Suicidios en la agricultura francesa: un tabú que persiste
La última edición del «Sommet de l'Elevage», en las afueras de Clermont-Ferrand, fue aprovechada por la Agencia France-Presse (AFP) para recoger testimonios y análisis sobre un tema que sigue siendo tabú a lo largo y ancho del mundo rural del Hexágono.

Marie continúa enojada consigo misma. El día que recibió un mensaje de texto advirtiéndole de que su hija de 25 años, criadora de ovejas, había intentado suicidarse, se cayó de las nubes: «No lo vi venir, en absoluto». Desde entonces, quiere contarlo todo, dar testimonio del silencioso azote que se extiende por las campiñas francesas, «para que desaparezca ese manto de silencio».
La mortalidad por suicidio de los agricultores en Francia es un 20% superior al de la población en general, según indica el informe de referencia de la Sanidad Pública para el periodo 2010-2011, y de un 30% teniendo en cuenta solo a los criadores de ganado lechero. Según ese estudio, se registra el suicidio de un agricultor casi cada dos días, lo que afecta especialmente a hombres con edades de 45 a 54 años.
Pese a tener una «formación sólida», la hija de Marie «no pudo hacer frente» a la enormidad de los problemas que una joven afronta al entrar en el sector sin poseer tierras propias, según relata pidiendo el anonimato Marie, con quien AFP mantuvo un encuentro en la Cumbre de la Ganadería del Puy-de-Dôme (centro del Hexágono) durante una mesa redonda sobre la prevención del suicidio entre los agricultores.
«El trabajo no estaba a la altura de lo que ella había soñado, con todo ese papeleo, los conflictos de vecindad y los interminables procedimientos administrativos», comenta Marie. Después de solo dos años en el oficio, la joven padecía un profundo agotamiento profesional. Pero logró ocultar a su entorno sus oscuros pensamientos.
Un día, su compañero de vivienda, también criador de ovejas, recibió un inquietante mensaje: «Tú te ocuparás del perro». «Salió corriendo a casa y la salvó: había tomado medicamentos», añade Marie, feliz de que su hija haya podido recuperarse «aunque todavía sigue siendo muy frágil».
Bajos ingresos
Cuando los ingresos agrícolas están entre los más bajos del Estado francés (350 euros por mes para más del 30% de los agricultores), el estudio de la Salud Pública subraya que el mayor número de suicidios «se observó durante los meses en los que los precios de la leche eran más bajos».
En medio de las violentas fluctuaciones de los mercados mundiales de materias primas, los problemas de la agricultura francesa –venta por debajo de los costos de producción, sobreendeudamiento– se funden con los avatares de la vida –soledad, rupturas afectivas– o las enfermedades.
Como recoge una tesis defendida en el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (Inra) en 2017 por Nicolas Deffontaines, los «pequeños granjeros» se suicidan «más que los grandes», y «los solteros, viudos o divorciados más que los casados». En su opinión, la sobrerrepresentación de los agricultores en las tasas de suicido es un fenómeno «estable», que dura «desde al menos cuarenta años».
En 2016, el Observatorio Nacional del Suicidio constataba que los agricultores forman parte de los grupos de riesgo menos estudiados: solo una obra y solo un artículo en una revista especializada entre 2008 y 2013, contra 30 sobre el suicidio juvenil, 12 sobre el de personas mayores y 14 sobre el de detenidos.
Un «tabú» en los pueblos y en las organizaciones agrícolas, según denuncia Fabienne Biscart, ganadera en el Alto Loira (centro). Ella reclama «la instauración de una visita médica una vez por año para los agricultores con un médico de la MSA (Mutualidad Social Agrícola)». La prevención es aún más crucial teniendo en cuenta que el número de suicidios está «sin duda infravalorado», como admite Véronique Maeght-Lenormand, de la MSA.
«En los certificados de defunción, los suicidios suelen quedar registrados como ‘accidentes de trabajo’; así, los seguros conceden las indemnizaciones a las familias», explica Patrick Maurin, un electo local de Lot-et-Garonne (sudoeste), que el 14 de octubre concluyó en Sainte-Anne d'Auray (Bretaña) una marcha de más de 500 kilómetros, en 22 etapas, para denunciar los suicidios agrícolas.
