de personas que huyen de su países pueden o no pedir asilo en Europa».GARA