Desde que en 2015 se lanzó un plan estatal de prevención del suicidio agrícola, con un número de teléfono único Agri-écoutes (09 69 39 29 19) implantado por la MSA, «el porcentaje de situaciones urgentes con riesgos suicidas ha mostrado una tendencia a la baja», atempera Maeght-Lenormand.
El montón del correo
Un vasto proyecto de prevención bautizado “Agri-Sentinelles” (Agro-Centinelas) tiene que ver la luz a principios de 2019. En él se hace un llamamiento para reunir voluntarios entre los oficios que gravitan en torno a los agricultores: trabajadores de cooperativas, consejeros de cámaras agrícolas, técnicos de control lechero, veterinarios o empleados de mataderos.
«Sin llegar a sustituir a las iniciativas existentes, hemos diseñado esta red para mejorar la detección de los agricultores en situación de fragilidad, de aislamiento», explica Delphine Neumeister, del Instituto de la Ganadería (Idele).
La idea surgió en la cooperativa Allice, especializada en la inseminación artificial de ganado bovino. Al acudir a las granjas, los técnicos se sentían abrumados por la angustia de esos taciturnos agricultores que no llegan a ganarse la vida o se ven desbordados por las limitaciones administrativas. Eso cuando no eran ellos mismos quienes descubrían un cuerpo al final de una cuerda –el ahorcamiento es la forma de suicidio más extendida en este ambiente–.
«Muy a menudo, si los animales están desnutridos, los ganaderos también van mal», subraya Philippe Chanteloube, de la cooperativa porcina Cirhyo. Para Jean-Jacques Laplante, jubilado de la MSA que ha seguido este asunto durante mucho tiempo, «el montón de cartas que no han sido abiertas es un signo relevante».
A su llegada a Saint-Anne d'Auray, después de tres semanas de marcha remontando los ríos Garona y Loira, Patrick Maurin participó en una ceremonia que cada año se dedica a las familias de agricultores que se han suicidado. «Había que hacer algo para alertar sobre este tabú», comentó a la agencia France-Presse por teléfono esa misma jornada. «Casi todas las noches me alojaban agricultores afectados por esta lacra. Familias de suicidas e incluso diputados han venido a mi encuentro».
Maurin también ha enviado un mensaje expresando su preocupación por este tema al portavoz del Gobierno francés, Benjamin Griveaux, y al presidente de la República, Enmanuel Macron. «Conmocionado» por los diez granjeros que se han suicidado en los últimos diez años en un pueblo de 1.500 habitantes ubicado cerca de su casa, promete que «no se detendrá aquí».
Cuestiones abiertas al debate en el mayor foro agroganadero de Europa
Los temas que se han debatido en el marco de la Cumbre de la Ganadería celebrada en la Grande Halle d'Auvergne, a las afueras de Clermont-Ferrand, no obviaron cuestiones polémicas, como refleja el título de una de las conferencias organizadas: «La relación hombre-animal: respuestas a quienes quieren abolir la ganadería».
Y este tema no se abordó de refilón, ya que otro debate se dedicó a analizar los «cinco escenarios contrastados para el futuro de la ganadería» diseñados en el seno del proyecto Accept para el horizonte del año 2040 según la posible «evolución de las controversias y las espectativas de la ciudadanía».
Esos cinco espacios futuribles se resumen en «la co-construcción de iniciativas de progreso», «la generalización de la Junk food (comida basura)», «alteraciones planetarias y climáticas», «el desarrollo del esquema ‘menos pero mejor’» y «la diabolización de la carne».
Más allá de las palabras llegó el debate suscitado por la presencia del Gobierno de Turquía, que, a través de su Ministerio de Alimentación, Agricultura y Ganadería, organizó una conferencia sobre el panorama del sector en ese país. Un grupo de activistas animalistas con banderolas de Earth Resistance protestó, en el interior de la Grande Halle, con pancartas en las que se rechazaba los acuerdos comerciales entre París y Ankara en las que se leía «Negación ecológica, negación democrática». La intervención de los equipos de seguridad originó momentos de tensión.GARA

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